Editorial

El empleo en picada

La pandemia del Covid-19 está en pleno auge y aún con una incierta perspectiva sobre su desenlace final, y más que eso sobre sus consecuencias, sobre las cuales no existen dudas que serán sumamente importantes en todos los aspectos. Uno de ellos, decisivo en cuanto a la movilidad social, es el ámbito laboral, pues del mismo depende prácticamente toda la economía,ya que sin trabajo no hay producción y sin esta no sólo no se genera riqueza, sino tampoco existe la posibilidad de una supervivencia digna.

El mercado laboral se encuentra hoy con un singular deterioro en casi todo el mundo, con caídas que eran impensadas al comenzar el año, pudiéndose tomar como ejemplo los Estados Unidos -mayor potencia económica del planeta-, donde se han agregado en estas dos últimas semanas 10 millones de solicitudes de subsidios por desempleo, clarísimo ejemplo no sólo del presente sino de lo que se viene en lo inmediato, ya que los daños provocados por el coronavirus recién ahora están alcanzando los mayores efectos, no sólo en cantidad de contagiados y muertos, sino también en la parálisis que significa el aislamiento provocado por las cuarentenas.

Es cierto que Estados Unidos -y varios otros países que adoptaron igual postura, como Inglaterra, México y Brasil- trataron de privilegiar la actividad económica por sobre la salud de la población, pero la realidad finalmente los obligó a actuar en contrario, por lo cual aún con las declamaciones de sus líderes Trump, Johnson, López Obrador y Bolsonaro, las economías de sus países se han resentido fuertemente con la consecuente pérdida de empleos.

Existe coincidencia en cambio,tanto en aquellos países con postura en favor de la economía como quienes ponen todas sus fichas en favor de la salud, que el más grave problema por resolver será el desempleo. Serio y comprometido para aquellas economías más fuertes, pero muchísimo peor aún para aquellas otras en situación de debilidad, en muchos casos extremas, como lo es en la Argentina.

Justamente aquí se habla que el desempleo estará en el orden del 13%, pero que será sólo por la decisión del gobierno nacional que mediante un DNU prohibió los despidos y suspensiones de personal durante los próximos 60 días. De todos modos, aún sin estas instancias extremas en curso, el dilema para una amplia mayoría será obtener los recursos para poder afrontar el pago de sueldos, ya que la parálisis económica es casi absoluta.

España, que en el mes de marzo tuvo un récord de despidos de 1,5 millón, también adoptó igual medida que la Argentina, prohibiendo los despidos.

Aún cuando muy pocos se atreven de hablar de plazos precisos, los que por otra parte ahora están siendo prácticamente pasados a segundo plano por la catastrófica realidad, la situación al menos en el plano laboral hay que extenderla hasta fines de año. Y con mayor razón en nuestro país, donde el problema ya venía enquistado desde antes de este verdadero tsunami que es el coronavirus, y por lo tanto, no sólo se deberán superar los problemas causados ahora, sino también las deficiencias que venían de antaño.

En ese sentido, tal vez se produzca el cambio que nuestro hábitat necesita y que los líderes mundiales, siempre por intereses sectoriales fueron posponiendo, pero que ahora será la propia naturaleza la que los propicie.

En el ámbito laboral en cambio todo estará más en manos de los hombres, que también deberían ser llamados a la reflexión, pero que más temprano o más tarde, seguramente encontrarán una salida para todo vuelva a regresar al cauce de la normalidad. Aunque, también debe decirse, se deberán implementar muchos cambios aquí en la Argentina, pues de lo contrario nunca abandonaremos la mediocridad y el fracaso que se fueron alternando estas últimas décadas.

 Es de imaginar por ejemplo que si una reforma laboral resultaba indispensable antes, mucho más lo será en el futuro, cuando sean las propias plantas generadoras de trabajo las que deban recomponerse. Antes que eso ocurra, demandará un lapso más que prolongado, por lo cual la tarea por delante será ardua y llena de obstáculos, quedando además nulo margen para ciertos sectores privilegiados que hoy siguen existiendo como si nada.

Esta crisis es absolutamente diferente que las anteriores vividas en el mundo y también en nuestro país, pues las razones están fuera del control de los hombres, lo que tal vez produzca algún cambio importante en todo sentido, por ejemplo en la distribución de la riqueza -estrechamente vinculado al mercado del trabajo-, ya que no es posible como ahora que el 5% de los habitantes posean mayores recursos que todo el 95% restante. Y también un cambio radical en la preservación del globo terráqueo, en vías de destrucción por la acción del hombre, y que en este presente, con apenas unas semanas de reducción de actividad, está recuperando el verde y la transparencia de las aguas.  

Autor: REDACCION

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