Editorial

Economías paralelas

Brasil, nuestro socio mayor del Mercosur y séptima economía del mundo, lugar del cual desalojó el año pasado a Gran Bretaña, está adoptando posicionamientos muy diferentes a los de la Argentina frente a similares circunstancias. Es que, por un lado, su presidente Dilma Rousseff dispuso no tuvo reparos en admitir que la crisis que vive la mayor parte del mundo y en especial Estados Unidos y Europa ha hecho sentir sus primeros efectos negativos sobre la economía brasileño, y que por lo tanto en previsión de circunstancias peores se han comenzado a adoptar algunas medidas de ello, pero además existe también en el vecino país un decidido y enérgico enfrentamiento contra la corrupción, al extremo que ya la presidenta ha separado de sus cargos a cuatro funcionarios -entre ellos nada menos que ministros- a quienes se los ha señalado como partícipes de actos corruptos.

Rousseff dispuso medidas para "evitar que la recesión haga sentir sus efectos", ya que la primera fuerte señal se tuvo en el pasado mes de junio cuando la poderosa economía brasileña experimentó una caída de 0,26% con relación a mayo, lo cual aún siendo muy insignificante, puede irse afianzando como tendencia en caso de no tomarse las medidas que aconsejan las circunstancias.

Aquí en la Argentina en cambio, en ese mismo período del mes de junio el INDEC difundió que se produjo un crecimiento de 0.4%, lo cual establece una diferencia, pequeña es cierto pero diferencia al fin, aún cuando eso no eximiría para que se adopten recaudos similares a los vecino país, en cambio de anunciar un "blindaje" como hizo el ministro Amado Boudou. Las cifras, en definitiva, se encuentran todavía de nuestra parte, pero de ninguna manera evitan lo que está ocurriendo en todo el mundo, incluso con algunos anticipos en el sentido que podrían retraerse los precios de los comodities, ni bien siga empeorando la economía. De producirse eso, los ingresos de nuestro país en materia de ventas podrían caer fuertemente y comprometer por lo tanto la continuidad de esta escalada de gastos que, con el objetivo de incentivar el consumo,  han comprometido seriamente la estabilidad financiera.

"No somos inmunes, ni somos una isla", sostuvo Rousseff con relación al posicionamiento de Brasil frente a la crisis, una posición absolutamente distinta de la que existe en el gobierno argentino, afianzada mucho más luego del triunfo electoral en las elecciones primarias. Pero lo cierto es que la dependencia de nuestra economía del exterior es cada vez mayor, ya que los precios de la soja y sus derivados lo fijan las demandas de los países consumidores y no nosotros. Así como subieron -y hoy se mantienen- esos precios pueden llegar a bajar.

Todo parece estar indicando que las medidas podrían comenzar a ser aplicadas luego de las elecciones de octubre, restando aún dos largos meses por recorrer, mientras el mundo se debate en una encrucijada por el tembladeral que es todo el conjunto de la economía. Y aún cuando es casi seguro que los últimos productos que se verán afectados para ser restringidos son los alimentos, de todas maneras no hay que desechar esa posibilidad llegado el caso de adquirir la crisis una mayor profundización.

Se dejó trascender como probable que nuestra presidenta y su par brasileña acuerden posiciones comunes para plantear en el encuentro del Grupo-20 que se desarrollará en Cannes en el mes de noviembre, tiempo en el cual  se podrá tener conocimiento si el trabajo realizado por el Consejo Sudamericano de Economía y Finanzas de la UNASUR, junto a los ministros de Economía y los presidentes de los bancos centrales de los 12 países miembros, para esa fecha habrán podido implementar lo que se propusieron. Pero claro, eso es materia de supuestos, y de aquí a tres meses es un plazo más que importante cuando se está en medio de una crisis, que a veces requiere de decisiones rápidas y muy directas.

Por lo pronto, hasta este momento, las direcciones seguidas por Brasil han sido exactamente las opuestas de las de la Argentina, lo cual fija un parámetro más que interesante por analizar y ver de qué manera se dilucida. Es cierto que el vecino país tiene muy ligada su economía con Estados Unidos, cuya delicada situación lo afecta más que a nosotros, pero no debe olvidarse que de igual modo la economía argentina está cada vez más dependiente de la brasileña. 

Autor: Redacción

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