En nuestro extenso territorio nacional y en las épocas de intensa sequía, el fuego arrasa con una incalculable cantidad de hectáreas en diferentes provincias.
El clima, sin embargo, es apenas uno de los factores que provoca ese tipo de fenómenos, que en la actualidad, están padeciendo más de una decena de provincias argentinas.
Hay otros agentes que también contribuyen a extender las zonas quemadas por el avance de las llamas, como el viento, pero lamentablemente, el de mayor preocupación es el de la intencionalidad.
Se estima que más del novena por ciento de los focos ígneos son provocados por la irresponsabilidad o en el ensañamiento del hombre.
El dato es alarmante y está claro que no existe una solución a esas actitudes, a pesar de las investigaciones que realizan las autoridades en cada distrito.
Por una cuestión de proximidad geográfica y difusión en los medios, es normal que tengan mayor trascendencia para nosotros los que se declararon en las provincias de Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe.
La situación más angustiante se vive desde hace bastante tiempo en Córdoba, por la magnitud de las llamas, que pusieron en jaque a varias poblaciones, obligando a un denodado y conmovedor esfuerzo de los bomberos y los habitantes de las regiones más comprometidas en Punilla.
El fuego consume todo a su paso y siempre deja un saldo dramático, por los daños que ocasiona entre las personas, especialmente los materiales, pero también en la fauna y en la flora.
Los animales, que en este tipo de circunstancias están atrapados en su hábitat natural, quedan virtualmente condenados a morir por las altas temperatura, además del aire viciado e irrespirable.
En el sur de nuestra provincia, el humo de los grandes incendios originados en Entre Ríos, también se constituyeron en un riesgo para la salud de la gente, como fue denunciado oportunamente.
También hay zonas afectadas en el territorio santafesino, pero no en la misma proporción como las ya señaladas de los dos estados vecinos.
En los últimos días, también denunciaron ese tipo de situaciones los gobiernos de Corrientes, Salta y La Rioja. Se asegura que los mismos podrían llegar a controlarse sin mayores dificultades, pero también se reconoce que serán importantes las pérdidas materiales.
Los incendios forestales, de acuerdo con el informe del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, a raíz de las escasas precipitaciones no son de sencillo control para los voluntarios que los combaten.
Además, tienen que hacerlo, en la mayoría de los casos, apelando a los escasos recursos que disponen y arriesgando sus propias vidas como servidores.
La lista, no obstante, sigue ampliándose, porque también se reportaron nuevos focos en las provincias de Catamarca, Tucumán, Misiones y obviamente, en Buenos Aires, donde ardieron los pastizales de la Reserva Natural.
El tantas veces señalado calentamiento global, también contribuye de manera importante en la propagación de los incendios, que en los últimos años han superado todos los antecedentes en el mundo entero.
Las imágenes satelitales que se difundieron en su momento de lo ocurrido en Australia, fueron increíbles, porque le dieron al ojo humo la posibilidad de observar un panorama dantesco.
Lo propio había sucedido con el gigantesco incendio de la región Amazónica, considerada el pulmón más grande del planeta, que hoy está nuevamente afectada por el fuego.
En ambos casos, sembraron temor y provocaron varios millonarios en dos de las superficies de mayor extensión en el globo.
Desde todos los organismos internacionales de medio ambiente, se insiste con mensajes claros acerca del perjuicio que ocasiona la tala indiscriminada de árboles, pero los intereses económicos pueden más que las reiteradas y contundentes recomendaciones.
En estos tiempos, donde la pandemia es seguramente el tema más preocupante en todas las latitudes de este mundo tan convulsionado, los incendios deben merecer también una atención especial.
No es un dato menor, porque están en juego muchas cosas, no solamente la salud de las personas y la supervivencia de diferentes especies, muchas autóctonas y en serio peligro de extinción.
Es muy difícil concientizar a los piromaníacos de los riesgos que ocasionan a partir de sus inexplicables impulsos, pero habrá que seguir intentándolo.
Seguramente, con la aplicaciones durísimas para aquellos que sean detenidos por ocasionar los incendios, como está virtualmente confirmado, aunque no aparezcan casi nunca los culpables.
Argentina hoy está padeciendo también esa situación no deseada en la mitad de sus provincias. Una más entre tantas, como las relacionadas con la salud, la economía y la inseguridad, pero a la que no se le otorga la trascendencia necesaria en un tiempo donde las prioridades son muy distintas.