Duele la realidad que padece el pueblo venezolano, conducido hacia un precipicio por líderes con pies de barro que buscaron convertirse en tutores de la patria a partir discurso ideológico tan brumoso como estéril. El resultado de esas cruzadas quijotescas del chavismo que avanzaron contra falsos molinos de viento está a la vista, muestra a una nación sudamericana con estándares de nivel de vida de un país africano, con niveles de pobreza indignantes e insoportables.
A pesar de contar con las reservas petroleras más grandes del mundo, Venezuela tiene al 80% de su población sumergida en la pobreza, lo que es incompresible pero a la vez responsabilidad absoluta de quienes gobernaron la nación con eslogan mesiánicos y sobre grietas que ayudaron a ensanchar para aumentar su poder y garantizarse su continuidad en el tiempo, más allá de que eso implicó la pauperización de las instituciones de la democracia.
La Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano, que desde hace seis años elaboran en forma conjunta tres universidades de gran prestigio del país caribeño, actualizó el mapa de pobreza que explica las razones por las cuales más de cinco millones de habitantes emprendieron el éxodo forzado a otras naciones de la región, entre ellas Argentina. Este barómetro refleja las consecuencias de una crisis institucional, política, social y económica sin fin, a la vez que exhibe la situación de extrema vulnerabilidad de los habitantes del país.
En este escenario, Venezuela se ha transformado en el país más pobre de la región y el segundo más desigual después de Brasil, de acuerdo a las mediciones hechas con base en entrevistas en casi 10.000 hogares. "Venezuela nunca ha tenido niveles de pobreza como los que vemos, ni en el siglo XX ni en el siglo XXI, por eso nos tenemos que salir del contexto latinoamericano y más claramente del suramericano para poner en perspectiva donde estamos", afirmó el sociólogo Luis Pedro España, investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, que lidera el estudio según publicó el diario español El País. De acuerdo con los ingresos, el 96% de la población venezolana es pobre, de los cuales un 79% está en pobreza extrema, lo que significa que los ingresos percibidos son insuficientes para cubrir la canasta básica alimentaria.
Al respecto, el hecho de que la pobreza extrema sea mayor que la pobreza no extrema es una singularidad que se ha venido repitiendo en ese país durante los últimos tres años de hiperinflación y que según los investigadores es resultado de la caída del 70% del PIB etre los años 2013 y 2019. Contundente, España asegura que en ese país "todos en general somos pobres, ya no hay riqueza que repartir ni bienestar que disfrutar". ¿Con qué expectativa se desarrolla la vida entonces en un país sin esperanza?
Si en la Argentina consideramos la inflación como un problema crónico que complica la vida misma ante la falta de previsibilidad que obliga a cambiar los planes todo el tiempo, qué podría decirse de Venezuela, donde el precio de los productos y servicios aumentó 7.374,4% en el 2019, según un estudio la Comisión de Finanzas del Parlamento. En 2018 todo había sido peor ya que la (hiper)inflación se ubicó en el 1,7 millones por ciento.
Desde una perspectiva multidimensional, es decir una lectura a partir de variables relacionadas con el empleo, la educación, las condiciones de la vivienda y los servicios públicos, la Encuesta de Condiciones de Vida revela que la pobreza alcanza al 65% de los hogares, con un aumento de 13,8% entre 2018 y 2019. La medición pondera en un nuevo indicador llamado pobreza de consumo, en el que ubica a 68% de la población que consume menos de 2.000 calorías diarias por día. Esto es que la inseguridad alimentaria y de la precariedad de los servicios se ha convertido un factor igualador en el país, no hay notables diferencias entre los sectores más pobres y más ricos en estos aspectos, según concluye el artículo del diario El País. Si bien los que tienen mayores ingresos comen cinco veces más carne que los que los más pobres, la mayoría de la población consume por debajo del requerimiento proteico recomendado de 51 gramos al día, agrega la medición, que también consigna que apenas el 32% de los habitantes lo alcanza. Otro dato alarmante que arroja el estudio de las universidades se posa en los datos antropométricos de desnutrición infantil, los cuales indican que el 30% de los menores de cinco años, aproximadamente 639.000 niños, presenta desnutrición crónica o talla baja, un porcentaje que está muy por encima de los vecinos de la región y que solo es superado por Guatemala.
Ante esta imagen que devuelve Venezuela, ¿alguien en la Argentina puede pensar que ese modelo es viable para nuestro país?