Es muy difícil. Del que hablo muy poco es Hernán Benítez. Que fue asesor de la Fundación Eva Perón, confesor de ella, pero que fue quien la acompañó en el viaje a Europa, le organizó la entrevista con el Papa, y ahí la Compañía de Jesús le dice que tiene que elegir, que no puede exponerse con ella tanto. Y él decide irse de la Compañía de Jesús. Después es asesor de la fundación, escribe La aristocracia frente a la revolución. Tiene también ese rol de orador, sermones que se pasaban por la radio, muchísima gente esperaba lo que él dijera. Después en barrio Eva Perón él tenía su capillita que no era una parroquia, él era regente de ese oratorio, de ese barrio peronista hoy barrio Saavedra. Cuando es el golpe lo quieren sacar de ahí y no se quiere mover porque dice que la casa es de él, porque esa iglesia no era de la curia sino de la Fundación Eva Perón. Logra que incluso le den cierta indemnización. Cuando falleció Benítez encontraron algunas inscripciones de la historia del lugar, y en el altar de esa iglesia San Juan el Precursor que tiene unos ángeles esculpidos, hay uno que parece Evita -tiene el rodete- y es todo un registro oculto. Después del golpe saca una publicación clandestina donde durante varios años se llamó Rebeldía, que un poco preanunciaba lo que fue después el Movimiento de sacerdotes para el Tercer mundo.
¿El más comprometido?
El cura Pepe José Piguillén, es el capítulo nueve, el cura de Moreno durante cincuenta años, tiene ochenta y seis, que tuvo un cargo de responsabilidad en el Movimiento de sacerdotes para el tercer Mundo, pero también tuvo una inserción. Lo fueron a buscar a su casa, él llegaba en bicicleta y no lo reconocieron, y se escapó. Lo interesante de esa historia en Moreno que fue muy territorial, es que la mayoría de los dirigentes políticos y sociales de Moreno de la democracia hasta ahora, pasaron por esa parroquia. Fue una escuela de formación. Cuando presenté el libro en Moreno, había mucha gente, y uno dijo una frase que me impresionó, algo así como: “Pepe nos dijo que tomáramos la política en nuestras manos para cambiar nuestra vida”. Impresionante. Ese compromiso. Fue tercermundista pero después fue muy respetuoso de la religiosidad popular, muy cercano al padre Rafael Tello, a la teología de la cultura. Acercaba gente de sectores medios con los chicos de los barrios. A los de los barrios les decía: “Ustedes siempre tienen que ser más” para que hagan fuerza de grupo.
¿El más original?
Brochero lo que tiene de original es que es un cura entre dos épocas de Argentina. La Argentina que se va y la Argentina que es. Está en mula pero quiere el tren, quiere el mundo del orden pero sabe que hay un mundo irregular como el de Santos Guayama, y que quiere integrar esos mundos diversos, el oeste de Traslasierra integrarlo al mundo de la civilización. Está como bisagra. Haciendo alianzas que parecían imposibles. Con los liberales y cuando no, con los radicales, y les decía cómo tiene que votar. Eso se sabe porque después fue famoso y tenía cierta visibilidad, pero hay muchos que trabajan de la misma manera, es el rol del mediador. Muchos de los curas tienen esa particularidad, de unir mundos, no solo el mundo celestial y el terrenal, sino mundos sociales y políticos diversos.
¿El más cuestionado?
Julián Faramiñán era en mil ochocientos veintiocho, el que estaba con los unitarios en lo que hoy es Mercedes en la guardia de Luján, y el Juez de Paz lo destituye, y el empieza a defenderse en un diario unitario de la capital que se llama El tiempo. Pero cuando los feligreses comienzan a hablar de él aparecen algunas características un poco cuestionables como que enamoraba a las feligresas, que se propasaba. Igualmente estas cosas aparecen de la mano de conflictos políticos más grandes, pero en general los feligreses toleran que el cura tenga novia, hasta que aparezca si hay otro problema. Ese es un cura muy cuestionado porque había participado en tumultos, asonadas políticas locales y aparecía en las sombras. Había sido franciscano y después se secularizó.
¿El más obstinado, el más obsesivo?
Hay un tipo de obstinación, pero lo diría desde la disciplina, que son los actuales Curas en Opción por los Pobres. Esta sistematicidad que tienen de sacar las cartas al Pueblo de Dios, de hacer públicas las posiciones políticas, cuestionar. Hablan de política como muy sistemático. Buscan una ductilidad en los medios. Y tienen esta búsqueda de recuperar parte de lo que fue el Movimiento de sacerdotes para el Tercer mundo y a los mártires de los años setenta.
¿Y los curas que no tienen los pies sobre la tierra? ¿Qué lugar ocupan?
El libro no busca barrer con todas las formas de intervención política, no busca ni siquiera ser representativo. Las historias tienen que ver con las disponibles que me parecieron relevantes. El otro criterio fue tomar los que hicieron públicas sus posiciones. Porque hay otras formas sutiles que se hacen más puertas adentro pero existen. Pero en la medida que no lo son públicas. Y el otro criterio fue que tuvieran un vínculo con los feligreses. Los que no están con los pies sobre la tierra, bueno, hay muchas maneras de no estarlo. Tenés los que desarrollan su ministerio más en el ámbito de la escritura, de la investigación, que los hay también. Hay otros que aunque no lleven a cabo o no expongan públicamente sus posiciones políticas están con los pies sobre la tierra porque están al lado de sus feligreses pero llevan a cabo una práctica más sacramental. La referencia de los pies en la tierra acá tiene que ver con la relación con la política, pero creo que son los menos los que la hacen pública. Muchos acompañan, están.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a María Elena Barral