La Palabra

El barrio de Salta donde viví mis primeros años*

Viví hasta los doce años a unas diez cuadras del centro, en la calle Martín Cornejo 281. Podíamos jugar en la vereda, a cualquier hora, y éramos cinco o seis niños y niñas. En esta etapa el juego fue fundamental en mi vida, y la escuela. Me gustaba aprender y me sigue gustando. Salir en el “cuadro de honor”, se me hizo costumbre… por así decir.

Los estudios con la música

Solo a los doce años empecé a estudiar guitarra contagiada por una vecina que había empezado a aprender en la Parroquia del Rosario, los domingos después de misa. Era grupal y de toda edad, todos juntos. Y entonces, la guitarra se transformó en mi juguete preferido. Llegaba de la escuela y me ponía a practicar. “Angélica”, la zamba, fue la primera canción que aprendí. Lograr aprender el rasguido fue un triunfo para mí. Allí aprendí lo básico y mis ganas hicieron el resto por esos tiempos. A los quince años tomo clases de canto con el “Cuchi” Leguizamón quien me abrió un horizonte cultural que me nutre hasta ahora. En aquella época solo había Conservatorios de música clásica. Y no era lo que yo quería. Por lo que pienso que desarrollé mi oído lo más que pude para aprehender la música. Siempre mi estudio de la música fue asistemático.

También hubo una formación superior…

Me recibí de Profesora de Filosofía en la Universidad Nacional de Salta en 1980. Se me hizo larga la carrera porque hubo varios cambios de planes de estudio y la dictadura cívico militar desde 1976. Tengo gratitud hacia estos estudios. Me dieron herramientas importantes para el conocimiento y para la vida. La universidad tiene un escudo con palabras del poeta Manuel J. Castilla: “Mi sabiduría viene de esta tierra”.

Poner la mirada en propuestas comunitarias, autogestionadas, diferentes, con la música

Con la que me identifico es un colectivo de mujeres cantautoras, se llama MUJERTROVA, donde tiene un papel importante, pero no exclusivo, la canción social. No escribo ese tipo de canciones, al menos no explícitamente, pero el ser un colectivo de mujeres es el atractivo para mí. Muchos años tuve banda de música femenina. Y comparto y acompaño las reivindicaciones de las mujeres en el mundo. Es una energía particular que gracias a muchas luchas, a lo largo de la historia, hoy en día las mujeres podemos compartir y disfrutar. Lo común, lo que nos une, solidaridad, muchas cosas. Hay mucho para reflexionar y discutir, pero mucho también para compartir en el día a día. La canción en este caso. MUJERTROVA tiene cinco años. Y vamos creciendo cada año.

Mi paso por esas embajadas musicales de sonidos variados

Es siempre positivo en MUJERTROVA… Y seguimos creciendo, y la diversidad de propuestas es un signo distintivo que me enriquece. Tanto en lo artístico como en lo humano, sin más. Pienso que todos tenemos una ética y una estética. En mi trabajo, en mi camino musical, es vital para mí.

Darse tiempo para producir trabajos discográficos

“Cantos de tierra”: retomo  luego del grupo Allaqui. Con canciones propias en un grupo totalmente femenino. He producido musicalmente todos mis discos, contando con arreglos de Débora Barbuto y Adriana Leguizamón en las distintas etapas. Sello Fonocal para la edición, pero a mi cargo el costo de grabación y demás.

“Aguita el alma”: tratando siempre de producir cambios en la propuesta, o mejor dicho mejorar, aprender, y siempre dando importancia a la música instrumental que compongo desde siempre, diría. Y versionando algún tema del “Cuchi” Leguizamón: “La cucarra”, una cueca. En este disco hice una canción en quechua con Luis Romero, compañero del Servicio Paz y Justicia, Maypitaj kanki (Dónde estás). Cantar en este idioma es muy grato para mí, lo hago por fonética. Es una deuda que tengo la de aprender el idioma. Esta edición fue lograda con un subsidio del CFI por intermedio de la Dirección de Cultura de la Provincia de Salta.

“Warmi”: es un disco hecho íntegramente por mujeres. Siempre en la búsqueda de ese matiz, por decirlo de alguna manera. Cuando lo preparaba pregunté a Teresa Parodi si tenía alguna canción que hablara de mujeres. Me dijo que en ese momento no tenía pero podía hacerla. A los tres días me pasa por teléfono, “Warmi”, una chacarera que me dedica y que da el nombre al disco. Alegría de compartir, de amistad, invalorable. Producción independiente.

“Yo tengo palabras”. Lo edita B&M. En este disco está invitado Jaime Torres con quien compuse el tema que le da nombre al disco. Una relación de “pares” según su decir, que me emociona y que valoro mucho. Jaime forma parte del tesoro musical en el que me formé. Contar con su amistad es un honor. Canté “Canción de cuna para el vino” del “Cuchi” Leguizamón, canción no demasiado conocida. Siempre un tributo a su herencia.

“re-vivir”: es el nuevo trabajo discográfico.

*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Sara Mamani

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