La cuestión central para la economía argentina en los próximos años vuelve a ser la deuda, que recorta como tantas veces lo ha hecho en la historia reciente del país el margen de maniobra del Gobierno. Es decir, una buena porción de la recaudación fiscal debe ser destinada al pago de los servicios de la deuda con todos aquellos que tienen bonos o títulos públicos y claro está el propio Fondo Monetario Internacional (FMI). Lo cual no es poco decir en un país que no crece, que atraviesa una larga crisis y que gasta más de lo que gana, por lo cual siempre tiene la necesidad de financiamiento para cumplir con el pago de salarios a sus empleados, jubilaciones, planes sociales, asignaciones familiares, proveedores y mucho más.
El gran dilema entonces es de qué manera organizar la economía para poder cumplir con todos. En el último mes y pico, el Gobierno nacional aceptó con dolor teniendo en cuenta sus deseos de reelección, la implementación de un reperfilamiento de determinada deuda, es decir una decisión unilateral del Estado de reprogramas fechas de vencimiento, algo que muchos -especialmente los opositores que son adversarios en la campaña electoral- consideraron directamente un default.
A propósito, el economista Matías Kulfas estimó que en un eventual Gobierno de Alberto Fernández, la inflación debería llegar al 2% mensual desde el año que viene, y por otra parte habrá que implementar una "renegociación voluntaria" de la deuda. Al disertar en el Seminario de Finanzas de Clarín subrayó que también será necesario, desde 2020, realizar una"renegociación de la deuda que sea voluntaria, y evitar así un default unilateral, que es algo que está totalmente descartado". El planteo está en línea con lo que postula en campaña el propio Fernández, de que se pagará la deuda. Kulfas enfatizó que es necesario posponer pagos de la deuda para que la Argentina pueda volver a crecer y en ese escenario, volver a pagar sus compromisos.
Hay que tener en cuenta que en 2020, los pagos de deuda pública relevante que deben afrontar el país (al sector privado y organismos financieros internacionales) en moneda extranjera suman alrededor de USD 25.000 millones, lo que representa más de 5% de PBI, y que los mercados de crédito permanecerán virtualmente cerrados, entonces será necesario apelar a una renegociación inteligente y quizás cierta ayuda divina.
El Grupo Banco Mundial presentó sus estadísticas de la deuda internacional de 2020: aumentaron los saldos de la deuda externa de los países de ingreso mediano y bajo, pero disminuyó el ritmo de aumento, sostiene. En un reciente reporte, asegura que los saldos de la deuda externa de los países de ingreso mediano y bajo aumentaron un 5,2 % en 2018, hasta alcanzar los USD 7,8 billones, un ritmo más lento de acumulación que en 2017 , según la publicación del Banco Mundial International Debt Statistics 2020 (Estadísticas de la deuda internacional de 2020). Sin considerar a los 10 prestatarios más grandes (Argentina, Brasil, China, India, Indonesia, México, la Federación de Rusia, Sudáfrica, Tailandia y Turquía), los saldos de deuda externa de los países de ingreso mediano y bajo subieron un 4 %.
Los flujos netos de deuda (desembolsos brutos menos pagos del principal) a los países de ingreso mediano y bajo cayeron un 28 % en 2018, hasta llegar a los USD 529 000 millones. Al mismo tiempo, los flujos netos de deuda (incluidos la deuda y el capital) a los países de ingreso mediano y bajo disminuyeron un 19 % en 2018, y un 29 % si no se considera a China.
Los indicadores de deuda indican que la carga de la deuda quizás está contribuyendo a las vulnerabilidades económicas.
Por ejemplo, aunque la relación promedio entre deuda externa e ingreso nacional bruto (INB) de los países de ingreso mediano y bajo se mantuvo estable en un moderado 26%, si no se considera a China que tiene una deuda externa baja en relación con el INB (14 %), la relación entre deuda e INB de los países de ingreso mediano y bajo promedió casi un 35%. También, nuevamente sin incluir a China que tiene una deuda externa baja en relación con las exportaciones (68%), la relación entre deuda y exportaciones entre los países de ingreso mediano y bajo llegó a un 120%.
Además, hay más países que registran mayores niveles de deuda en relación con el INB. Desde 2009, una menor proporción de países de ingreso mediano y bajo tienen relaciones entre deuda e INB por debajo del 30 % (la proporción se redujo al 25 % en 2018, en comparación con el 42 % registrado hace 10 años). Y, en los últimos 10 años, la proporción de países con relaciones entre deuda e INB por sobre el 60% ha aumentado al 30%, y la proporción de países con relaciones entre deuda e INB por sobre el 100% ha subido al 9%.
La deuda de la Argentina supera el 80% de su PBI. Y por eso solo consigue financiamiento del FMI, pero hasta ahí nomás.