Editorial

Educación vial en las escuelas

Todos los años se puede repetir el mismo Editorial respecto a los accidentes de tránsito en la Argentina y sus fatídicas consecuencias para miles de familias. La asociación civil Luchemos por la Vida advierte que en promedio 20 personas mueren por día a raíz de siniestros viales en calles o rutas del país. La última estadística anual corresponde al 2018 cuando se registraron 7.274 víctimas fatales mientras que se contabilizaron unos 120 mil heridos de distinto grado y miles de discapacitados. Otro saldo negativo, menos costoso porque no se trata de vidas, muestra que las pérdidas económicas del tránsito caótico y accidentes viales superan los U$S 10.000 millones anuales.

Al tratar de alertar sobre la gravedad de la situación, Luchemos por Vida resaltó que "no se trata de números estadísticos, sino de vidas humanas, de hombres, mujeres, jóvenes y niños, que vieron truncadas sus vidas a causa de un accidente de tránsito". Por más que sea doloroso admitirlo, "son proyectos, sueños, ilusiones y esperanzas muertas, familias destrozadas". 

De acuerdo a Luchemos por la Vida, la velocidad es una de las causas principales de muerte por accidentes de tránsito. Muchos argentinos consideran que no van rápido a 120 Km/h, cuando a más de 90 Km/h un vehículo es cada vez menos gobernable, aumentando así el peligro de muerte de sus ocupantes. Tal vez, muchos estarían vivos de haberse percatado antes de este detalle, puntualiza a modo de reflexión dolorosa. A mayor velocidad, mayor es la distancia que se necesita para detener el vehículo; más graves serán las consecuencias ante cualquier falla mecánica, el reventón de un neumático, una mala maniobra del conductor o cualquier imprevisto que se presente en el camino.

Otra causa fundamental de mortalidad en accidentes de tránsito, agrega la entidad civil, es atribuible a las bebidas alcohólicas. Los impedidos para manejar no sólo son los "borrachos": un sólo vaso de vino, cerveza o whisky, limita la capacidad de conducción, ya que produce una alteración de los reflejos para conducir. Por tanto, las bebidas alcohólicas hacen que las respuestas y las maniobras, ante cualquier eventualidad de la ruta o la calle, sean torpes y lentas.

Según Luchemos por la vida, es cierto que el otorgamiento de las licencias para conducir no se hace con responsabilidad, ni con la suficiente preparación. Y que todavía no funcionan los controles generalizados sobre el estado de seguridad de los vehículos. Y que no se brinda Educación Vial en las escuelas argentinas.

Al respecto, la diputada nacional Lorena Matzen presentó un proyecto de ley para que los establecimientos educativos, de gestión pública y privada, de todos los niveles, deban incorporar contenidos sobre educación vial. El propósito es sensibilizar, educar y concientizar a nuestros niños y adolescentes y que a través de contenidos educativos logremos reducir la tasa de accidentes viales; aprendiendo desde chicos sobre riesgos y prevención, afirmó. 

No estaría nada mal que la educación vial se convierta en una materia obligatoria, en forma rápida, en las escuelas rafaelinas. Quizás no solo los alumnos de nivel primario o secundario deban asistir: los padres y hasta los abuelos no deberían perderse estas clases. Instalarse como observador en el horario de entrada o salida de los chicos a un establecimiento educación puede frustrarnos. Se observa intolerancia, peleas, bocinazos e incumplimiento deliberado de las normas de tránsito. No es culpa del inspector municipal de tránsito que procura poner algo de orden en el caos, es responsabilidad de los padres o los abuelos que mal conducen frente a una escuela. Entonces, ¿quién debería ir a clases de educación vial, los chicos para tratar de cambiar la cultura con el tiempo o los papás para que reconviertan sus actitudes al frente del volante?

En relación a la licencia de conducir, el examen práctico en la Ciudad de Buenos Aires -donde se emiten alrededor de 450 mil carnets por año- se renovó a fines de agosto pasado con un mayor nivel de complejidad y nueva tecnología. El examen teórico tuvo un cambio de enfoque a partir del 1ro de julio y sumó diferentes temáticas en el contenido, ya que lleva al aspirante a conductor a que se ubique en situaciones de contexto en calle. Ahora la parte práctica es más estricta con la incorporación de nuevas postas de desempeño y tecnología, lo que le dará mayor transparencia y objetividad al proceso. Hasta ahora se evaluaba el estacionamiento, el cambio de marcha y cruce de vía, la marcha atrás y el zig zag en conos, mientras que ahora se incorporó la retención del embrague en subida y el control del vehículo en bajada y rotonda. En cuanto a las nuevas tecnologías, se colocarán dos cámaras en el interior y el exterior del vehículo del aspirante para evaluar su desempeño, y cada instructor, situado en las distintas postas, contará con una tablet en la que volcará la eventual quita de puntos por fallas en la conducción.

En este marco, ante la gravedad de esta problemática, la educación vial en las escuelas debería implementarse sin perder tiempo. 







 

Autor: REDACCION

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