Editorial

El legado de Belgrano

Cada vez que en la Argentina se celebra el Día de la Bandera la reflexión obligada gira en torno a su creador, Manuel Belgrano, uno de los próceres de la historia nacional que ha dejado un importante legado en materia de pensamientos pero también en el universo simbólico de los gestos. Quizás la más importante de sus decisiones en la que claramente antepone los intereses de la por aquel entonces incipiente nación por sobre los personales fue el destino que le dio a los 40.000 pesos que recibió como premio por los triunfos en las batallas independentistas de Tucumán y Salta. La Asamblea del Año XIII resolvió conceder a Belgrano 40.000 pesos oro pero no lo utilizó para cubrir sus gastos o aumentar su patrimonio sino que lo donó para financiar la construcción de cuatro escuelas públicas ubicadas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero.

¿Cuántos políticos argentinos de la actualidad o de nuestra historia reciente han adoptado una actitud similar? Difícil encontrar un nombre con un gesto idéntico en tiempos donde, por ejemplo, los diputados nacionales se disputan los dineros que "les corresponden" para cubrir gastos de viáticos a pesar de que viven a 10 cuadras del Congreso. En la Argentina se destacan, lamentablemente, los políticos con grandes fortunas personales que luego se traducen en fastuosas mansiones y niveles de vida muy por encima de sus ingresos formales. Su crecimiento patrimonial no se explican en términos de transparencia sino que, la única forma de entender porque se vuelven millonarios, es mediante las sombras de la corrupción. Y esto también es posible porque no pocos jueces, desde el más importante hacia abajo, no muestran compromiso con su labor y, al igual que los árbitros de fútbol que van sacando los partidos con la premisa de terminar sin demasiados problemas lo que incluye hacer la vista gorda a determinadas situaciones, congelan las causas polémicas. 

Por una cuestión de conveniencia y de supervivencia, el Poder Judicial solo avanzó contra la corrupción con el cambio de gobierno a finales de 2015. Así, el legado del kirchnerismo muy lejos está de tener puntos en común con la herencia de Belgrano. Las figuras de Julio De Vido, José López, Cristóbal López, Ricardo Echegaray y Lázaro Báez contrastan hasta lo inimaginable el prócer que murió un día como hoy pero del año 1820, cuando tenía 50 años. 

Al parecer Belgrano, el creador de la Bandera de la Argentina, es un pintoresco héroe de la Patria del que hablamos muy bien el 27 de febrero, fecha en que presentó nuestro mayor símbolo patrio a la vera del Río Paraná a la altura de Rosario, o el 20 de Junio cuando se conmemora el aniversario de su muerte.

A contramano de los políticos del momento que se dan la gran vida a partir de su paso y, en ocasiones permanencias eternas en el Estado -¿cuántos legisladores llevan más de 15 años como tal?-, Belgrano murió en la pobreza total en una Buenos Aires asolada por la guerra civil que llegó a tener el 20 de junio de 1820 tres gobernadores distintos. 

Su vida no parece inspirar a los políticos nuestros de cada día, dispuestos a exprimir al Estado sea municipal, provincial o nacional hasta lo imposible, aprovechando para colar en sus pliegues a familiares y amigos que de esta manera no sufren por conseguir un primer empleo como cualquier hijo de vecino. 

Hoy día los funcionarios o legisladores de todos los niveles capitalizan cualquier obra, financiada por los fondos de los contribuyentes, para perpetuarse en una foto. Y mediante los trucos de la comunicación política, pareciera que los ciudadanos deberían rendir, casi al punto de arrodillarse, pleitesía por esa obra que ellos mismos pagaron. Demasiado reconocimiento a esos políticos que simplemente cumplieron una parte del "contrato social" con la gente, es lo que tienen que hacer y punto.

Hay otra acción de Belgrano cuya estela llega hasta la actualidad. Pigna cuenta que fue el redactor de un moderno reglamento para estas escuelas que postulaba, en su artículo primero, que el maestro de escuela debe ser bien remunerado por ser su tarea una de las más importantes de las que se puedan ejercer. Esta mirada estratégica que revaloriza el rol docente se contrapone con lo que, desde hace décadas, se manifiesta en la Argentina donde los docentes deben salir a la calle y recurrir a la protesta para pelear por un salario digno. 

De todos modos, más allá de los gestos y su mensaje del deber ser, Belgrano nos dejó una bonita bandera que hoy se luce en las casas, comercios, avenidas y plazas. Será por el Mundial de Fútbol. Pero lo importante es que nos renuevan el sentimiento de la argentinidad. Debería también flamear a pleno en los corazones, principalmente de aquellos que ocupan cargos públicos que, con sus decisiones, tienen el poder de cambiar la vida de los argentinos. 









 

Autor: REDACCION

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