Editorial

Deuda, esa pesada mochila

Con el fuerte proceso de endeudamiento que registró nuestro país en los últimos años, pagar los intereses y los vencimientos de capital constituye un esfuerzo cada vez más importantes para una economía que sigue en recesión. Y cuando los recursos son escasos, para cumplir con los compromisos el Gobierno debe ajustar el gasto público lo que puede impactar negativamente en la inversión en infraestructura, investigación en ciencia y tecnología o incluso en el plano social. Más aún cuando los acuerdos suscriptos con el FMI establecen reducir el déficit cueste lo que cueste. Así, la ecuación se torna muy complicada porque los ingresos fiscales caen producto de la crisis pero al mismo tiempo se debe avanzar en la búsqueda del equilibrio de las cuentas públicas en tanto que el empeoramiento de la situación social exige más recursos para la asistencia de nuevos desempleados y pobres. 

En este contexto, la Argentina aumentó 56% su deuda externa en los últimos tres años y se convirtió en el país más endeudado de la región, según un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). Sobre la base de datos oficiales de la CEPAL, el informe de la UNDAV explica que los más de U$S 30 mil millones que se tomaron de nueva deuda por año implicó que el crecimiento anual promedio en el periodo 2015-2018 estuviera cerca de cuadruplicar el crecimiento anual promedio del período 2007-2015.

El reporte remarca que la apertura y desregulación de diciembre de 2015 trajo aparejada una avalancha de dólares financieros que llevó la deuda pública externa a crecer en U$S 98.000 millones en 3 años hasta ubicarse en los U$S 161.000 millones.

En términos de deuda pública, los niveles alcanzados representan ya un 77,4% del total del PBI, lo que también convierte a la Argentina en el peor país del ranking en la región. En cuanto a la deuda pública bruta como porcentaje del PBI, Argentina en el 2015 se encontraba en la tercera posición del ranking regional, con un 52,6%, superada por Brasil (66,5%) y El Salvador (52,8%), señala el estudio. Pero a partir del mega endeudamiento de los años 2016-2018, Argentina en este último año se ubicó primera con el 77,4%, dejando por debajo a Brasil con 72,2%, detalla el informe. 

Ya un febrero pasado, un informe de la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) advertía que a pesar de los fuertes aumentos de tarifas y recorte de jubilaciones, sueldos e inversiones, el déficit fiscal total se redujo durante 2018 apenas el 0,2% del PBI, teniendo en cuenta que pasó del 6% -registrado en el 2017- al 5,8% del PBI. Este resultado se dio porque los gastos primarios, que no contempla los intereses de la deuda, se redujeron del 2,9% al 2% del PBI el año pasado pero la cuenta de intereses subió del 3,1% al 3,8% del PBI.

De acuerdo al informe de ASAP, los intereses de la deuda pública ascendieron el año pasado a $ 537.208 millones, con una suba del orden del 70,4% en la comparación interanual (el incremento más relevante de todos los rubros del gasto) continuando como el segundo rubro en importancia luego de las Prestaciones a la Seguridad Social; cuando en igual periodo del año pasado se ubicaban en tercer lugar luego de Prestaciones de Seguridad Social y las Transferencias al Sector Privado.

Por su parte, desde la consultora Ecolatina advirtieron que pese a que la deuda pública no creció de manera sustancial (+3,5% en relación a 2017 medida en moneda dura), producto del salto cambiario, se desplomó el PBI en dólares, de modo que este cociente superó el 85%. Como resultado, se encendieron las luces de alarma. Por caso, recientemente el FMI afirmó que nuestro país era solvente pero no con alta probabilidad. La respuesta de los mercados fue dura: hubo ventas masivas de bonos argentinos que redundaron en nuevas subas del riesgo país. Como resultado, este indicador actualmente duplica al promedio de los países emergentes. 

Mientras el Gobierno sigue adelante con el modelo pese a los temblores de la economía, en el sector privado crecen las dificultades para mantenerse a flote. La pelea del Banco Central por tranquilizar el mercado cambiario obliga a mantener altísimas las tasas de interés y con esto desaparece el crédito para las empresas, el comercio y los particulares que de por sí experimentan graves problemas para cumplir con sus obligaciones. En este sentido, un dato refleja este nueve escenario en el que cruje la cadena de pagos: la morosidad bancaria llegó al 4 por ciento en marzo, lo cual equivale al valor más elevado desde mediados de 2007, según alertó el Centro de Economía Política Argentina. 

De esta manera, la economía argentina refleja indicadores que, lamentablemente, no invitan a ser optimistas para el corto y mediano plazo. La deuda consume cada vez más recursos de un país que no resiste más ajustes. 





Autor: REDACCION

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