Editorial

El empleo público

Un informe muy interesante, y que además da lugar a una serie de análisis y reflexiones respecto al empleo público, fue el difundido por el Instituto para el Desarrollo Argentino (IDESA), de acuerdo con el cual está creciendo a razón de cinco veces más que la población. Y tal circunstancia se registra, a pesar de los acelerados avances de la tecnología que tienden a achicar la necesidad de mano de obra, dándose en el área pública exactamente lo contrario, caracterizándose por un cada más intensivo requerimiento del elemento humano.

Es que en el empleo público confluyen varias razones muy fuertes para este concentrado poder de acumulación, pues por un lado aparece la necesidad política del gobierno de turno de dar lugar a su gente, no sólo para contar con lealtad sino también para pagar favores, pero además, en muchos sitios el empleo público es poco menos que la única alternativa laboral de mucha gente, que sobrevive merced a esta posibilidad. Es así entonces, que la expansión de este sector es cinco veces más veloz que el crecimiento de la población.

Se destaca que entre los años 1997 y 2011 los empleados públicos de nivel nacional, pasaron de 720 mil a 1,5 millón, con una tasa de crecimiento de 5% anual, mientras que la población en ese mismo período creció a razón del 1% anual, quedando de tal modo claramente reflejado en las estadísticas lo que se vino sosteniendo.

Se destaca en el análisis de IDESA, que "el fuerte crecimiento del empleo público no constituiría síntoma de un problema si formara parte de una mejora sustantiva de los servicios estatales, pero las evidencias muestran que es creciente el uso que hace la población de instituciones privadas para acceder a los servicios públicos", pudiéndose mencionar por ejemplo que la cantidad de alumnos en las escuelas públicas se redujo en los últimos 15 años, ya que en un cuarto de las familias hace un importante esfuerzo para que sus hijos asistan accedan a la educación privada.

En las conclusiones obtenidas tras el estudio de situación, se señala que "es de importancia estratégica cambiar la gestión de los recursos humanos en el Estado. Para lo cual se debería adoptar el criterio de que todo ingreso al sector público tiene que estar avalado por una necesidad objetiva, la selección en base a procedimientos transparentes y la permanencia sujeta a evaluación de desempeño. Tan importante como esto es iniciar el proceso para que los salarios y demás condiciones laborales del empleo público converjan con las que prevalecen en el sector privado".

Depuración en Brasil

En poco más de su primer año de gestión al frente del gobierno de Brasil, Dilma Rousseff ya produjo el alejamiento de siete de sus ministros, que por ella misma habían sido designados. Es que todo aquel denunciado, o siquiera sospechado, por actos de corrupción, ya no tiene lugar en su administración, adoptándose un criterio absolutamente diferente que, por ejemplo, en nuestro país, donde siempre se dice "que se expida la Justicia", cuando en realidad aquí y en estos casos, las demoras son tan amplias que no podrían incluso darse dentro de un mandato y por lo tanto, nadie deja su cargo.

En esta ocasión quien debió dejar el gobierno fue el ministro de Ciudades, Mario Negromonte, quien estaba al frente de las obras clave, es decir las más importantes y costosas para el Campeonato Mundial de Fútbol que se jugará en el vecino país en 2014.

Al asistir al Congreso, Negromonte sostuvo que "todo se encontraba bajo investigación y que era víctima de una campaña mediática", argumentos muy similares a los que se utilizan en estos casos en nuestro país. Aunque en Brasil, y por decisión de la presidenta Rousseff, de poco le valieron, tal como antes corrieron igual destino los ministros de Presidencia, Transportes, Agricultura, Turismo, Deportes y Trabajo. 

Las denuncias en contra de Negromonte fueron publicadas en los medios, sosteniendo que existieron maniobras orientadas a beneficiar a empresarios en recientes licitaciones del Ministerio de Ciudades, las cuales fueron suficientes para que Negromonte dejara el gobierno, tal como otros seis ministros anteriores. 

Esta enérgica actitud de Rousseff le ha permitido gozar de un cada vez mayor respaldo y popularidad entre la población brasileña, gozando del 54% de apoyo, que es mayor que el que había tenido su antecesor Lula luego de su primer año de gobierno.

Autor: Redacción

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