Por Matías Fontanetto*
Finalmente se aprobó en el Congreso de Estados Unidos el paquete de ayuda fiscal por USD 1,9 billones (9% del PBI), y si bien era un hecho ya descontado por los mercados, esta noticia alimenta las expectativas de expansión económica debido al estímulo fiscal proyectado, influyendo también sobre las expectativas de inflación futura, donde la suba de los últimos meses evidencia la normalización de esta variable, pero también enciende la luz amarilla sobre un posible recalentamiento de la economía norteamericana.
En el 2020, el Tesoro finalizó con un déficit fiscal superior a los USD 3,1 billones (15% del PBI), siendo financiado exclusivamente con incremento de deuda. El nuevo paquete también se financiará con endeudamiento, lo que supone la continuidad de la política monetaria expansiva de la Reserva Federal a través de la compra de bonos del Tesoro que le permite financiar los gastos incrementales del paquete fiscal.
Este nuevo paquete de ayuda contiene USD 0,4 billones en pagos directos de USD 1.400 a los estadounidenses con ingresos anuales inferiores a USD 75.000. Además, habrá apoyo adicional para aquellos que hayan perdido sus trabajos, recibiendo una asistencia incremental a las ya obtenidas de USD 300 por semana hasta el 6 de septiembre.
También se contemplan USD 0,35 billones para fortalecer a los gobiernos estatales y locales, previendo unos USD 0,13 billones para proyectos de educación virtual en tiempos de pandemia. Por último, el paquete incluye una expansión del crédito fiscal por hijo, elevándolo de USD 2.000 a USD 3.000, autorizando pagos periódicos de modo que el crédito se convierta en una asignación por hijo similar a las de otros países en lugar de un reembolso de impuestos tradicional.
En cuanto a la inflación, la variación general del nivel de precios aumentó 0,4% en febrero (1,7% anual), tras el incremento de 0,3% mensual en enero (1,4% anual), impulsada por los precios de las materias primas, particularmente por los productos derivados del petróleo. Los alimentos se mantuvieron con la misma tendencia estable (alrededor del 3,5% anual) que venía experimentando en estos últimos meses. Por su parte, la inflación núcleo (excluye precios de alimentos y de energía) fue 0,1% mensual (1,3% anual) luego de dos meses de no tener variación.
De esta manera la inflación interanual general ascendió al 1,7% en febrero luego del 1,4% de enero y la inflación núcleo se contrajo al 1,3% desde 1,4%. Para los analistas este nivel de inflación incorpora una parte importante del proceso de normalización de los grandes precios relativos que quedaron distorsionados por la pandemia.
Aún podría quedar pendiente cierto acomodamiento de los precios minoristas debido a la suba reciente del precio del petróleo y de algunos alimentos, aunque serían marginales, es por esto que la Fed no se ha pronunciado respecto a la inflación. Cuando la variación de precios se ubique por encima del objetivo de 2% anual y el proceso de normalización de precios relativos haya finalizado, puede esperarse algún tipo de intervención vía suba de tasa o achicamiento de su hoja de balance, pero pareciera que esto último no ocurrirá en el 2021.
(*) Licenciado en Economía. Analista en Inversiones.