Suplemento Economía

Déficit fiscal, origen de todos los problemas

Por Lic. Matías Fontanetto

Nuestro país enfrenta una macroeconomía desafiante, la falta de visibilidad sobre los planes económicos de largo plazo que despejen las dudas sobre los objetivos fiscales, monetarios y cambiarios están dando lugar a presiones en el mercado de divisas, lo que podría encender tensiones inflacionarias.
Hay tres elementos que influyen negativamente en el dólar y es poco probable que disminuyan en el corto plazo. Dos son idiosincrásicos para Argentina: el actual exceso de pesos producto de la monetización del déficit fiscal y la escasez de dólares como consecuencia de una creciente demanda por parte de las personas para atesoramiento y las empresas para cancelar deuda; mientras que el tercero es compartido por otros países de la región, donde la caída en el comercio internacional y la debilidad de las monedas en los mercados emergentes son consecuencias directas de las restricciones impuestas por las cuarentenas.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades por mantener un ritmo constante de depreciación nominal del peso, las presiones conducirán finalmente a un ajuste más rápido. Los niveles actuales de controles de capital están dañando la economía y estos niveles de brechas cambiarias en el orden del 70% respecto al dólar oficial son insostenibles en el tiempo. Es probable que en este tercer y cuarto trimestre el ritmo de depreciación diaria de dólar se acelere.
Esta depreciación creciente de dólar para achicar las brechas respecto a la cotización oficial, junto con el impacto del exceso de oferta monetaria, donde la liberación creciente de las actividades económicas que actualizarán sus precios en conjunto con aquellos sectores a las cuales se les aplicaron precios máximos (tarifas de energía, telecomunicaciones, transporte público, alimentos, entre otros) darán a lugar a una inflación más alta en la segunda mitad del año, con previsiones muestran que un dólar oficial a 90 hacia diciembre y una inflación cercana al 40% para 2020 y 50% para el 2021, esperando que la trayectoria futura de dólar siga a la de la inflación.
La contracción de la economía argentina en 2020, junto con las medidas de apoyo fiscal implementadas por el gobierno para contrarrestar el impacto del estallido de Covid-19, está llevando a una notable ampliación del déficit fiscal primario, esperando un resultado negativo del 10% en términos de PIB, proyectando un agujero fiscal del orden del 4,5% para el 2021. Siendo la emisión monetaria la única manera de financiarlo, ya que los mercados internacionales de deuda están cerrado con un riesgo país oscilando alrededor de los 1.100 puntos como consecuencia de la normalización de la situación de la deuda pos canje y con un mercado de capitales local pequeño, que renueva los bonos ya emitidos pero no puede absorber nuevas colocaciones de deuda para financiar futuros déficit fiscales, donde tampoco se puede echar manos a las escasas reservas del Banco Central.
Si se observa el gráfico, que describe la dinámica del déficit fiscal del primer semestre y se compara el año 2020 respecto a 2017 y 2018 por ejemplo, se destaca que hasta marzo los resultados alcanzados son similares entre sí, pero a partir de ese mes el resultado fiscal primario del 2020 se vuelve muy negativo respecto al 2017 y 2018.
Tal es así que el 3,3% de déficit fiscal primario acumulado alcanzado en Junio 2020 es 2,3 veces superior al 1,4% del año 2017 y 4,7 veces al 0,7% del 2018. En esos años el déficit fiscal primario anual terminó siendo 4,2% y 3,2% respectivamente, siendo de crucial importancia la reversión de la políticas fiscales expansivas en los próximos meses para que el agujero fiscal primario no siga agrandándose y exigiendo emitir más pesos, que luego deberán ser retirados a través de Leliq, cuyo stock ya supera a la base monetaria y agrega más incertidumbre al escenario económico.
Al igual que el resto de los países, el nuestro está enfrentando al Covid-19 aplicando una cuarentena que afecta negativamente a la economía y para paliar estos efectos, está promoviendo políticas monetarias y fiscales expansivas. La diferencia con otros países radica en que Argentina puede financiar la expansión del gasto público solamente con emisión monetaria ya que tiene los mercados internacionales de deuda cerrados y no puede sacarle más reservas al BCRA.
Esto pone en una situación de mayor fragilidad a una macroeconomía que venía padeciendo problemas endémicos (déficit fiscal crónico, desconfianza en la moneda nacional, inflación elevada) donde la emisión monetaria pone presión sobre el mercado cambiario y la inflación futura, lo cual manifiesta la necesidad de contar con un plan económico de largo plazo que muestre austeridad fiscal y monetaria, de reducir la incertidumbre.
Quizás el FMI juegue a ser el malo de la película, a través de un nuevo acuerdo que establezca objetivos fiscales, monetarios y cambiarios.

Autor: REDACCION

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