La Palabra

De noticias y otros mundos culturales*

archivo Luciana Arias
Crédito: En el canal: Cuando la labor de Luciana Arias se cumple en los estudios

Mi interés por la comunicación

Supongo que desde siempre, desde muy chica. No sé si a ser periodista, pero me gustaba jugar a armar cuestiones que tuvieran que ver con mostrar situaciones. Y bueno, organizaba en el ámbito familiar encuentros espacios de juego con la familia. Siempre tenía una cosa como de productora, de establecer roles, después poner eso en los espacios público privados de la familia. Me gustaba participar de los actos escolares. Aunque tenía una ambigüedad porque era muy tímida. Cursé el secundario en un colegio estatal de la ciudad de Buenos Aires. Siempre me gustaron las materias humanísticas más que las exactas. Cuando terminé empecé a pensar las alternativas para elegir qué estudiar, hice una suerte de consulta y una de las carreras era Ciencias de la comunicación. Quería estudiar en la universidad. Había estudiado inglés, francés y algo de alemán. Terminé estudiando en la UBA Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Eso fue determinante, como un antes y un después. Me confirmó y me descubrió cosas a las que no hubiera tenido acceso de otra manera.

Trabajar y estudiar

Sí, pero al principio no trabajaba en comunicación. Después estuve en la producción del Festival de Cine de Mar del Plata. Ingresé en Canal Trece haciendo asistente de producción. Pero me gustaba más el estudio de lo teórico. Trabajaba para mantener mis estudios y viajar que era lo que me gustaba hacer. A los veinte años me fui a Europa en un viaje iniciático sola con la mochila. Y tuve el sostén de mi familia que me acompañaba siempre en épocas sin internet. Eso me determinó seguir viajando y descubrir que me encantaba la pintura. Me encontré con esa experiencia estética que te conmueve, que es trascendente, y te despierta algo que quizás no te había sucedido. Volví a viajar otras veces.

Los estudios una vez egresada de la UBA

Hice cursos quizás no tan formales, pero cosas que me gustaban. Hice un taller de sociología, otro de historia del arte, de filosofía. Temas varios que tienen que ver con el gran mundo de lo cultural.

La búsqueda en lo laboral

Venía trabajando mientras estudiaba, me fui perfilando dentro de lo que más o menos uno quiere y lo que se puede. Por una cuestión de acceso fui por el lado del periodismo social que es lo que más me gusta. Pero trabajando en el noticiero uno hace todo. Para contarle a la gente: un noticiero a diferencia de lo que es el periodismo gráfico, en general es más difícil que se respeten los géneros periodísticos. En gráfica hay quienes escriben específicamente en cada sección o en cada tema. En el noticiero de televisión por el esquema mismo de cobertura la gran mayoría no tiene esa división. Suele ser bastante variopinto. Para bien o para mal tenés que cubrir todo, desde una nota de color hasta hacer un informe de economía doméstica o cuestiones de género hoy, o estar en el Congreso Nacional. O cuando fue lo de Cromagnon que fue mi primera cobertura y te marca mucho. Recuerdo que fuimos el primer móvil en vivo que llegó al lugar, que conducía Guillermo Andino y yo era movilera ahí. El treinta de diciembre a las diez de la noche cuando creíamos que la nota iba a ser el éxodo en Retiro, la nota clásica de ese momento, nos llamaron y nos dijeron que vayamos para Once porque se había incendiado una bailanta, y cuando llegamos era el desastre.

El trabajo con la noticia es cruel. ¿Cómo preservarse de la situación?

Es muy cruel. No me salvo. Hace tiempo que me psicoanalizo y al principio tuve que armarme una estructura de distancia. Me parece que ahí hay que apelar como en tantas otras cosas a un concepto griego que es la frónesis, que es el justo punto. Lo sabían todo. Lo difícil y el desafío en nuestro trabajo es tener la capacidad de construirte esa distancia que te permita relatar y que te permita ver, pero con una mirada: que te permita sentir, percibir. Todo lo que uno describe, narra y pone en palabras y en imagen, es relato, no es ingenuo y todo es una construcción desde el punto de vista discursivo. Y ese sentido se completa en la instancia de recepción que también es otro mundo. El día que no me pasen más cosas con todo esto que hago me pongo a hacer pizas que me salen ricas y las vendo (risas). Y que está bien y que uno es un ser histórico y que hay ciclos que se terminan. Por ahora no me pasa. Siempre con la distancia para tener perspectiva y poder narrar si no te integrás en la historia. Se espera de uno que sea el canal de transmisión y no la historia. Me parece que está bueno relatar lo que a uno le pasa, pero siempre que el foco esté en lo que tenemos para contar, porque no somos tan importantes. O no debiéramos serlo.

Qué espero de la comunicación tan degradada en estos tiempos

Siempre existió. Pero hoy en día se empiezan a notar algunos mecanismos que siempre existieron como la teoría del rumor, pero hay una diferencia. El otro día leía sobre la diferencia entre el rumor y la noticia falsa. El rumor en el fondo tiene un supuesto testigo, que por ahí tergiversa. Mi sensación -modestísima- es que hay un cambio grande a nivel escala, porque lo que sucede hoy con la dilección de las cosas que vamos conociendo como las redes sociales -con la velocidad y la magnitud- que no sabemos de dónde viene, y todo es plausible de ser creído. Y me parece que eso nos pone muy vulnerables. Creo, que como estamos atravesando un momento de experimentación con esto tenemos que dejar que transcurra. No se puede saber lo que va a pasar. En palabras del periodista español Ignacio Ramonet: Hoy en día la falta de la libertad de expresión no tiene que ver en los países occidentales, quizás tanto con la censura previa sino con el exceso de información. El exceso de información hace que seamos menos informados. Tenemos que aprender a construir nuestras propias herramientas para informarnos si es que tenemos la pretensión de ser informados, y es un trabajo enorme.

*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Luciana Arias

 

 

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