Editorial

El país de las escuchas

La sensación de que todo el tiempo nos observan se instauró gradualmente en nuestra sociedad moderna a partir del redescubrimiento de la novela que el escritor británico George Orwell dio a luz en 1948 -y que tituló "1984"- a través de la omnipresente figura del Gran hermano. En principio fue un programa de televisión de entretenimiento en el que un grupo de jóvenes aceptaba vivir temporalmente en una casa donde un sistema de cámaras que bien podrían llamarse de videovigilancia registraba todo lo que sucedía. Simplemente eso, aunque había un sistema de eliminación y un premio al final del ciclo para quien llegaba hasta el final. 

Sin embargo, hay una gran analogía entre lo que pensó Orwell, lo que sucedió en términos de entretenimiento en un programa de tele y lo que ahora se advierte en la vida real. En las ciudades crece la colocación de cámaras en las plazas y calles, en el exterior e interior de los edificios de empresas o bancos, en las escuelas y más con el argumento de que se trata de un asunto de seguridad. Esos "ojos" diseminados en la geografía urbana captan imágenes que luego se controlan en un centro de monitoreo.

Rafaela va camino a tener su propia experiencia de Gran Hermano, con la cantidad de cámaras que se han instalado en los espacios públicos y con la propuesta impulsada por el gobierno local y una cámara empresaria para desarrollar un sistema de vigilancia de bajo costo para extender la red de vigilancia en defensa de la seguridad de las personas y la propiedad privada. 

Volvamos a "1984" de Orwell: se trata de una "novela política de ficción distópica" que instaló a Gran Hermano como aquel que buscaba el bien para la comunidad y que para cumplir su misión necesitaba vigilar para preservar el orden, armonizar tanto el pensamiento como la acción y evitar una eventual rebelión. ¿Pero qué es una distopía o una antiutopía? La respuesta rápida de Wikipedia es que "constituye una sociedad ficticia indeseable en sí misma" que puede ser "introducida mediante una novela, ensayo, cómic, cine, serie televisiva o videojuego" entre otros soportes. La consulta a la "enciclopedia libre" amplía el concepto al señalar que "los términos ficción utópica y ficción distópica sirven para designar dos géneros literarios donde se exploran las estructuras sociales y políticas". Agrega que la ficción utópica se refiere a utopía, término utilizado para designar un mundo ideal donde todo es perfecto y que por el contrario, la ficción distópica alude a una sociedad que pretendiendo felicidad, hace sufrir sistemáticamente a sus ciudadanos o degradándolos a un olvido irreversible. 

Recientemente, el escándalo que sacudió el debate público en torno a redes sociales y privacidad colocó en el centro de la escena y en el banquillo de los acusados a Facebook, una de las empresas tecnológicas más poderosas y ricas del capitalismo moderno.

El robo de videos o algún que otro material que un ciudadano común guarda en su PC hogareña representa otra variante de ese Gran Hermano. 

Las escuchas telefónicas conforman otra herramienta del Gran Hermano. En principio los jueces autorizan "pinchar" una línea cuando una persona es investigada por una presunta participación en una red delictiva, como una organización dedicada al narcotráfico. 

En la Argentina, el caso de las escuchas que involucran a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner es emblemático. Un ejemplo más cercano alcanza al ministro de Seguridad de la provincia de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, en el marco de un escándalo de dimensiones que se fue desvaneciendo en los pliegues entre la política y la justicia. 

Entonces, parece que todo se escucha en la Argentina. Y la desconfianza crece. Hay programas de espías imperceptibles para teléfonos fijos y celulares, PC de hogar, notebooks y más, lo que alienta las sospechas de sentirnos observados y escuchados ¿Cuál es el uso que se le da al resultado de las escuchas? Muchas veces se incorporan a causas judiciales a modo de prueba para acusar a delincuentes y está bien. Pero en la Argentina suele haber una motivación política detrás de cientos de escuchas. La Agencia Federal de Inteligencia antes Side cuenta, amparada en el secreto de estado, con la capacidad tecnológica de espiar a quien quisiera.

En el Congreso se debate en torno a los criterios por decidir una escucha y además la cadena de custodia de la misma, es decir dónde se almacena y quién tiene acceso, lo cual debería ser restringido para evitar filtraciones (actualmente es la Corte Suprema de Justicia la que administra el sistema mediante Dirección de Captación de Comunicaciones). 

En definitiva, al menos la Argentina de la inflación, de la pobreza y de la inseguridad está mucho más cerca de convertirse en una sociedad distópica que en una sociedad ideal. 







Autor: REDACCION

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