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El Papa volvió con indicaciones

Buenos Aires, 13 (NA). - El Papa retomó las recomendaciones a los obispos, sacerdotes y diáconos de todo el mundo para ejercer su misión en un servicio auténtico y fecundo con algunas cualidades como la afabilidad y mansedumbre.

En la catequesis de la audiencia general de los miércoles en la Plaza de San Pedro se expresó en términos similares a la

semana pasada cuando les dijo a los obispos que no estaban para mandar sino para servir. En esta ocasión preguntó: "¿Que se pide a los ministros de la Iglesia, es decir a los obispos, sacerdotes y diáconos para que su servicio sea auténtico y fecundo?".

Francisco recurrió a las cartas pastorales de San Pablo para señalar que en ellas, además de los dones inherentes a la fe y la vida espiritual, el apóstol enumera algunas cualidades humanas esenciales para esos ministerios: la acogida, la sobriedad, la paciencia, la mansedumbre, la fiabilidad y la bondad de corazón. Para Francisco constituyen "el alfabeto, la gramática básica de cada ministerio", porque "sin esta predisposición, para encontrarse con los hermanos, para dialogar y relacionarse con ellos con respeto y sinceridad, no se puede dar ni un servicio ni un testimonio alegre y creíble", según dijo.

Consideró que los ministros pastorales han recibido un "don" y que lo deben reavivar: "Esto significa -aclaró el Papa- que hay que ser siempre muy conscientes de que uno no es obispo, sacerdote o diácono, porque es más inteligente, más bueno y mejor que los demás, sino sólo en virtud de un don de amor otorgado por Dios, para el bien de su pueblo".

"Efectivamente un pastor que es consciente de que su ministerio procede sólo de la misericordia y del corazón de Dios nunca tendrá una actitud autoritaria, como si todos estuvieran a sus pies, y la comunidad fuera su propiedad, su reino personal", señaló. Consideró que "la conciencia de que todo es un don, de que todo es gracia también ayuda a un pastor a no caer en la tentación de creerse el centro de atención y de confiar sólo en sí mismo", consignó el Servicio de Información del Vaticano (VIS).

"Son las tentaciones de la vanidad, del orgullo, de la suficiencia, de la soberbia. ¡Dios no quiera" -exclamó el Pontífice- "que un obispo, sacerdote o diácono piense que lo sabe todo, que siempre tiene la respuesta correcta para todo y no tiene necesidad de nadie!".

Autor: REDACCION

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