Editorial

Desmanejo del fútbol

Desmanejo del fútbol

La organización y el desarrollo de la actividad futbolística en la Argentina, que siempre fue una potencia de primera línea, se encuentra en la actualidad y desde hace bastante tiempo, en una declinación muy importante, aunque lo que es todavía peor, sin que absolutamente nadie le ponga término, o al menos aparezca algún atisbo de solución. Y todo esto que decimos, sea simplemente un análisis de los hechos que vienen sucediéndose, estando absolutamente ajenos a la campaña que se viene haciendo desde un empresario de medios que aspira a ocupar el sillón de Julio Grondona. Quien es un personaje que ha excedido el tiempo de prolongación en la conducción de la AFA, cayendo en una situación en la cual ha sido superado por las circunstancias.

Es cierto que el fútbol es parte del país y como tal tiene su comportamiento y desarrollo, pero tampoco puede negarse que existen ciertos desmanejos que exceden los límites de la razonabilidad, en toda la estructura de esta popular actividad, que va desde la sucesión de episodios violentos con saldos de destrucción y muerte, la relación de barras bravas con la dirigencia, el desmanejo financiero de los clubes que no mejoraron absolutamente aún con el millonario aporte desde el gobierno para "el fútbol para todos" -iniciativa que surgió para perjudicar al grupo que tenía la TV-, la larguísima conducción de la AFA por parte de un Grondona que cuenta con el respaldo de los clubes a quienes tiene cautivos con sus ayudas financieras, el reiterado fracaso deportivo en casi todos los planos, que va desde los juveniles a la selección mayor, la ida permanente de futbolistas cada vez más juveniles hacia otros centros futbolísticos de primer nivel. En fin, todo un cóctel que podría ser aún mucho más extenso en la mención de elementos, pero que no parece encontrar suficientes razones como para producir alguna clase de renovación que nos lleve a horizontes más promisorios.

Lo que mencionamos, está mucho más allá de hacer referencia a algunos episodios puntuales como por ejemplo el desborde de violencia en Núñez cuando se produjo el descenso de River al Nacional B, los aprietes a los árbitros, la posible connivencia adjudicada a determinados arbitrajes para provocar resultados digitados, o la pobre performance del seleccionado, lo cual es producto de una situación de permanente falta de organización y responsabilidad en las acciones, iniciado desde el momento de la designación de Diego Maradona respondiendo más a la presión popular que a un acto de responsabilidad, a lo cual siguió otro tanto con la sucesión de Batista en la conducción. Todo es importante, pero no tanto como la situación generalizada que se vive en el desmanejo del fútbol, cuyas consecuencias están a la vista de todos.

La posible conexión entre barras bravas, que mucho más que eso son delincuentes profesionales que viven de eso, con la dirigencia de entidades y especialmente con políticos que los amparan de sanciones y los contienen con designaciones en áreas públicas, es un perjuicio enorme para toda la estructura deportiva, sometida entonces a situaciones realmente graves, mezcla de violencia e intereses que desbordan toda racionalidad posible.

Es muy probable que ha llegado el momento en poner punto final a todo este desmanejo, a todo este colosal negocio espúreo que se ha montado en torno al fútbol, donde son cada vez más los que retiran y cada vez menos los que ponen. Un enorme negocio donde se mezclan la violencia y el dinero, alejándose cada vez más el deporte, al extremo que eso queda claramente plasmado en los resultados de los últimos años, donde el fútbol argentino ha despilfarrado gran parte de su prestigio.

Pero además, y por sobre todas las cosas, debe cortarse de raíz todo el gran entramado corrupto del cual participan dirigentes, intermediarios, barras bravas, policía, funcionarios, desembocando en una violencia que no conoce fronteras, alejando de los estadios a las familias y también a todos aquellos que concurren solamente atraídos por el espectáculo, o por esa pasión que genera el amor por una divisa, pero que están lejos de los ataques, de las agresiones violentas que generan ese clima de enorme tensión en una cancha de fútbol, convirtiéndolo en un espectáculo de riesgo. Incluso, no sólo en los estadios, sino también en las periferias de los mismos se dan grandes zonas de batallas y de emboscadas, donde las hinchadas suelen dirimir sus diferencias a balazos, inevitablemente con lamentables saldos de vidas perdidas.

Autor: Redacción

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