Desde el mismo comienzo del gobierno de Mauricio Macri se ha venido reclamando de manera muy sostenida, casi por unanimidad sea desde economistas de la oposición como aquellos identificados con Cambiemos, que para lograr encauzar la actividad económica por un rumbo de crecimiento, con la respuesta de generación de trabajo y mejoría de la situación social, son indispensables dos cosas, una de ellas inversión, la otra la reducción del gasto público. Es que mientras el Estado sea el gigante que todo lo devora, nutriéndose de lo que le resta al sector privado que cada vez debe hacer mayores esfuerzos para sostenerse, es muy poco probable que pueda encontrarse una salida integral y sustentable en el tiempo.
Es que, contrariamente a lo propuesto, el gasto ha venido creciendo en casi todos los meses del nuevo gobierno, buscando evitar explosiones sociales -como igualmente las hubo y de manera muy significativa, aunque alentadas desde algunos sectores que especulan políticamente con un escenario de estas características-, con especial y más abultado destino a la asistencia social en consideración del tercio de pobreza en que se encuentra la población. Para sostener esa asistencia, se recurrió al gradualismo mediante la toma de préstamos en el exterior, lo cual está previsto continuar hasta 2021, que sería recién cuando esta perspectiva debería comenzar a contraerse.
La novedad en este sentido la proporcionó el pasado mes de agosto, durante el cual la reducción de los subsidios económicos al transporte en el orden del 30% debido al aumento de las tarifas, significó una disminución del 30,4% en el déficit fiscal primario. Pero claro, no todos son rosas en materia fiscal, pues aún con esa ecuación positiva, la cuenta del pago de intereses se elevó 105%, con lo cual redujo la mejoría del déficit a sólo 18,6%, tal lo informado por el Ministerio de Hacienda.
De tal manera, tras el cierre del balance correspondientes a agosto, tenemos que en los primeros 8 meses del año el déficit primario asciende a 191.026 millones, es decir, un 10,7% por sobre igual lapso de 2016. De tal manera, si consideramos la inflación, la mejoría fiscal está a la vista, siendo la diferencia entre ese porcentaje y la cifra real que tuvo la inflación.
Claro, si se agregan los pagos de intereses, que ascendieron a 128.787 millones, un 78,8% más que el año pasado, el rojo fiscal entonces llega a 319.813 millones, contra 244.581 millones de enero a agosto de 2016.
Queda expuesto que el "ahorro" que consigue el gobierno con el aumento de tarifas que permite reducir los subsidios, queda compensado por la mayor carga de los intereses de la deuda, que en este momento es el gasta mayor y más expansivo que se debe afrontar. La cual explica además que el déficit fiscal continúe aumentando en términos reales, incluso por sobre el nivel inflacionario, y además, en su incidencia con relación al PBI.
Esta situación se sostendría hasta fin de año, ya que no están previstos nuevos aumentos de tarifas, según lo asegura el gobierno, mientras que en cambio la oposición insiste con nuevos ajustes luego de las elecciones, mezclándose de tal manera en estas previas electorales, cuestiones de ambas tendencias que lo que logran es confundir aún más al ciudadano común que sigue todas estas alternativas de una política cada vez más cerca al marketing que a la realidad.
En tanto se vienen tratando de resguardar las cifras de lo que resta del presente año, ya se tiene también el Presupuesto de lo previsto para 2018, con un resultado negativo primario de 409.461 millones, que significa el 4% del PBI, mientras que los intereses por la deuda se elevarían a 224.318 millones, un 2,2% del PBI, con lo cual el rojo total sería de 633.767 millones, un 6,2% del PBI que equivale a 37.950 millones de dólares, nada menos que 33,5% más que el déficit de 2016 que fue 5,9% del producto bruto.
Aquí viene lo malo, pues las previsiones hechas establecen que el déficit se irá cubriendo con mayor endeudamiento, lo que irá también haciendo subir el pago de intereses y por lo tanto restando recursos para otros rubros, que cada vez estarán más constreñidos.
Se previó que el año que viene el gasto fiscal aumentará 15,1% y los intereses de la deuda 27,6%, con un déficit total de 681.803 millones, el 5,5% del PBI. Palabra de presupuesto. ¿Se podrá cumplir?, estará por verse.