Por Nicolás
Tereschuk
(Especial para NA)
La caída en tan solo una semana de dos primeros
mandatarios de países industrializados, como los de Italia y de
Corea del Sur, fue una nueva señal de que la incertidumbre
económica global se extiende.
"Italia le acaba de dar a la economía global otra variable
enorme", tituló el diario The New York Times pocos días atrás, al
analizar algunas de las consecuencias de la dimisión de Matteo
Renzi.
La palabra "moribunda" pegada a la economía italiana se
generaliza, en tanto que crecen las preocupaciones por que los
bancos italianos se conviertan en el nuevo dolor de cabeza global.
"Los italianos han amplificado la idea de que Europa es una
tierra de crecimiento desilusionante, disfunción política y
amenazante populismo", señaló el diario neoyorquino.
Luego del tropezón italiano, la mirada de los inversores vuelve
a posarse -con preocupación y también con avidez de negocios
fáciles- sobre el tambaleante Sur europeo.
No se trata de una novedad, pero el problema de la economía
europea amenaza con hacerse impredecible.
"Por más de una década, las 19 naciones que comparten el Euro
han pasado de una crisis a la otra sin arreglos a la vista. Una
moneda designada para unir a los adversarios de la Segunda Guerra
Mundial ha generado en cambio nuevas divisiones -entre acreedores
y prestamistas-, entre Europa del Norte y el Mediterráneo", señaló
el diario.
El diario The Guardian analizó que "el consenso es que Italia
va a poder tapar en el corto plazo los agujeros en su sistema
bancario".
"Sin embargo, el referendum destruyó la idea de que se va a
poder atacar las causas y el efecto del problema bancario: la
falta de crecimiento económico", explicó el matutino británico.
Del otro lado del mundo, la inédita expulsión de su cargo de la
presidenta coreana, Park Geun-hye, pone también en un terreno
amenazante a la política y la economía de otro de los países del
club de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE).
En ese contexto, el Banco de Corea anunció reuniones de
emergencia para discutir posibles respuestas ante una situación
que puede volverse impredecible.
El sitio Nikkei Asian Review destacó que en el medio del
escándalo que derivó en la salida de la presidenta están las
poderosas compañías coreanas, lo que podría herir de manera
adicional a la economía.
De acuerdo a las acusaciones, la mandataria presionó a ciertos
conglomerados, incluyendo los poderosos Samsung y Hyundai, para
que aportaran unos 66 millones de dólares a dos fundaciones
controladas por su amiga Choi Soon-sil.
"Con vientos de frente combinados, que van desde el
proteccionismo de Donald Trump, hasta la desaceleración de China y
el hecho de que no parece haber piloto en la tormenta, los
economistas afirman que la cuarta economía asiática puede
enfrentar una muy dura parte final del año", indicó el análisis.
La utilización de capacidad instalada en Corea del Sur cayó el
mes pasado a su nivel más bajo en ocho años, desde que se
sintieron los primeros impactos de la crisis financiera global, en
tanto que también cayeron los niveles de inversión.
Se trata de una economía que se desacelera y que necesita
respuestas políticas rápidas: el año pasado creció 3,3 puntos,
pero en el último trimestre el ritmo ya fue de 2,6.
La misma OCDE ya rebajó las previsiones de crecimiento para el
país asiático en 2017 de 3 puntos a 2,6 y en su último reporte
afirmó algo que ya es una verdad de perogrullo: "la incertidumbre
política genera un riesgo de corto plazo" para la economía
coreana.
Estas imágenes son sólo una parte en el clima incierto que se
vive entre los países desarrollados, lo que contagia de manera
previsible a las naciones del Sur del planeta, proveedoras de
materias primas y algunos productos manufacturados para los ricos
del planeta.