Editorial

El oficio de emprender

En Rafaela, en los últimos tiempos, el espíritu emprendedor ha calado hondo en buena parte de la ciudadanía rafaelina. En realidad, sus habitantes han sido, desde los albores de la ciudad, bastante proclives a canalizar sus deseos y pretensiones a través de ideas y proyectos que, al ver la luz, de algún modo los han convertido en una especie de dueños de sus propios destinos.

Basta con repasar algunos números para caer en la cuenta de que Rafaela, sin ser una isla ni mucho menos, presenta algunas diferencias respecto a otros centros urbanos del país. Su número de industrias y empresas, por ejemplo, está muy por encima del promedio de otras ciudades, si se la compara en términos poblacionales. Un relevamiento realizado hace algunos años por el Ministerio de Trabajo de la Nación, y publicado en su momento por LA OPINION destacaba esto.

Pero el carácter emprendedor, claro está, no es algo exclusivo de esta ciudad. Y parece que en el resto del país está adquiriendo una dimensión cada vez mayor. Al menos eso refleja un reciente estudio, publicado la semana pasada.

La tasa de actividad emprendedora en etapa temprana (TEA) alcanzó 14,20 por ciento en 2010, por debajo del 14,68 por ciento de 2009 y ubicando a la Argentina en el puesto 16 dentro de los 20 más emprendedores del mundo, según el Global Entrepreneurship Monitor.

El GEM comenzó a realizarse en la Argentina a finales de 1999, liderado por el Centro de Entrepreneurship del IAE y la Escuela de Dirección y Negocios de la Universidad Austral.

En 2010, la tasa de emprendedurismo argentino se ubicó muy cerca de los niveles de 2007 (14,4%), antes de las últimas dos crisis.

Con el 14,2 por ciento de 2010, la Argentina alcanzó el noveno lugar dentro del grupo de Economías Basadas en Eficiencia; octavo de América Latina y tercero dentro del Mercosur (sobre Uruguay). Un resultado por demás interesante.

La TEA de Argentina, se ubicó así por encima del promedio general de los países GEM, que fue de 11,86 por ciento en 2010, aunque por debajo del promedio de América Latina, que fue de 18,91 por ciento.

Más allá de los alentadores números, eL GEM manifestó "preocupación" por la disminución en la actividad emprendedora naciente del país, especialmente por un menor nivel de adultos involucrados en pequeñas empresas en marcha, que han pagado salarios entre 3 y 42 meses (7,41% en 2010 y 9,28% en 2009).

También advirtió que en 2010, tan solo el 12,41 por ciento (13,53 en 2009) de los adultos estuvo involucrado en un negocio establecido por más de 42 meses.

Por otra parte, como dato "positivo" señaló el aumento en los adultos involucrados en negocios nacientes (7,04%) respecto de 2009 (6,12%).

Desde la perspectiva de género, en tanto, el estudio presentó un crecimiento en el número de mujeres activas como empresarias en etapa temprana en 2010 respecto de 2009 y una disminución en los hombres. En 2010, 12,33 por ciento (11,43 en 2009) de las mujeres fueron emprendedoras; siendo el 16,16 por ciento (17,96 en 2009) de los hombres.

"Este resultado explica en parte la disminución de la tasa total de actividad emprendedora en etapa temprana y el crecimiento de los negocios nacientes al mismo tiempo", concluyó el estudio.

Cabe resaltar que el 63 por ciento de los emprendimientos en etapa temprana fueron motivados por la oportunidad, registrando un marcado crecimiento respecto del 50 por ciento de 2009. En tanto que los emprendimientos motivados por la necesidad disminuyeron del 43 por ciento en 2009 al 36 por ciento en 2010.

Sin embargo, el año pasado se mantuvo la tendencia de que en la Argentina los hombres emprenden más por oportunidad que las mujeres.

Como se puede apreciar a partir de las estadísticas del GEM, el concepto de emprender se está arraigando en el país. Con los vaivenes propios de una nación sensiblemente inestable, pero con la persistencia que ya es una marca registrada en muchos ciudadanos argentinos.

En Rafaela la historia es bastante similar, tal vez con la diferencia de que, a diferencia de otros lugares, ya hay una estructura industrial y empresarial sólidamente establecida, y una interacción entre los sectores público y privado, que aumenta considerablemente las posibilidades de trasladar sueños, ideas y proyectos a la realidad.

Autor: Redacción

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web