Editorial

El efecto Lacalle Pou

El pasado domingo hubo elecciones parlamentarias en Uruguay, con resultados que avalan claramente la política que viene implementando el presidente del vecino país, Luis Lacalle Pou.

Desde hace poco más de treinta años no se advertían tierra oriental una cantidad tan importante de intendencias que consagraron a los representantes del Partido Nacional, que consiguió en las urnas nada menos que 15 victorias, para que el mapa electoral quede pintado más que nunca de blanco y celeste, los colores que identifican al partido del actual jefe de Estado.

Para encontrar un dato tan contundente como el registrado el fin de semana, es necesario remontarse al año 1989, cuando los "blancos" perdieron solamente en tres distritos, uno de ellos, el más importante, Montevideo, donde Tabaré Vázquez fue el primer intendente de izquierda de la capital, lugar desde el que se proyectó más adelante, por los colorados, a la Presidencia de la Nación.

La buena gestión de Lacalle Pou, no solamente le permitió a sus aliados retener los doce gobiernos que estaban en juego, sino además sumar otros tres, que estaban en poder del Frente Amplio, entre ellos los de Paysandú, Río Negro y Rocha, como consecuencia de haber obtenido en todo el interior casi 59.000 votos más que en 2015.

Sin embargo, continúan en manos de la izquierda, Montevideo, Salto y Canelones, mientras que el partido colorado sigue gobernando en Rivera, quedando en claro que dentro de un mismo país existen dos tendencias bien marcadas. Por un lado, la izquierda es urbana y ratifica su fuerza en el área metropolitana, en tanto que en la mayor parte del interior los que prevalecen son los integrantes de la actualmente llamada coalición multicolor.

Los analistas uruguayos reconocen la existencia de vínculos históricos con el interior, inclusive con una prevalencia en algunos departamentos que viene arrastrando desde hace nada menos que siete décadas, como en Cerro Largo, Durazno, Flores y San José.

Las estadísticas, en ese aspecto, son irrefutables y no admiten una doble lectura. Pero también señalan que la imagen positiva del gobierno de Lacalle Pou fue determinante para inclinar la balanza en aquellas regiones que no les resultaban afines hasta el momento de su asunción.

Uno de los datos que exime de mayores comentarios es el de Maldonado, donde se encuentra el balneario uruguayo más emblemático, el de Punta del Este, donde hace no hace muchos años ganaba por un margen considerable la izquierda, hasta que fue derrotada por una mínima diferencia en 2015, para caer de manera aplastante el domingo.

Los tres departamentos que se sumaron al Partido Nacional, como ya quedó expuesto, fueron los de Paysandú, Río Negro y Rocha. En el primero, separado por el Puente Internacional con la ciudad entrerriana de Colón, los blancos -aliados con Cabildo Abierto, el Partido de la Gente y un grupo de colorados no orgánicos- ganaron por más diferencia de la prevista: 38.488 votos contra 32.322 del Frente Amplio, mientras que los colorados solamente reunieron 3.054.

En el caso de Río Negro, el Partido Nacional contabilizó 17.747 voluntades, contra 15.998 del Frente, revirtiendo lo ocurrido en 2015, cuando habían sido derrotados por apenas 237 sufragios, en tanto que los colorados sumaron 2.444 y Cabildo Abierto apenas 772.

Finalmente, también le dio resultado la coalición a los blancos con los representantes de Cabildo Abierto y algunos del Partido Colorado, que terminó con el dominio ejercido en los últimos 15 años por la izquierda, a la que derrotó en los cómputos generales por 23.824 votos contra 22.458.

En definitiva, la tracción generada por Luis Lacalle Pou, el joven uruguayo de 47 años, resultó determinante. El actual Presidente, que asumió el 1 de marzo de este año, luego de haber estado al frente de la Cámara de Representantes y de haberse desempeñado como senador entre 2015 y 2019, tuvo un amplio respaldo de su pueblo en poco más de medio año como primer mandatario de un país que hoy es un ejemplo a seguir, en varios aspectos, para la mayoría de las naciones Latinoamericanas.

No es casualidad que en las urnas se hayan repartido premios y castigos. Es algo que sucede en este tipo de circunstancias, donde se valoran más a las personas que a lo partidos.

En ese sentido, la adhesión al gobierno de Lacalle Pou se puso de manifiesto aún en tiempos de extrema dificultad como consecuencia de la pandemia, que no solamente puso en jaque a la salud, sino también a la economía.

Quedó evidenciado, con el pronunciamiento de las urnas, que la estrategia fue acertada en dos temas que siguen preocupando, habida cuenta que mientras no aparezca la tan ansiada vacuna, todas las soluciones que puedan aportarse no resultarán suficientes, aunque en este caso puntual sean consideradas un buen paliativo para tantas dificultades.

Autor: REDACCION

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web