ESPECIAL

De Tostado a Malvinas, Tartaglia recordó sus días en el buque insignia de la Armada

Mayo de 1981 en Tostado. Sorteo a través de Lotería Nacional para definir cuáles de los jóvenes argentinos nacidos en 1962 realizaban el Servicio Militar Obligatorio. O simplemente, la colimba. Carlos Tartaglia supo desde un primer momento que su destino era la Armada Argentina. Su número de sorteo fue el 993. Lo que siguió fue la convocatoria para la revisión médica en el Distrito Militar de Santa Fe, sobre avenida Freyre. Tras recorrer las diferentes estaciones lo declararon "apto" para incorporarse al servicio. En septiembre de ese año se despidió de la familia y viajó rumbo a la Base de Puerto Belgrano, cerca de Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires. 
Tras dos meses de instrucción en Campo Sarmiento, su destino fue el portaaviones ARA 25 de Mayo, el buque insignia de la Armada Argentina. Su tarea: trabajar en la panadería de un buque en el que vivían más de 1500 personas. "El buque era nuestra casa, en lugar de vivir en un cuartel nosotros estábamos en un barco", cuenta hoy a los 61 años durante una charla en el Centro de Ex Combatientes de la Guerra de Malvinas, ubicado sobre avenida Italia a metros de la esquina de avenida Brasil, institución que preside. En ese mismo lugar funciona un museo donde hay un cañón y una balsa, los dos elementos que más les llama la atención a los chicos de las escuelas cuando visitan ese espacio. 
En la previa del 2 de Abril, cuando se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, Tartaglia asume con orgullo su rol de divulgador de aquellos días tormentosos, de las Malvinas y de los soldados que dejaron la vida entre abril y junio de 1982. "Pasó mucho tiempo ya. En esa Guerra murieron 649 compañeros, más de la mitad por el hundimiento del Crucero General Belgrano. Nuestra obligación es mantener viva la memoria de la guerra y de todos los héroes que entregaron su vida por la Patria", dice. 
"Ahora tengo 61 años. Soy clase 62, una de las que le tocó ir a la guerra porque en el 82 estábamos haciendo el servicio militar obligatorio. Cumplí 20 años el 22 de enero de 1982. Nos encontramos con esta sorpresa, con una guerra que nadie tenía en los planes", dice. "Nosotros éramos la cuarta tanda de la clase 1962, casi todos de la provincia de Santa Fe. Un 80 por ciento de los santafesinos le tocó la Armada y el resto Ejército. La mayoría de la Provincia fuimos a la Armada. Algunos al 25 de Mayo, otros a otros buques como el Crucero Belgrano, otros a Infantería de Marina", agrega.
"Yo nací en Porteña y por razones de trabajo nos fuimos a vivir a Tostado. Ahí estaba cuando se hizo el sorteo, me tocó el 993, imposible no ser de la Marina", afirma con un gesto de "contra el destino no se puede". 
"En noviembre del 81 ingresamos al portaaviones. Después de unos días de entrenamiento, hicimos un par de navegaciones antes de terminar el año. Luego con las fiestas, la mitad salió para pasar Navidad con su familia y el resto pudimos irnos para fin de año a nuestras casas. 1982 comenzó con la navegación normal, con entrenamientos", recuerda sobre la rutina. 
-¿Y qué se sabía de Malvinas?
-La toma de Malvinas comenzó a rumorearse en 1981, pero se decía que sería en septiembre de 1982 cuando el clima es más favorable, no tan hostil. Pero según se dijo, hubo filtraciones de información y por eso se adelantó la operación. A nosotros, a fines de marzo del 82 nos restringieron las salidas y prácticamente nos cortaron la comunicación con nuestras familias. No podíamos salir del puerto, podíamos bajar del buque pero solo a las dársenas, no al predio ni para jugar un partido de fútbol. Además, se empezaron a ver movimientos raros, llegaban más soldados, había más entrenamientos como que se estaban preparando para algo, muchos camiones de combustibles que llegaban a los buques. Nosotros pensamos que todo era porque íbamos a salir a una navegación más larga, en lugar de 10 días estaríamos un mes en el mar.
-Nunca imaginaron lo que a esa altura era inminente. 
-El 28 de marzo a la tardecita zarpamos a navegar. Pensamos que por un mes no volvíamos. Nadie tenía idea de Malvinas. Pero a los dos días de estar en el mar, tipo 18 hs. por altoparlante nos habla el comandante del buque, o el segundo a cargo, y nos dijo que íbamos a ser parte de la historia de la Argentina, que íbamos a recuperar las Islas Malvinas. La primera reacción fue de sorpresa, y de jolgorio, de celebración. Cuando se tranquilizaron los estados de ánimo, empezamos a considerar que tomar las islas no iba a ser gratis, que algo a cambio habría que dar.
-Y ustedes eran parte de una flota.
-El Santísima Trinidad como el Cabo San Antonio, los buques de desembarco por calado, también avanzaban hacia el sur. En cambio el portaaviones no se puede acercar a la costa por sus dimensiones, medía 215 metros de largo y 70 ancho con las cubiertas de vuelo, con una tripulación de 1509 personas. Nuestro armamento fuerte eran los cazabombarderos, los helicópteros, los aviones. Teníamos alrededor de 15 aviones. Había otras aeronaves que estaban fuera de servicio. Estando en el mar recibimos la noticia de que se tomó Malvinas. Se toma Malvinas. Una vez que se toma el territorio sale un helicóptero del portaaviones con oficiales que desembarcaron en Puerto Argentino y otro con las redes cargadas de mercaderías para las tropas. El 6 de abril volvimos a la base de Puerto Belgrano, todos festejaban por haber recuperado las islas. 
-En ese momento había una intensa labor diplomática para evitar la guerra. Pero...
-Cuando llegamos a Puerto Belgrano, ya prácticamente se daba por hecho que los ingleses iban a venir. Incluso había un par de submarinos que estaban en la región, cerca de la costa. A partir de ahí empieza otra historia, prepararse para una guerra que nadie quería. 
-Mientras tanto ustedes estaban incomunicados, no podían siquiera avisarle a sus familias. 
-A nosotros 10 días antes del 2 de abril nos prohibieron mandar cartas a nuestras familias, que se enteraron del desembarco por los medios de comunicación pero no tenían contacto con nosotros, no sabían nada si estábamos en la base, en el mar navegando o en las islas. Así, para nuestros padres era todo incertidumbre. Es decir, los padres de los soldados se despertaron un día y se enteraron a través de los medios que su hijo está en una guerra con Inglaterra. Claro que pasaron por una angustia tremenda. Porque nadie sabía que podía pasar, si tu hijo iba o no a volver.... todo eso se piensa antes de que comiencen las acciones mismas de la guerra, es como un juego psicológico perverso, de miedo. Mi papá, mi mamá y mi hermana se fueron enterando después de la guerra pero no sabían donde estaba yo. Era así... no se podía hacer otra cosa. 
-¿Qué hacía usted en el barco? 
-Yo era panadero. En realidad éramos 30 panaderos. Se trabajaba en tres turnos. Yo arrancaba a las 8 de la noche. Los soldados que entraban de guardia a las 4 de la mañana venían un ratito antes a la panadería para buscar un bollo de pan para acompañar el mate cocido. Los que terminaban la guardia hacían lo mismo. El portaaviones era una ciudad flotante de más de 1.500 personas. Había cocina, panadería, almacén, carnicería, peluquería, sastrería, consultorios médicos como enfermería, odontología. El buque es como un reloj, si hay un engranaje que no funciona no hay hora...
-¿Cómo eran sus días?
-Nosotros dormíamos en un sollado, son como cuatro camas una arriba de la otra. En ese sollado éramos más de 200 personas. Nuestra división era la Sol, había otra llamada Whiski y así... Dormíamos debajo de la cubierta de vuelo, tres pisos abajo. Arriba había otro piso y luego estaba el sector donde estaban los aviones. 
-Volvamos a abril de 1982. Estaban en Puerto Belgrano. 
-Después del 6 de abril se hizo una navegación corta para probar las baterías antiaéreas, los aviones, los enganches y otros elementos del buque. Fue durante una semana. El 14 de abril zarpamos nuevamente rumbo al sur. El 23 de abril nos tiene en la mira un submarino nuclear inglés, me parece que era el Splendid, nos tiene en la mira, pide autorización para hundirnos pero desde Londres le niegan el ataque porque aún no había comenzando el enfrentamiento. Ellos querían hundir al buque insignia de la Armada argentina, era un golpe de efecto para golpear la moral y además éramos una amenaza para la flota de ellos.
-¿Qué hubiera pasado si recibían ese ataque?
-... nosotros desviamos el curso, ellos también se desviaron... 
-¿Cómo siguieron?
-Estuvimos en la zona de las islas. Lo submarinos nos buscaban siempre a nosotros, pero teníamos los aviones Tracker anti submarino con sensores especiales y armamento específico que nos protegían. Nosotros no teníamos sonares especiales para detectar submarinos o torpedos, al igual que el Crucero General Belgrano. Pero con los aviones Tracker que vivían recorriendo la zona para detectar posibles amenazas nos sentíamos respaldados.
-¿Y después?
-El 1° de mayo estaba previsto atacar a la flota inglesa, el Crucero Belgrano por el lado sur y nosotros por el norte.
El Belgrano se sumó tarde a la guerra, recién salió del puerto el 17 de abril porque estaba en reparación, va hacia la Isla de los Estados, después viaja a Ushuaia donde se reabastece y parte rumbo a Malvinas. Estaba el Crucero Belgrano, el Piedrabuena y el Buchard. El portaaviones estaba en el otro sector con la fragata Santísima Trinidad, Hércules y un buque chico Pi. Se iba a hacer un ataque pinza. Dos aviones nuestros salieron y detectaron que la flota inglesa estaba a 500 millas, más o menos 250 kilómetros. Se iba a hacer un ataque pinza, de un lado el portaaviones con sus aviones y del otro con el Crucero Belgrano, un acorazado con cañones grandes cuyos disparos llegaban a una distancia de 25 kilómetros.
-¿Y qué pasó?
-Se planifica el ataque el 1° de mayo a primera hora de la mañana, a las 6 de la mañana debían salir 6 cazabombarderos nuestros con cuatro bombas cada uno de 250 kilos cada una. Los seis pilotos que salían tenían en claro que podían regresar a lo sumo 2, que los otros cuatro iban a quedar en el camino. Dos no iban a llegar por la defensa de los buques y de los aviones Harrier, 4 se estimaba iban a llegar a atacar pero 2 de esos no iban a regresar, iban a ser alcanzados por la defensa. Era difícil admitir esa situación, de que podés despegar a una misión y que más de la mitad de los aviones no iba a regresar... hay que vivir con eso. Pero ese día, el 1° de mayo, el mar estuvo muerto, calmo, mar aceite como le decíamos nosotros. Sin viento y con mar calmo, los aviones no podían despegar. Los pilotos no se podían bajar del avión, esperaron cinco horas arriba del aparato para ver si cambiaban las condiciones del clima. No se podían bajar ni siquiera para ir al baño. Al final todo se postergó.
-Para el día siguiente.
-Sí. El 2 de mayo quisimos hacer lo mismo... pero el clima no nos dejó. Y en la tarde de ese día nos enteramos del hundimiento del Crucero Belgrano. Ahí cambió la guerra para nosotros. El portaaviones quedó con menos defensa... no había otro barco igual que sirva como apoyo. Las dos fragatas no eran lo mismo. Entonces el portaaviones se debe quedar más cerca de la costa para protegerse de los submarinos. El 5 o 6 de mayo los aviones Tracker nuestros nos defendieron de un submarino. En poco tiempo más se realizó el desembarco inglés en las islas. Ya teníamos la guerra cuesta arriba. A mediados de mayo la flota argentina regresa a la base. Los aviones del portaaviones se quedaron en el continente, y desde ahí despegaron en distintas misiones. Perdimos dos pilotos de nuestro buque.
-Para ustedes ahí ya terminó todo más allá de que la guerra continuó hasta el 14 de junio. 
-Sí. Volvimos a puerto y ahí nos quedamos. Un capitán admitió que se voló durante la guerra con aviones con alas partidas, con cápsulas de asiento inyector vencidas. A lo mejor funcionaban, a lo mejor no. No había garantías. Y así fuimos a la guerra. 
-¿Cuando terminó todo, volvió con su familia que estaba angustiada sin saber de usted?
-Cuando terminó la guerra nosotros no podíamos salir de la base. Debíamos seguir. Incluso los compañeros del Crucero General Belgrano no tuvieron la baja, ni siquiera aquellos que permanecieron cuatro días en las aguas heladas hasta que lo rescataron... le dieron ropa nueva y lo enviaron a nuevos destinos, pero no los mandaron a casa. Recién a los 15 días del final de la guerra pudimos volver de visita. Pero en mi familia hubo una situación especial, mis padres iban por camino de tierra a la casa de mi hermana que estaba en un tambo en Córdoba, agarran una huella y salen del camino y chocan contra un árbol. Estuvieron seis meses en el Hospital de San Francisco. Un primo mío de San Francisco que trabajaba en Entel me avisó de ese accidente al llamar a la base. Así que me dieron permiso para venir a ver a mis padres... era julio de 1982. 
-Cuando le dieron la baja
-El 3 de octubre de 1982. Al año siguiente me vine a Rafaela. 
-¿Le gustaría conocer Malvinas?
-Claro, me gustaría conocer las Malvinas. Muchos compañeros estuvieron en las islas, y cuentan. Nosotros estuvimos bien cerca de Puerto Argentino, pero no pudimos desembarcar. 
-¿Siente que la sociedad reconoce a los veteranos de Malvinas?
-En la actualidad hay un gran reconocimiento a los ex combatientes de Malvinas. No fue igual cuando nos volvimos de la colimba y de la guerra, aquellos fueron años muy duros. Muchos compañeros murieron en Malvinas, 649 en total contando a los del Crucero Belgrano. Pero en la posguerra fallecieron entre 800 y 900 soldados por el trauma. Siempre se pidió a la fuerza mayor protección después de la batalla. Pero nos dejaron solos. Nos dijeron los militares que al llegar a nuestros pueblos y ciudades digamos que habíamos estado en la guerra y eso era suficiente para que nos den trabajo. Pero no fue así... tuvimos que pelear por todo, por una obra social y por otras cosas. 
-Hoy, 41 años después, sigue con Malvinas.
-Seguimos trabajando la causa Malvinas. En Santa Fe tenemos una Federación provincial, cada dos meses nos reunimos los distintos centros regionales para abordar distintos temas, desde las charlas con las escuelas para que los chicos sepan de la guerra, de lo que fue hasta las problemáticas para acceder a la obra social. El objetivo es tener archivo histórico, divulgar la causa Malvinas, sistematizar la información para que la sociedad toda y las escuelas puedan tener acceso a esa historia. A veces encontramos gente que no sabe que en Rafaela hay veteranos de Malvinas. 
-¿Cuántos soldados hubo en el Departamento Castellanos?
-Alrededor de 40. Hoy día hay 28 ex combatientes en Rafaela y departamento Castellanos. Cuatro fallecieron en la guerra y siete después de ella. 
-Este Centro de ex Combatientes y Museo de Malvinas es un orgullo. 
-Este Centro cumple 10 años este 2 de abril. La mayoría de las cosas que tenemos acá las compramos. Nadie te regalaba nada. Lo fuimos levantando a pulmón. Hoy vienen los chicos y lo que más le llama la atención es el armamento, comenzando por el cañón, pero la balsa es la estrella. Ese interés por nuestra historia que manifiestan los chicos nos hace sentir bien, que estamos en el camino correcto.  
-¿Cree que la Argentina recuperará alguna vez las Malvinas?
-Ojalá que alguna vez se recuperen las Malvinas. Creo que alguna vez será. Pero yo no lo voy a ver, quizás mis hijos tampoco. La guerra no fue la mejor decisión. Nosotros tuvimos en ese lugar, juramos la bandera para defender la Patria y nos tocó ese rol. No elegimos estar en ese lugar, nos tocó. Hoy los ingleses ven en Malvinas un lugar estratégico... por los recursos del mar y de energía, por el agua de la Antártida. Y también por la OTAN misma, tener una presencia en el Atlántico Sur es geopolítico. Mientras tanto, nos toca reivindicar la soberanía argentina sobre las Islas y mantener viva la memoria de los veteranos y de los caídos en la guerra. 
-¿Su familia qué siente por su papá héroe de Malvinas?
-Orgullo. Ahí están mis hijos Juan Manuel, Daniel, Federico, Belén y Camila. Y mis nietos Juan Ignacio y Giuliano, con mi esposa Viviana. Siempre me apoyaron en esta actividad, que lleva mucho tiempo. 
-Argentina ganó el Mundial y lo que nos queda es una canción que nos hace lagrimear, en la que hace referencia a los pibes de Malvinas... 
-Muchachos, la canción del Mundial, nos dio un empuje enorme para nuestra tarea de dar a conocer esa historia de hace 41 años... ahora todos dicen Los pibes de Malvinas... los chicos reconocen más rápidamente la situación. Nos ayuda y nos conecta más fácil con las nuevas generaciones. 

Autor: REDACCION

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