Editorial

El caso Brasil

En diversas ocasiones, pocos meses atrás, nos ocupamos desde esta sección editorial en destacar algunas bondades de la economía de Brasil, la sexta del mundo por su volumen, aunque por las actuales condiciones que parecen haber revertido de manera contundente su condición expansiva por una fuerte retracción, no sería extraño que en poco tiempo vuelva al séptimo lugar. En esta ocasión, y después de una serie de acontecimientos que pusieron al descubierto no sólo un endeble estado de su economía sino también el estado de ebullición de la protesta social, debemos hacer exactamente lo contrario. Es decir, que aquella presidenta Dilma Rousseff que se mostraba determinante en echar a los miembros de su gobierno sospechados de corrupción -de tal modo les reclamó la renuncia a 8 ministros-, y que a la par adoptaba medidas drásticas para enfrentar una inflación oscilante en los 6 puntos, al parecer estaba sobre un pedestal bastante endeble, del que ahora se conocen sus deficiencias.

Sin disimulos y después de las masivas protestas que hubo en casi todo Brasil pocas semanas atrás, encendidas por la mecha de un aumento del 7% en el precio del transporte público pero que se focalizaron en la corrupción y los elevadísimos gastos que se están haciendo por el Campeonato Mundial de Fútbol de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016 -se dice que insumirán 38.000 millones de dólares-, ahora se asegura que durante este lapso de Rousseff a cargo del gobierno, será el menor crecimiento de la economía de los últimos 24 años.

Pero además, la aprobación de Rousseff en las encuestas cayó como por un tobogán, desde que a mediados de junio se produjo la primera manifestación pública en su contra, al ser abucheada en un estadio de fútbol. Allí comenzó este ciclo, aún breve pero muy consistente, en desmedro del respaldo de la Presidenta, a la par que va creciendo considerablemente el costo de vida y se caen los pronósticos de crecimiento de la economía.

"No es oro todo lo que reluce", dice una vieja sentencia popular, que viene al caso para aplicar en lo acontecido en Brasil durante este mandato de Rousseff, que a poco de suceder a Lula, cobró una popularidad muy pocas veces antes vista por medidas que tenían carácter ejemplarizador. Y cuando todo parecía estar encaminado hacia una presidencia realmente destacada, a la cual ya muchos ponían muy por encima de lo anterior realizado por Lula, que también fue innovador, se produjo este desmoronamiento más que inesperado, al menos desde lo que se vislumbraba desde el exterior, ya que de no debe haber sido así para los brasileños, pues el malestar estaba incubándose hasta que se produjo esta especie de explosión social, motorizada a través de las redes sociales, siguiendo el rumbo que con anterioridad se había dado en numerosos países, tales los casos en Africa y Medio Oriente, como así también en España y en nuestro propio país, donde hubo algunas convocatorias masivas generadas a través de esta clase de redes sociales, sin necesidad de otros convocantes.

Los especialistas estiman que el crecimiento económico durante el mandato de Rousseff será de 2,12% de promedio, el más bajo desde la presidencia de Fernando Collor de Mello, quien debió renunciar en 1992 acosado por los casos de corrupción. Durante la presidencia de Lula la expansión económica fue 4,1% de promedio en sus ocho años, con 40 millones de habitantes saliendo de la pobreza.

En este momento están en foco tres problemas centrales en el gobierno brasileño: la disconformidad de la gente con la corrupción, la baja calidad de los servicios públicos y las prioridades del gasto público. En cada uno de ellos se ha puesto toda la atención, tratando de repechar esta avalancha de opinión pública adversa, con una exhaustiva revisión de cada uno de los temas. 

En 2014 habrá elecciones presidenciales en Brasil, y lo que hasta unos meses parecía número puesto que Dilma Rousseff se encaminaba hacia un nuevo período, hoy en cambio está prácticamente sepultado por los acontecimientos referidos, surgiendo la figura de Lula como el más factible para retomar la posta.

Una encuesta realizada por Ibope y publicada en San Pablo, con fecha de realización a mediados de julio, adjudicaba 41% de respaldo para Lula y 30% para Rousseff, lo que aparece marcando una tendencia muy clara, que habrá que ver si se sigue afianzando, o si bien, por el contrario, un fuerte golpe de timón de parte de la Presidenta consigue rectificar este rumbo. La economía, es decisiva.

Autor: REDACCION

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web