ANUARIO 2018

El obispo Fernández presidió el via crucis

"Qué hermoso ver que tantos chicos y familias también acompañamos a Jesús en este camino de la cruz, viendo como la vida triunfa sobre la muerte, el amor sobre el odio, la alegría sobre la tristeza. Por eso, cuánto hay que dar gracias a Dios porque hemos caminado así y Jesús en medio nuestro. En este año el cartel en la Catedral ha puesto el año central de los jóvenes", expresó el obispo diocesano Luis Fernández frente a la Catedral San Rafael, en el contexto del sínodo de los jóvenes previsto para octubre próximo en Roma.

Fue al término del tradicional vía crucis alrededor de la plaza 25 de Mayo, participando una multitud de fieles de las ocho parroquias de Rafaela, para meditar la pasión y muerte de Jesús durante las 14 estaciones, con citas bíblicas, reflexiones de documentos de la Iglesia, canciones y oraciones.

Y agregó: "algunos jóvenes presentaron en Roma durante el via crucis palabras de esperanza ante la crisis que vive la humanidad, esperanza que no hay que perder porque nacen de la fe en Dios, es una luz que allá al final del túnel... después de la pasión y de la cruz irrumpe el domingo de Pascua".

Más adelante, dijo: "pobres de nosotros si todo terminara en la tenebrosa noche del via crucis, donde parece que la muerte es la que triunfa, que el mismo Dios es un fracasado porque termina muerto... por eso cuánto nos hace falta la fe, creer en Dios, poner en él nuestra esperanza. No hay dolor o drama de la vida que Cristo no haya asumido y sanado en el sacrificio de la cruz. La oscuridad nunca es absoluta, no existe mal que no haya sido derrotado, no hay ninguna ofensa que no pueda perdonarse al caminar con Jesús en la cruz. Por eso, la cruz que lleva a la resurrección siempre es alegría".

En otro parte del mensaje, el titular de la Diócesis sostuvo que "Cristo es un hombre de carne y hueso con sus fragilidades, sus miedos, que afronta la pasión y muerte... es la vida que nos toca vivir cotidianamente. Nos ayuda a preguntarnos sobre el sentido de la vida y de la muerte, costando ser coherente -dicen los jóvenes- en sus vidas y no ser simplemente un número, algo más de la masa o simplemente nadie, no quieren ser una multitud sin rostro ni responsabilidad porque renegando a Cristo reniegan de sí mismo".

"El peso de la cruz se convierte -remarcó Fernández- en fidelidad a todo empeño asumido, la voluntad de no perderse en lo superficial sino de ir al fondo de las cosas, porque (los jóvenes) ven en Jesús la promesa de que toda muerte tiene ahora el resurgir de la vida y de que toda oscuridad resplandecerá la luz. Han visto en el vía crucis que en medio de las precariedades y fragilidades de la vida, uno puede caer ante una decisión cotidiana, pero también que uno puede levantarse y volver a empezar, pidiendo a Dios tener el coraje de seguir adelante. En el largo camino de la vida hay infinitos encuentros y desencuentros, y que no deja siempre de aparecer lo inesperado que esconde la posibilidad de amar, de reconocer lo mejor del prójimo, incluso cuando nos parezca diferente".

Autor: REDACCION

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