Editorial

Editorial: Cierre de tambos

La crisis de la actividad lechera sigue profundizándose, afectando a la mayoría de sus actores, especialmente de la producción ya que los tambos siguen extinguiéndose, donde se produjo una letal combinación entre inundaciones y bajo precio de la leche. Días atrás en el Suplemento Rural de LA OPINION fue publicada una nota sostenida en datos del Observatorio de la Cadena Láctea, donde se explicita con total crudeza la realidad que vive el sector.

Se da cuenta que en 2016 cerraron 450 tambos, y que la tendencia siguió incrementándose al punto que en el primer trimestre de 2017 los cierres se agudizaron, por lo cual esta perspectiva es calificada de terminal, al menos para todos aquellos tamberos que no disponen del respaldo financiero suficiente para continuar soportando esta adversidad.

Estimándose que de no aparecer alguna clase de solución, como la asistencia oficial en la medida que corresponde, durante el presente año cerrarán otros 1.000 tambos, con lo cual continuará cayendo la producción lechera. Y además, como para terminar de describir este tremendo y desolador panorama, en los meses recientes han cerrado también cerca de 80 plantas lácteas y muchas otras se encuentran en serios problemas para poder subsistir.

Considerando estas lamentables y negativas estadísticas, arrojan como resultado que durante el año anterior cerró un tambo cada 20 horas como promedio, lo cual fue utilizado para titular esa interesante nota periodística, debiéndose también referir que al momento quedan activos en todo el territorio nacional unos 8.000 establecimientos lecheros, completándose con otros datos muy ilustrativos, por ejemplo que la producción láctea se contrajo 35% el año pasado y que la mitad de la producción está concentrada en tres grandes empresas para su industrialización.

Respecto al origen primario de la producción, es decir los tambos, además de los que desaparecieron en poco tiempo, tenemos que la cantidad de leche salida de todo el conjunto nacional se redujo 14,2% en 2016, resultando el número más elevado de los últimos 50 años, lo cual es más que gráfico para exponer esta problemática con toda crudeza. Por su parte la industrialización, siempre según este detalle, fue el año pasado de 8.966 millones de litros, un 16,8% menos que en 2015, marcando claramente el descenso que viene experimentando toda la actividad.

Todas las organizaciones que agrupan a los productores, apuntan directamente al gobierno por no haber asistido debidamente al sector, dejándolo caer a extremos donde la recuperación ya no es posible, especialmente a los pequeños y medianos, que son los que están dejando la actividad y liquidando sus planteles. El precio de 4.50 dicen que sigue siendo a pérdida y que la aspiración inmediata es llevarlo a un mínimo de 6 pesos, para poder de esa forma subsistir ante la complicadísima situación.

Incluso desde Estados Unidos, merced a su Departamento de Agricultura desde el cual se sigue muy de cerca la situación de la producción en todo el mundo, se produjo un informe que señala que "el año 2016 terminó para la lechería argentina con una significativa reducción de la competitividad, una menor inversión en el sector tanto local como extranjera y una creciente concentración en la producción generada por el cierre de tambos", añadiendo además "los productores continúan expresando su rechazo a la política cambiaria del gobierno, la cual reduce la competitividad de las exportaciones lácteas en los mercados internacionales. Además, siguen reclamando asistencia financiera y mejoras en los precios recibidos por la leche", añade.

Este monitoreo que realiza el USDA estadounidense, además de todo este repaso que deja entrever el profundo conocimiento que tienen sobre lo que sucede en el campo de la Argentina, pronostica que en 2017 la producción lechera se incrementará un 2% con relación a 2016.

El complejo panorama de la producción de leche es tal no sólo en nuestro país sino en todo el mundo, habiéndose sentido muy fuerte la baja de los precios internacionales, aunque aquí hubo otras motivaciones, entre ellas las graves inundaciones que a muchos les significó no tener otra alternativa más que abandonar la actividad.

Autor: REDACCION
Lechería

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