Un reciente informe periodístico elaborado por el periodista Jorge Pandini, y publicado en La Nación, permitió conocer que por teléfono, por mail o en persona, formuladas por amigos o desconocidos seis de cada diez preguntas que recibe giran en torno del mismo tema: ¿qué automóvil me conviene comprar?

La respuesta apuntó a que Pandini siempre apela a la misma fórmula.

En lugar de dar una respuesta clara, comienza a repreguntar una y otra vez para que cada cual arribe a su propia respuesta del modo más efectivo: escuchándose a sí mismo.

Asegura el periodista especializado en este rubro que "a esta altura estoy plenamente convencido de que la gran mayoría de las consultas no parten de la duda sino de la necesidad de que esas elecciones queden avaladas por mi punto de vista. Y si bien es cierto que soy un periodista especializado en autos, eso no me hace portador de todas las respuestas".

INTERIOR

Según Jorge Pandini, hay dos grandes modos en lo que elegimos un auto nuevo: guiados por la razón o empujados por la emoción. Casi que todas las otras maneras podrían clasificarse en alguna de esas dos.

La compra racional, y la que intento utilizar con mis ocasionales consultantes, implica armar una matriz simple desde la cual vamos acercándonos al modelo recomendado.

Hay que poner en la balanza qué uso se le va a dar al vehículo; si se realizarán largos viajes con frecuencia o si, por el contrario, rara vez saldrá de la ciudad; cuánta gente viajará a bordo; es el único auto familiar o un segundo vehículo; si hay necesidad de transportar muchas o pocas cosas, etc. Por ese camino hemos llegado a conclusiones útiles.

Sin embargo, hay otro tipo de compradores: los que van detrás de sus deseos. Ya los detecté; no es difícil. Basta que uno los escuche un poco y aparecerá la afirmación del otro lado de la línea "pero el auto A es mejor". Y no importará cuánto uno les diga, en contra de ese o en favor de otros, siempre insistirán y apelarán a todo lo que tengan a mano para que digamos lo que ellos quieren escuchar: el auto A es lo mejor de lo mejor.

A ellos les digo que no pierdan tiempo en preguntar.

 Si se quieren dar el gusto, no hay nada más que hablar.

Es una manera de compra tan válida como la otra.

Después de todo, solamente se trata de ser feliz.