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El Día del Carpintero y del Artesano

Este sábado 19 de marzo se celebra el Día del Carpintero, una de las festividades más importantes de la Argentina que le rinde tributo a uno de los oficios más antiguos y populares del mundo. Esta fecha se conmemora debido a José de Arimatea, padre de Jesús de Nazareth, que según dicen las antiguas escrituras era carpintero y en honor a este se celebra esta efeméride.
La Iglesia Católica celebra en esta fecha el Día de San José, a quien se lo considera como el símbolo de la carpintería y la artesanía. A su vez, es catalogado el custodio de la Sagrada Familia y el patrón de los obreros, debido a la dedicación con la que ejercía su oficio.
La carpintería es tomada como un arte por su material noble y el gran trabajo que se puede crear desde la madera. La mayor parte de los trabajadores del sector se dedican a crear las piezas, le dan forma y generan el producto final, luego de un arduo trabajo que incluye el ensamblado de las piezas, el lijado y el lustrado, entre otras actividades.
El carpintero es la persona dedicada al oficio del trabajo de la madera, ya sea de forma independiente o como un obrero en una empresa. 
Hoy también es el Día del Artesano. En cada pueblo o ciudad del mundo también encontramos a personas que realizan esculturas, tallado en madera, adornos, pinturas y muchas otras cosas más. Son los genios creadores que mantienen el arte y la cultura tradicional de cada región del mundo, los artesanos.
Por caso, la Municipalidad de Rafaela informa que de cara al Día Internacional de la Artesana y el Artesano, durante este sábado y mañana domingo, a partir de las 17:30, en la Plaza 25 de Mayo, se llevará a cabo una nueva edición especial de Plaza Feria.
De este modo, durante el día sábado, quienes se acerquen al centro, podrán disfrutar del paseo, la exposición y Dj´s en vivo. Mientras que, durante la tarde del domingo, se desarrollarán espectáculos musicales y diversas propuestas gastronómicas. Al igual que en las ediciones anteriores, la entrada será libre y gratuita. 
Se recuerda que a través de Plaza Feria -espacio de exposición y venta de productos artesanales, de arte y diseño-, la Secretaría de Cultura del Municipio busca ampliar las posibilidades laborales y artísticas a realizadores locales, fomentando el enriquecimiento de la oferta cultural y de esparcimiento para la comunidad.

UN POCO DE HISTORIA 
Según Lucrecio las herramientas hicieron posible la industria forestal y la carpintería al permitir talar árboles, cortar la madera, desbastarla e incluso labrarla con el taladro, el formón y la gubia. Sin embargo esta relación, como se ha puesto de relieve recientemente no ha sido casi nunca sostenible porque provocaba un círculo vicioso de consumo y destrucción, señala el arquitecto Enrique Peraza al abordar la evolución de la actividad.
En efecto, para obtener metales se utilizó hasta el siglo XVII la leña y el carbón vegetal, lo cual arrasaba bosques enteros. La propia minería consumía grandes cantidades de madera. La existencia de herramientas metálicas favorecía las otras dos grandes aplicaciones de la madera, la industria naval y la construcción civil (ladrillos cocidos y vigas de madera), por lo que se hacían necesarias nuevas y abundantes talas. Las talas indiscriminadas y abusivas tuvieron en la antigüedad importantes repercusiones ecológicas y cambiaron la superficie de la tierra, los ríos y las ciudades. Mientras fue el materia prima básica, la madera fue un recurso 
Ya los romanos se organizaban en sociedades obreras, que funcionaban no tanto como sindicatos sino como clubs sociales: organizaban sus fiestas e intercambiaban experiencias. Cada nuevo miembro, en este caso cada nuevo carpintero, pagaba una cuota de entrada; junto con los recursos de mecenazgo, estas rentas de cofradía permitían a sus miembros darse alegres banquetes y asegurarse unos funerales decentes, a los que seguía también un banquete.
Los gremios de la Edad Media nacen en cambio como consecuencia del estado social de la época. Se trata de hermandades o cofradías con finalidades cooperativas, de defensa propia y con carácter religioso. Sus miembros están jerarquizados y existe una rudimentaria formación reglada con aprendizaje y exámenes. Entre ellos se establecen reglas laborales próximas a nuestros actuales ‘convenios colectivos’. Los salarios solían estar fijados y eran revisados por
el gobierno. De todas formas se parecían a los romanos en su gusto por los banquetes y funerales.
Eran herméticos y en el fondo constituían monopolios exclusivistas y proteccionistas. El gremio de carpinteros tenía en algunas ciudades la obligación de apagar los incendios seguramente por aquello de que ‘el que la hace la paga’. La jerarquía de mayor a menor era: alcalde, veedor, inspector y examinador. El último eslabón era el aprendiz, mozo de oficio o peón. Desde los árabes se mantiene la distinción entre alarifes o constructores (más parecidos a los arquitectos o aparejadores de ahora) y artesanos, herreros, tejeros, albañiles, canteros, y carpinteros, aunque estos dos últimos oficios podían llegar a unificarse. Los grupos más importantes eran los carpinteros de lo prieto (los que hacían ruedas y carros) y los carpinteros de ribera (que fabricaban barcos).
Los carpinteros eran un grupo creativo y especializado. Los había torneros, carreteros, de lo blanco, de ribera o carpinteros a secas. Los carpinteros se diferenciaban de los aserraderos o fragueros y formaban parte de lo que hoy denominamos segunda transformación o elaboración de la madera.
Los primeros estatutos que conocemos son los franceses de finales del siglo XIV y distinguían entre mueblistas (menuiseures) y carpinteros de armar (charpentiers). Sus estatutos estuvieron vigentes hasta 1645 momento en que se reformaron hasta su eliminación, los gremios. En ellos se establecía que un maestro no podía tener más que un aprendiz. El aprendizaje duraba 6 años y se terminaba con una especie de trabajo fin de carrera que examinaba un jurado. El jurado estaba compuesto por 6 miembros y un síndico elegido democráticamente. Cada maestro recibía 4 veces al año visitas del jurado que se aseguraban así del aprovechamiento del aprendiz y las condiciones de trabajo. Si el jurado no estaba conforme con algo se podía retirar la licencia al artesano. Se revisaba la marca con que se ‘firmaban’ las obras porque cada uno tenía la suya.
El carpintero debía poseer ciertas nociones de aritmética y de geometría descriptiva para poder trazar planos. Durante la Edad Media, las grandes obras, como las catedrales, estaban a cargo de un maestro constructor, que diseñaba los planos de obra y de carpintería y a quien estaban sujetos los demás oficios, entre ellos los de carpintería y vidriería. El maestro contrataba, despedía y pagaba a los equipos, los cuales sin embargo, mantenían su autonomía y firmaban muchas veces sus obras.
La Ilustración se encargaría de liquidar el sistema pero también de darnos a conocer el estado del arte de la carpintería gracias a la Enciclopedia. En los siglos XIX y XX tanta exigencia dejó además de tener sentido ante la disminución del
trabajo; el hierro empezó a imponerse como material de construcción.
Al principio las cuadrillas eran itinerantes; cuando creció la demanda los carpinteros se hicieron sedentarios, ocupándose
de hacer vender su trabajo y sus productos en el mercado. Era frecuente el uso de esclavos. 
Desde la Edad Media, excepto el oficio de armas, que estaba bien pagado, los demás obreros vivían mezquinamente. Para aquella minoría adinerada y poderosa trabajaban todos los oficios y en particular los carpinteros. Además de estos clientes laicos muchos trabajaban exclusivamente para los monasterios y la Iglesia, donde se exigía un alto nivel de calidad. El nivel técnico alcanzado era altísimo como lo prueba la pervivencia de muchísimas obras a lo largo de siglos.
Los pagos (en dinero o en especies) se hacían en tres plazos: al comenzar, a la mitad y al acabar las obras. Otro sistema era el de certificación y pago de partes realizadas. La jornada de trabajo no se sabe con certeza aunque se supone que era de sol a sol.


Autor: REDACCION

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