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El Papá Noel con lentes era el nono

Por Edgardo Peretti

Un día el nono se fue. Sus noventa almanaques se apagaron en el último sol de mayo, casi sin darse cuenta, aunque había pedido una prórroga de otros veinte, pero no se la concedieron. El viejo no quería morirse. Amaba la vida en todas sus versiones y formas, y aunque la vivió con todo no pudo evitar lo que nadie evita.
Treinta años casi han pasado desde entonces. Herencia no dejó mucha; apenas una escopeta y una casa a repartir. Por esas cosas que los mayores nunca nos explican, la vivienda nunca se vendió, sólo se alquiló y con una condición a los inquilinos: el galponcito del fondo no entraba en el trato y no se podía ingresar. Un grueso candado ferroviario certificaba la situación y jamás supe de la llave.
Después lo inevitable; lo lógico, lo natural. Los viejos se fueron, algunos primos, también y tomé la decisión de ir a buscar los secretos de ese sitio.
El candado no soportó más que una leve torsión. Estaba oxidado de tiempo y olvido. Adentro, curiosamente había un foco conectado a la red eléctrica de la casa que había soportado tanto tiempo. Ni la naturaleza es tan generosa con el reloj. Miré y me asombré. Sabía que estaba buscando algo aunque no se lo dije a nadie, era tan especial como secreto. Mientras tanto, sacudiendo telarañas, tierra y afectos, fui anotando lo que aparecía a mi paso.
En las estanterías. 112 frascos de vidrio (6 con tapa a rosca), 1128 clavos derechos, 327 torcidos, 19 clavos para herraduras, 1321 tornillos de paso fino, 1090 arandelas (702 oxidadas), 3 clavos para reparar calzado, 1 caja de chinches (seminueva) y 1.700 kilos de alambre de fardo rotulados como “repuestos”.
Herramientas. 5 hachas (3 con mango), 8 palas de punta, 3 palas de puntear, 6 palas anchas (3 sin mango), 1 azada, 7 rastrillos y 1 “zapín”.
Herramientas de mano. 18 pinzas “Pico de loro” (17 falseadas), 27 martillos (20 de cabeza redonda, el resto, cuadrada), 79 destornilladores (punta gastada), 5 pinzas, 1 alicate, 2 tenazas, 1 llave inglesa, 3 prusianas, 309 mechas metálicas de variado tamaño (sin filo).
Elementos de defensa. 3 chairas, 45 cuchillos sin filo, 3 balas de fusil 7.60 con la inscripción EA, 1 rifle de aire comprimido marca “Churrinche” calibre 4 y medio, 1 caja de balines calibre 5 y medio.
Deportes y recreación. 8 bochas de madera (7 lisas y una rayada), 1 bochín (cachado), 344 anzuelos para anguillas (por la zona le decimos “anguiya”) de barro (con corcho individual), 15 alpargatas de diversos colores (pares sueltos), 176 bolsas arpilleras, 2 pares de zapatillas “Boyero” (incoloras), 1 sombrero de paja con la inscripción “Casa Paviolo”, un rebenque forrado en cuero, Foto de la Primera CD del club Estudiantes y una entrada para ver a “Sandro y los de Fuego” en el club 9 de Julio.
Cultura y política: 1 recorte de nota realizada por Lorenzo Inardi en la Sección “Rafaela y su gente” en La Opinión, 1 ejemplar de la revista “Esquiú”, 1 ejemplar del Diario “La cruzada”, 1 foto sepia del General Perón en su caballo “Pinto”, 1 foto de Américo “Lito” Maina autografiada, 1 carnet del partido Peronista (Unidad Básica del barrio), un anillo de acero con la inscripción “Rdo. de la cárcel de Coronda 1956/59”. Adjunto: carnet de afiliado al Iapos y de socio del Centro de Jubilados de la calle Alvear (con cuota al día al momento del deceso).

ALLÍ ESTABA EL SECRETO
DE LA PIRÁMIDE

Lo encontré. Después de muchos años, hallé el tesoro. En el último rincón del galponcito, adentro de un viejo lavarropas estaba oculto envuelto una bolsa de harina que tenía la inscripción de “SA. de Consumo”, o sea la vieja Cooperativa. ¿Qué era? El traje de Papá Noel que el nono se colocaba cada 24 de diciembre para repartir los juguetes. Hay que aclarar que nosotros no utilizábamos esa mención, para los chicos (y grandes) era el “Niño dios”, el que traía los regalos.
Claro que, tratándose del nono, la convencionalidad se iba al diablo. Era esta una versión muy propia de los empleados de los frigoríficos que abundaban en la zona. A saber, botas blancas de caña alta, pantalón del mismo color (o parecido, según cantidad de lavados), donde se podía observar con un poco de atención que decía Frigorífico “Cipa”, a la postre, auspiciante.
El gorro también tenía un toque muy particular; nada de raso rojo, no, era un género pintado con pintura sintética que había sobrado de algún trabajo hogareño. El gran detalle estaba en el rostro. Sin barba (“eso usan los guerrilleros” decía el nono, que no simpatizaba con la causa de Fidel y del Che), con lo que se colocaba un conjunto plástico que consistía en lentes negros (sin cristales, obvio), una pronunciada nariz y un bigote de “manubrio”. La camisa era a rayas (de colores difusos) y el gran detalle de los tiradores.
Con eso le alcanzaba para el disfraz. Al ver el adminículo me di cuenta que era el mismo que utilizaba un actor en la publicidad de “Poxi-Pol” en los sesenta y que seguramente le habían regalado los muchachos de “Muriel y Gallo”.
Confieso que no pude encontrar la bolsa donde colocaba los regalos que -luego supimos- le alcanzaban los padres. Era azul, casi metalizada y llamaba la atención por sus reflejos en las noches aquellas donde la iluminación era, por decirlo suave, pobre.
También vienen a la memoria algunos sucesos pintorescos que acaecían cuando el personaje se equivocaba con los regalos y podía saltar alguna piña entre los nietos, aunque este tipo de incidente nunca pasaba a mayores. Un buen llamado al orden de mamá, encarrilaba todo; si el asunto quedaba en manos de papá, bueno, se apelaba a la acción directa. Papá era un vanguardista en materia de pedagogía, como he dejado constancia en mis escritos.
Y nosotros felices. No importaba el regalo. No importaba otra cosa que esa noche mágica donde todos creíamos en la estrella luminosa. Donde la nona nos llevaba el pesebre a la mesa para admirar su obra, la cual tenía sus detalles: el “bambín” (Jesús dixit) era de yeso, tenía como cuarenta centímetros y superaba en tamaño a todo el grupo, incluyendo camellos y parientes de José y María. Tan felices con poco. Perdón, nono. Tu secreto cayó un día, pero valió la pena. Fuimos felices. Gracias.

N. del autor: “Vendo, por lote o individual, herramientas, documentos históricos e insumos varios. Plazos y facilidades. Los que no creen en el hermoso misterio de la Navidad, abstenerse”. 

Autor: REDACCION

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