Editorial

El adoquinado

La obra de la reparación del adoquinado de las calles de la ciudad continúa adelante, habiéndose concretado hasta el momento la reconstrucción de 137 cuadras, del total de 217 que existen con ese piso afirmado, restando por lo tanto concretar los trabajos en otras 80 para completar lo proyectado hace ya varios años y continuado con mayor o menor aceleración de los trabajos, pero de manera ininterrumpida, tal como lo establecen esta clase de planificaciones a largo plazo. Como ahora se viene avanzando a un ritmo de unas 10 cuadras por año, el final demandará aún 8 años para tener concluida toda la reparación de este adoquinado que cumplió 90 años.

Un reciente informe de LA OPINION dio cuenta sobre este avance hacia las 137 cuadras reparadas, al momento de encontrarse el frente de trabajo en calle Alem, entre Pueyrredón y Alvear, explicándose entonces que durante todo este proceso se han venido aplicando diferentes técnicas en los trabajos, llegándose de tal manera al actual sistema, que ofrece un excelente resultado, tal se puede comprobar en las cuadras realizadas.

Siempre que aludimos al tema de la reparación del adoquinado de la ciudad, iniciativa a la que este Diario siempre vino respaldando desde el comienzo -tiempos en que originó encendidas polémicas- por entender que se trata de un patrimonio histórico de Rafaela, formando parte de su propia identidad, consideramos importante formalizar un repaso sobre estos 90 años de las calles adoquinadas.

Todo se inició el 20 de agosto de 1927 cuando dieron comienzo los primeros trabajos, siendo la primera parte realizada sobre el bulevar Guillermo Lehmann (lado oeste), desde su intersección con las avenidas Ernesto Salva y Brasil hasta la plaza 25 de Mayo. 

Esta historia de 90 años del adoquinado, retrocediendo un poco más, se remonta al 5 de noviembre de 1926, cuando el Concejo Municipal sancionó la Ordenanza N° 305, que autorizó al Municipio a la "pavimentación con granutillo y granito especial, cordones con granito en 136 calles". La intendencia estaba a cargo de Octavio J. Zóbboli y el Concejo era presidido por Juan F. Martegani. Por entonces, Rafaela tenía cerca de 16.000 habitantes. Tras la firma del contrato con la empresa ejecutora (Banco El Hogar Argentino), el 20 de agosto de 1927 se iniciaron los trabajos del empedrado rafaelino, que en su primera parte cubriría el lado oeste del bulevar Lehmann, en el sector indicado arriba.

Cumplidas nueve décadas, y aunque este trabajo de reparación se encuentra avanzado con 137 de las 217 cuadras existentes, el deterioro fue inevitable, tanto por el uso intensivo como por la falta de mantenimiento adecuado, ya que durante muchísimos años lo único que se hacía era tapar con brea los baches provocados por el uso y la filtración del agua a su base. Un tremendo error, que en lugar de solucionar agravaba el problema.

Desde fines del 2001, la Municipalidad de Rafaela dispuso poner en marcha un proyecto de restauración del adoquinado, con la idea de recuperar la mayor parte de las calles deterioradas de la ciudad. Este trabajo, sumamente lento y de características artesanales, se contrapone con la inmediatez de la demanda popular que reclama una rápida solución a los problemas de tránsito, comodidad y seguridad que su estado actual provoca. De todos modos, aun cuando hoy mismo siguen escuchándose algunas voces críticas -especialmente por la demora no por el resultado-, la aceptación es muy amplia.

Más allá de discusiones y polémicas, esta clase de iniciativas resultan indiscutibles al momento de ver sus resultados, ya que las calles reparadas cumplen excelentemente su función, debiéndose recordar que desde 1927 en que se inició la colocación de este sistema hasta 2001 no hubo reparación adecuada, sufriendo un absoluto olvido. Y además, que la duración del adoquinado es superior al del asfalto e incluso al hormigonado, lo cual deja fuera de discusión cualquier polémica sobre este aspecto. Y si vamos a lo histórico, entonces la aceptación es todavía mayor, ya que todas las ciudades que "taparon" sus adoquines ahora están tratando de recuperarlos. Las ciudades europeas son un ejemplo en este sentido, por lo cual copiar lo bueno es siempre un acierto.


Autor: REDACCION

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