Suplemento Economía

El Gobierno no descarta fijar un tipo de cambio múltiple formal

El tipo de cambio estuvo siempre en el centro de la escena del modelo económico de la administración actual. En un principio, la depreciación real de nuestra moneda generó una verdadera barrera de protección cambiaria que, sumada a los salarios deprimidos y a la capacidad ociosa existente, forjaron un espacio de rentabilidad que dinamizó algunos sectores productores domésticos; sobre todo aquellos capaces de sustituir importaciones. Los sectores industriales dirigidos al mercado interno prosperaron bajo la protección del dólar “caro” y generaron empleo. El crecimiento del empleo impulsó los sueldos y la masa salarial, estimulando la expansión del consumo, la demanda agregada y el nivel de actividad.

En los primeros años, el dólar “caro” fue mantenido con superávit fiscal, emisión monetaria y endeudamiento interno. Parte del exceso de dólares fue adquirido con ahorro del sector público y parte con emisión monetaria, que a su vez era absorbida con emisión de LEBACs y NOBACs. 

Dado el estímulo fiscal crecientemente expansivo y la desaparición del superávit primario, el dólar “caro” se dejó de mantener con ahorro público y sólo se sostuvo con emisión monetaria. La combinación de política monetaria y fiscal expansiva, salarios crecientes (por fuerte poder de negociación sindical) e insuficiente inversión aceleraron el aumento del nivel general de precios; y el tipo de cambio real o dólar caro se fue erosionando. El tipo de cambio real se apreció casi un 40% entre 2007 y 2011. En pocas palabras, la inflación abarató relativamente al dólar y se deglutió al tipo de cambio real depreciado. 

Las retenciones a las exportaciones, el congelamiento de tarifas, los subsidios y las compensaciones han creado un sistema discrecional de tipo de cambio múltiple no formal; tendiente a compensar la apreciación real cambiaria contra la divisa norteamericana.

Ahora bien, la aceleración de la inflación, la política de tipo de cambio nominal cuasi fijo contra el dólar y el actual abaratamiento del real (que ahora se deprecia en lugar de apreciarse nominalmente contra el dólar), deterioran el esquema de tipo de cambio múltiple no formal. Las retenciones, el congelamiento de tarifas, los subsidios y las compensaciones ya no alcanzarían para compensar la apreciación cambiaria contra el dólar y el real, por lo menos en lo que respecta a las expectativas de devaluación. Así lo sugeriría la cotización del dólar “blue” y del dólar “contado con liqui”, cuyas brechas cambiarias se ensanchan con respecto al dólar oficial y muestran que los agentes económicos se encuentran dispuestos a pagar hasta un peso de más por dólar en relación al tipo de cambio oficial.

Sin embargo, muy probablemente la actual administración no estaría predispuesta a volver a un esquema de tipo de cambio único y no estaría convencida de aplicar una devaluación uniforme porque, según su punto de vista, podría acelerar la velocidad del incremento del nivel general de precios.

En pocas palabras, parecería poco probable que el gobierno oficializara una depreciación nominal de, por ejemplo, 25% y eleve el tipo de cambio nominal a 5.50 pesos por dólar en forma uniforme para toda la economía. Aunque la Sra. Presidenta aclaró que no tomarían medidas extraordinarias, sigue latente la probabilidad de que se establezca un tipo de cambio múltiple formal que podría tener dos o tres tipos de cambio diferenciados.

Los dos ejes serían un tipo de cambio “bajo” para los bienes de capital e insumos intermedios importados de algunos sectores y para bienes que componen la canasta de consumo de la clase trabajadora. Al mismo tiempo, otro tipo de cambio “alto” para proteger la industria sustitutiva e incentivar las exportaciones no tradicionales (no para el campo). Si los ejes fueran tres, también podría implementarse un tipo de cambio financiero aún más elevado para el pago de amortizaciones e intereses de deuda, así como para el pago de dividendos y royalties al exterior.

Todo este sistema formal de tipos de cambios diferenciados sería reforzado por políticas activas capaces de brindar más especificidad al tipo de cambio de cada sector. Es decir, se podrían aplicar instrumentos de política industrial y de crédito que contribuyan con el desarrollo de cada sector. Hasta se podría implementar una modificación del esquema de retenciones que no sólo desvincule los precios domésticos de los internacionales, sino que además contribuya a redefinir el patrón de producción primaria bajando los costos de producción en los campos periféricos.


ANTECEDENTES 

Ahora bien, no sería la primera vez que se establecerían esquemas de tipo de cambio múltiples formales en Argentina. A modo de ejemplo se puede mencionar que en la década del ‘80 hubo dos casos emblemáticos de desdoblamiento cambiario: el plan primavera del gobierno de Alfonsín y el desdoblamiento cambiario de Lorenzo Sigaut a comienzos de la década. En ambas ocasiones el desdoblamiento cambiario duró aproximadamente 6 meses y no sirvió ni para detener las presiones devaluatorias ni para contener la inflación.

Sin embargo, no se puede dejar de mencionar que los desdoblamientos cambiarios de los años 80 fueron aplicados en contextos macroeconómicos diametralmente opuestos a los actuales, porque fueron aplicados en un contexto de escasez de dólares. 

La coyuntura actual es diametralmente opuesta. El BCRA tiene reservas y entran dólares desde el exterior como resultado de los favorables términos de intercambio. Al mismo tiempo, el déficit fiscal del Tesoro ascendería tan sólo a 1% del PBI y el BCRA no tiene déficit cuasi fiscal.

En pocas palabras, en términos comparativos, esta oportunidad sería la primera vez que el desdoblamiento cambiario se aplicaría en un contexto “con” dólares y una situación fiscal manejable y que no está desbordada, lo cual le brindaría al sistema mayores chances de perdurabilidad en relación a las experiencias pasadas. Sin embargo, esta probabilidad de perdurabilidad se reduciría a medida que el desequilibrio fiscal creciera junto con la inflación.

Lo que si hay que destacar que la formalización del sistema de cambio múltiple podría ser un elemento positivo para contribuir al relajamiento de las trabas a las importaciones, ya que al dotar de dólares al BCRA (por diferencia de cambio) y encarecer el dólar para algunos sectores y actores económicos, permitiría flexibilizar el cepo cambiario, mitigando la desaceleración del nivel de actividad.


Autor: Redacción

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