Editorial

Dinero de todos

Estas desavenencias, por darle una calificación benigna, que se produjeron en el seno de la organización Madres de Plaza de Mayo, con la separación de Sergio Schoklender y todas las derivaciones posteriores que dejaron al descubierto deficientes manejos de fondos y posibles desviaciones de los mismos, ubican en la superficie el irregular destino que desde el Gobierno se le da a recursos muy importantes, para que sean manejados por estas organizaciones. Es que, tal como sucede con "las madres", que reciben aportes muy elevados para la construcción de viviendas, también existen otras de similares características, como la controlada por Milagro Sala en Jujuy, que poco tiempo atrás también estuvo en la cresta de la ola informativa, además de agregarse otras organizaciones sociales y piqueteras, que reciben diversos aportes para su funcionamiento.

En este caso de las Madres, entidad que gira bajo el control de Hebe de Bonafini, la repercusión pública ha excedido los límites que tuvieron algunas otras, debido a la presencia de Schoklender, quien además de sus conocidos antecedentes que lo involucraron junto a su hermano Pablo en la muerte de sus padres -por lo cual purgaron condenas en la cárcel- fue algo realmente llamativo el tomar conocimiento público el estilo de vida, entre millonario y excéntrico, que tenía quien además de manejar los fondos de la Asociación y gerenciar los planes de viviendas, era el apoderado legal de la organización. 

Las actitudes de Schoklender, además de autoritarias y desmedidas dentro de la organización, pero especialmente sus posturas ante funcionarios nacionales en el reclamo del envío de fondos, y el cuestionamiento por los valores que se concedían por metro cuadrado de construcción, hicieron eclosión cuando todo esto llegó a oídos de la presidenta Cristina Kirchner, quien deslizó su malestar a Bonafini. De ahí a la desvinculación de Schoklender de la organización, pasaron apenas horas, produciéndose la misma el 13 de mayo, aunque todo el problema trascendió en mayores detalles, con escándalo de por medio, cuando la diputada Quirós de la Coalición Cívica formuló las denuncias correspondientes y solicitó la investigación del caso.

Lo cierto es que todo este escándalo deja mal parado a las Madres de Plaza de Mayo, especialmente a Hebe de Bonafini, y al propio Gobierno por la falta de control de los fondos que envía a esta clase de entes, pero además y por sobre todas las cosas, quedan pendientes claros cuestionamientos sobre todo el conjunto de la política de derechos humanos, al verse involucrados varios de sus protagonistas centrales, como el caso de Bonafini, apareciendo manejos muy sospechosos del dinero recibido, con un destino que no tiene la certeza que debería tener.

Pero además de todo lo dicho sobre este sonado caso, que puso al descubierto esta situación, lo que realmente debe preocupar más allá que si aquí se produjo un delito debe ser investigado por la justicia y sancionado a quien corresponda -así al menos es como deben funcionar las instituciones y la legalidad- es la forma en que se maneja el dinero de todos los argentinos. 

Lo que llama la atención de toda esta situación es que, si bien puede llegar a comprenderse el mal manejo personal de Schoklender en cuanto a su conducta dentro de la organización Madres y los fuertes desplantes ante funcionarios de alto nivel -lo que llegó a la misma presidenta Kirchner y se convirtió en el crack para su salida-, es la acumulación de bienes que había realizado, siendo muy extraño para quien tenía asignado en la Fundación un salario que oscilaba en los 5.000 pesos mensuales. Una vivienda con 19 habitaciones y 14 baños, con amplísimo parque, un yate y automóviles de alta gama, eran algunos de los bienes que había incorporado a su patrimonio. Pero además se comportaba como un empresario de primerísimo nivel, ya que para desarrollar los planes de viviendas en el interior del país, se trasladaba en aviones charter, con un nivel de ostentación que supera incluso los límites de la imaginación. Eso al menos, es en lo que han coincidido las informaciones sobre el caso.

Por el bien del país, por su marcha hacia el crecimiento y el desarrollo, este tipo de situaciones deberían quedar debidamente esclarecidas, ya que es la única manera de que la justicia sea igualmente aplicada a todos. Los privilegios y excepciones son cimientos de barro.

Autor: Redacción

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