Sr. Director:
Dios, el Señor del tiempo y de la eternidad nos elige a cada uno de nosotros. Nadie está en este mundo de sobra ¡Recordémoslo!. Él nos ha deseado y nos llama por nuestro nombre y apellido. Todo en LIBERTAD. Él respeta nuestra libertad, más que nosotros mismos a la nuestra . ¡Qué lindo es saberse elegido!. Y por ese acto amado, saber que somos hijos de Dios; y por ello hermanos, que formamos una gran familia, cuya misión es amarse, y en donde hay amor, no hay maldad, envidia, competencia, discriminación.
Todos somos iguales, y nos complementamos los unos con los otros; el fuerte ayuda al débil, el rico al pobre, el culto al ignorante… Una familia, sabiendo que cada miembro tiene un rol transformado en vocación, aptitud; a las que se le debe hacer honor y multiplicar día a día con esmero, perseverancia y alegría. Una familia, donde se debe priorizar la espiritualidad y la diferencia entre lo bueno y malo que nos ofrece el mundo en que habitamos.
Una familia a la que el Espíritu Santo ha dotado de DONES, sumamente necesarios en el transitar de la vida. Todos somos piezas espirituales que se necesitan y encajan entre sí, que se multiplican para abarcar más y más y dar bellos y dulces frutos. Somos piezas dotadas de poder que solo nosotros podemos descubrir, abriendo el corazón a nuestro creador y transformándolo en buenas obras.
Somos semejantes a Dios en la libertad y en el amor. Mirarlo, y ver que Él nos mira. Hablarlo, y sentir que ÉL nos escucha y nos responde. Buscarlo, y encontrarlo, sentir Su mano apretando la nuestra y Sus brazos abrazando. ¡Él nos eligió! y nos dotó de mucho; sobre todo de Su amor. Y... ¿Nosotros lo elegimos a él?.
Ana María Abuh Arias de Abeillé
Rafaela