Fui convocada como médica actuante en la Causa de Beatificación de María Antonia de la Paz y Figueroa, designada por la Madre General de la Congregación de Las Hijas del Divino Salvador, Sor Hilda Ledesma y aceptada por la Santa Sede de Roma, desde febrero de 1998 hasta la fecha. Cómo se dio la elección de mi nombre para esa labor
Mi nombre era conocido en ese momento porque estuve siempre trabajando activamente en la parroquia del Seminario, además atendiendo, y había muchos sacerdotes que me conocen desde muy chica. Sabían que tenía mi formación religiosa y también como médica legal que era una conjunción no muy común. Era ideal para hacer estos trabajos en causas de beatificación. A través de un amigo de la adolescencia que es religioso y que es el notario de muchas causas de beatificación que es doctor Gerardo Di Fazio Lorenzo que conocía mi formación en ambos sentidos es el que con otros sacerdotes pensaron que podía hacerse este tipo de trabajo desde cada lugar y no que todo comenzara en Roma porque todo era muy difícil y muy caro. Se tardaba mucho tiempo y se podían dejar las cosas preparadas y enviarlas a Roma para que se haga en la Causa de Santos el súper miro. Eso ahorraría muchos dolores de cabeza respecto de las pruebas que se piden porque para Europa mil años no es nada y tienen documentación, para nosotros doscientos años es todo el tiempo de nuestra evidencia como país. No existían archivos, hay pruebas que se pierden, y hay que conformarse con menos pruebas y otro tipo de prueba. Nunca me formé pensando en desempeñar esta tarea. Nunca se me había ocurrido. Una vez me preguntaron si podía mirar un milagro, lo vi, lo confirmé, había quedado sesenta años retrasado en Roma, entonces me dijeron que saque el pasaporte y viaje a Roma inmediatamente. Habían hecho mi nombramiento y me enteré después. Creo que todo fue por gracia de Dios.
Participé como médica actuante en el Proceso de Canonización de la Sierva de Dios Rvda. Madre Mercedes del Carmen Pacheco, designada por la Madre General, Rvda. Madre Lucía Centurión y la Postuladora Diocesana, Rvda. Madre Laura Herrera, de la Congregación de las Hermanas Misioneras Catequistas de Cristo Rey. De qué manera estuve ligada al tema
Estuve ligada a esta causa de beatificación porque se enteraron que había actuado en la de Mama Antula. Entonces a estas hermanas les pareció fantástico cuando se enteraron y quisieron que actuara también allí.
El estudio que puede convertir en Beata a la Madre Isabel Fernández, actualmente Sierva de Dios, a quien veneran todos los 28 de cada mes en la Iglesia del Instituto de las Misioneras de San Francisco Javier, que ella fundó en Villa Raffo, partido de Tres de Febrero es otra de mis presencias profesionales. Qué elementos tengo para acceder a ello y analizarlo
Los elementos son como se inicia todo proceso con una exhumación del cuerpo, reconocimiento del cuerpo y ver si hay algún signo sobrenatural en la transformación de ese cuerpo a través de los años. Luego se separan reliquias, se deja algún testimonio del día de la fecha porque no se sabe cuándo se volverá exhumar. Y luego se queda a la espera de algún milagro, que es lo que estamos haciendo ahora. ¿Y qué es un milagro? Bueno, es algo inmediato que no tiene explicación científica y que es duradero en el tiempo. Hay milagros de todo tipo, los más comunes -o por lo menos los que tengo que ver- son de sanación porque de las otras disciplinas no entiendo así que me dedico solo a eso. La gente pide la intercesión de la santa en cuestión, de la beata, de la postulante. Así como nosotros cuando tenemos un problema pedimos a nuestros amigos de la tierra que recen por nosotros porque a veces el problema es tan serio que no se tiene fuerzas para poder presentárselo a Dios, uno está exhausto y necesitamos que recen por nosotros. Así ocurre también con nuestros amigos del cielo que son los santos y esta gente de vida santa que todavía está en proceso de beatificación. Les pedimos a ellos y cuando algo fuera de lo común ocurre la gente da su testimonio por escrito. Eso es lo que a mí me llega, y las pruebas médicas -historias clínicas, exámenes complementarios y demás-, para determinar si lo que ha sucedido tiene explicación científica o no. Si era un caso difícil pero tiene explicación científica es una gracia, caso contrario cuando no tiene explicación científica se trata de un milagro. A partir de ahí se hace el estudio y la pericia para determinar el resultado.
Cómo se desarrolla el trámite para iniciar y poder ir avanzando en el trabajo respaldado por la Causa de los Santos en cada situación personal del caso estudiado
Una vez que se hizo el estudio del supuesto milagro, supongamos que sí lo es, que no tiene explicación científica, que es duradero en el tiempo, y que es inmediato, se manda toda la pericia hecha sobre lo que la gente cuenta del hecho y el estudio minucioso del examen complementario de lo que se ha tomado vista, en un escrito que se envía con las conclusiones. En Roma hacen el súper miro que va a determinar si es un milagro o no. Miran todo el trabajo que les llega y si determinan que es un milagro sigue adelante la causa.
Qué abordaje se hace en los restos físicos de cada persona analizada. ¿Hay protocolos?
No hay protocolos al respecto porque esto es nuevo para nosotros. Se describe el lugar, las características de los elementos encontrados y el entorno. Lo que se hace es exhumar el cuerpo donde esté. Generalmente están en bóvedas laterales dentro de las capillas de sus casas fundadoras, o de algunas parroquias. Se pide autorización, se pide permiso, se abre el féretro o la urna de restos, depende, algunos ya habían sido exhumados alguna vez. Viene gente idónea para poder abrir el féretro y se hace un estudio de lo que se ve, del color, del aspecto, si es varón o mujer, y siempre viendo si es una transformación cadavérica habitual acorde al lugar donde estuvo enterrada y a las características de su inhumación, y fijarse si hay algún signo de sobrenaturalidad. En el caso de Mama Antula, cuando se abrió la urna de madera de guindo se inundó toda la iglesia de La Piedad con un olor de madera verde bastante llamativo para todos, los huesos que eran restos óseos tenían unas incrustaciones brillosas que no condicen con ninguna transformación habitual común, se tomó como un signo sobrenatural. Se separan dos reliquias que son huesos, uno se envía a Roma y otro queda en la Congregación. En el caso de la Madre Mercedes Pacheco se la encontró incorrupta en cara y manos con todo su hábito y demás. Fueron los dos con signos de sobrenaturalidad. Los demás hasta ahora no han tenido esos signos. Eso no los hace más o menos santos pero se deben mirar esos detalles.
Cómo se obtiene información sobre los casos presentados como milagros en quienes dan testimonio de la influencia del futuro santo en su salud
La información de obtiene a través del relato, que cada uno cuenta, cuenta la patología que tenía, lo que estaba sucediendo, y se corrobora con los exámenes complementarios y la historia clínica que tenía la persona y a partir de allí se determina si es un milagro o no lo es. No hay otro medio más que escuchar el testimonio, leerlo, y unirlo a los exámenes, relatos de médicos y pruebas concretas que se tengan. Por eso a veces es tan difícil probar milagros que han sucedido hace muchísimos años como el caso de Mama Antula porque justamente la documentación no existe, por eso estuvo tan trabada la causa de beatificación de Mama Antula. No había tantas pruebas concretar para poder mostrar.
¿Siempre los testimonios y casos aceptados son relacionados con la salud de los devotos?
En los milagros, los casos aceptados son de diferentes disciplinas. Hay muchísimas cosas que son milagros, solamente que yo recibo lo referente a la medicina. Los otros no los veo porque no estoy en el tema. Pero en general, las plegarias, y demás, suelen suceder en la mayoría de los casos ante la enfermedad y la mayoría tiene que ver con la parte médica por una cuestión de sensibilidad.
Una anécdota de mi profesión
Son muchos los años de profesión y el lugar es bastante complejo. Así que la verdad que las anécdotas son muchísimas. Voy a contar una que siempre me resulta muy tierna. Un paciente viejito, judío, que había sido operado y llegó a terapia intensiva para su recuperación las primeras veinticuatro horas. Estaba asustadísimo y me llamaba: “Señorita… señorita…”. Y cuando me acercaba a su cama me preguntaba si se iba a morir. Yo le respondía: No se va a morir… No hacía más que alejarme cuatro pasos, me volvía a llamar: “Señorita… señorita…”, la misma pregunta y así varias veces. Hasta que le dije: Mirá, no te vas a morir, estás acá porque te tenemos que cuidar mejor, para que te controlemos mejor, simplemente por eso, y quedate tranquilo, que mañana vas a sala común. Vamos a hacer una cosa: vos rezá, tranquilo, que yo también voy a rezar. Entonces cuando me alejé tres o cuatro pasos, ya no me llamó como antes, y empezó a decir: “¡Ay, Dios mío, curame, curame, que no me muera, te lo pido… y a vos, Dios de los católicos también”. Esa historia me quedó muy grabada porque fue muy graciosa y muy tierna.
Una reflexión acerca de lo que significa para mí estar ante la figura de quienes van camino a la santidad
Es una experiencia muy profunda y muy movilizadora. La primera sensación que tengo siempre es de la pequeñez, de mi pequeñez. Nunca entiendo cómo Dios me deja espiar un poquitito sus cosas, tan delicadas, del Cielo. No entiendo cómo me invita a esto. Siempre pensé que este tipo de cosas era para grandes personas. Y la verdad es que la primera sensación que tengo es de una gran pequeñez ante lo maravilloso que tengo delante. Un gran respeto. Y la sorpresa, nunca dejo de sorprenderme, de estar inmiscuida en esos asuntos tan delicados, tan sensibles, tan de Dios. Me parece mentira estar invitada para hace ese tipo de tareas. Esa es mi experiencia. Me siento indigna. Me pasó en todas las exhumaciones.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Adriana Mendía