"El BCRA enfrenta la crisis cambiaria poniendo toda la “carne al
asador”. Por un lado, el presidente del BCRA sube la tasa de interés
para convencer a los agentes que se “queden” en pesos y así apuntalar la
demanda de dinero, quitándole presión al tipo de cambio y reservas.
Esta medida es positiva y se dirige en el sentido correcto. Hasta
el momento el BCRA ha subido la tasa en forma sostenida del 15% al 30%
anual y todo indica que lo seguirá haciendo", señaló la consultora Economía & Regiones en su último análisis de coyuntura. Lo que sigue es el trabajo en el que pone bajo la lupa lo que sucedió en la Argentina en lo que hace a la crisis del mercado cambiario.
A comienzos de esta semana
la autoridad monetaria convalidó tasas en pesos que oscilan entre el
28.5% y el 30.41%. Recibió ofertas por un total de $14.926
MM.aceptó $11.391 MM, de los cuales $7.566 MM fueron absorción neta. El
total de ofertas recibidas muestran que el mercado responde y está ávido
por hacer colocaciones a tasas de interés más elevadas, lo cual marca
que hay espacio para que el BCRA siga subiendo la tasa.
Y seguramente el BCRA continuará subiendo la tasa. La reciente
devaluación hizo crecer las expectativas de inflación y devaluación en
torno al 40%/45% anual. Hace dos meses se precisaba “sólo” una suba al
35% anual, ahora, con expectativas más elevadas, se requiere que la tasa
de interés se incremente por encima de esas expectativas. Esto
demuestra que cuanto más se tarda en tomar las medidas correctas, más
elevados son los costos.
Por otro lado, el presidente del BCRA, Juan Carlo Fábrega, revivió
una norma suspendida en 2005 para forzar a los bancos a desprenderse de
divisas y “entregárselas” al BCRA. En este sentido, el martes pasado el
Central publicó su Comunicación 5536 a través de la cual se establece
que los bancos no podrán tener una posición global neta de moneda
extranjera superior al 30% de su responsabilidad patrimonial computable
(RCP). A su vez, el presidente del BCRA agregó en la comunicación un
límite del 10% de la RCP para la exposición a contratos futuros de
moneda extranjera.
Con esta medida, la autoridad monetaria consigue que las entidades
financieras vendan gran parte de sus posiciones en dólar billete, en
títulos en dólares y en contratos a dólar futuro. El BCRA establece un
cronograma de aquí a fin de mayo para adecuarse a los nuevos niveles
permitidos: un 25% de la liquidación deberá hacerse este mes, otro
cuarto en marzo, otro tanto en abril y el último tramo en mayo. En otras
palabras, de aquí a mayo el sistema financiero estará vendiendo dólares
por aproximadamente U$D 2.000 / U$D 2.500 millones, con lo cual se
intenta aumentar la oferta de divisas y mantener estable (o bajar) la
cotización del dólar oficial, el dólar contado con liquidación y
también, quizás, el dólar blue.
Esta medida no aumenta las reservas contables del BCRA, pero sí
acrecienta las reservas (netas) que son propiedad del BCRA. ¿Por qué?
Porque cuando un banco tiene una posición en dólares, dicha posición se
encuentra 100% “encajada” formando parte del stock de reservas
contables, pero en realidad son un pasivo del BCRA con las entidades
financieras. De hecho, cuando el banco hace “uso” de esos dólares, se
retiran de su cuenta corriente en el BCRA y se deducen del stock de
reservas. Justamente, esta nueva norma minimiza este riesgo.
¿Qué busca el BCRA con esta nueva norma para los Bancos? Algunos
analistas dicen que el BCRA pretende comprar tiempo en el medio de la
crisis cambiaria para llegar a abril/mayo cuando se liquida la cosecha
de soja. Estos analistas dan por seguro que la liquidación de soja
amortiguará significativamente el drenaje de reservas. No obstante,
creemos que esta visión del “puente” hasta abril y mayo peca de
optimismo. En este sentido, sólo basta recordar que en marzo / julio del
2013 el drenaje de reservas superó en promedio los U$D 1.000 millones
mensuales y la tasa de caída interanual se aceleró significativamente.
Con un plan económico integral esta nueva medida no sólo podría
comprar tiempo, sino también tranquilidad, porque al aumento del stock
de reservas netas le brinda al BCRA más “espalda” para seguir
“aguantando” el drenaje al tipo de cambio de 8 pesos por dólar. Pero
justamente este es el punto en donde comienzan a jugar variables que se
encuentran fuera del dominio del BCRA.
El sostenido exceso de
gasto, el aumento del déficit y el permanente incremento de la
dominancia fiscal son el origen de la actual crisis cambiaria. Para
parar la fuga de reservas y eliminar las presiones cambiarias es
necesario aplicar un plan integral cuyo corazón sea el ajuste fiscal y
la eliminación de la dominancia fiscal. Sin ajuste fiscal y sin
eliminar la dominancia fiscal, no hay chances de éxito.
Hace falta un ajuste que conduzca el superávit primario y el
resultado financiero del SPN a los niveles de 2004. Aquel resultado
fiscal de 2003 y 2004 fue uno de los principales responsables del
descenso de la inflación que cayó de 40% (2002) a 3.7% (2003) y 6.1%
(2004). También fue responsable de la eliminación de las presiones
cambiarias. En este sentido, sólo basta recordar que el tipo de cambio
nominal descendió de 3.85 a 2.75 pesos por dólar de la mano de aquel
ajuste fiscal.
Sin embargo, el ajuste fiscal no depende del BCRA, sino del Ministro
de Economía, Axel Kicillof y de la Presidente. En ese sentido, el Poder Ejecutivo
hasta ahora sólo ha anunciado expansiones de gasto. Es decir, pareciera
que no hay intención de hacer un ajuste, por lo que se pierde la
oportunidad de lograr coordinación entre las medidas implementadas y
alcanzar un plan integral. De perder esta oportunidad, muy difícilmente
se termine teniendo éxito en detener el drenaje de reservas, diluir las
presiones cambiarias y revertir definitivamente la actual crisis
cambiaria.
El mercado percibe la ausencia de coordinación de políticas y la
falta de vocación y decisión para encarar un ajuste fiscal que tiende a
eliminar los desequilibrios macroeconómicos subyacentes detrás de la
crisis cambiaria.
En función a esta descoordinación el sector privado forma sus
expectativas: Si el sector privado forma sus expectativas (adaptativas)
en función a la historia reciente pasada, observa inflación, tasa de devaluación y ritmo de pérdida de reservas
crecientes en el último año. Al mismo tiempo, también observa que la
liquidación de la cosecha de soja del año pasado no sirvió en absoluto
para mitigar la crisis cambiaria.
Si sus expectativas son mirando al futuro (racionales), prevé mayor
gasto, mayor déficit, mayores necesidades financieras y más dominancia
fiscal. En ambos escenarios, las expectativas serán de más inflación y
devaluación para el futuro.
En este marco, los incentivos para correr contra las reservas del
BCRA aumentan; más si se sabe que sin ajuste fiscal la defensa del tipo
de cambio a 8 pesos por dólares puede tener éxito sólo en el corto
plazo. Paralelamente, este marco es un incentivo para demorar la
liquidación de exportaciones, lo cual alimenta las presiones negativas
sobre las reservas y el tipo de cambio.
En definitiva, todos
los esfuerzos realizados por el BCRA, adoptando medidas en la dirección
correcta, para enfrentar la difícil situación macroeconómica actual,
quedan neutralizados por las decisiones de política del Ministerio de
Economía.