En el mes de junio pasado, completando la primera mitad del año, las cuentas públicas registraron el mayor déficit de toda la gestión del gobierno de Mauricio Macri, con un rojo de 91.852 millones de pesos. De tal manera el déficit del semestre fue de 255.547 millones, un 43% más que en igual período de 2016.
El peso del pago de los intereses de la deuda, tanto anterior como la que fue tomándose más recientemente, tiene un volumen realmente significativo, habiendo explicado en junio nada menos que 34.813 millones sobre el referido total de 91.582 millones, cifra esta última que fue 26,5% superior a los 72.587 millones que había sido el déficit de junio del año pasado. Sin olvidar también que en ese mismo sexto mes se debieron incluir las partidas especiales para el pago del medio aguinaldo.
Claro que tratando de maquillar en parte toda esta complicada numerología, que pone al descubierto que se ha hecho poco y nada para reducir el abultadísimo gasto público y que el endeudamiento significa un peso extraordinario sobre el manejo de las finanzas, el gobierno aclara que su verdadero objetivo es ir reduciendo el denominado déficit primario -es el resultante de las cuentas sin incluir los servicios de deuda-, ya que siendo de esa manera la meta fijada para el semestre fue sobradamente cumplida, ya que el rojo de 144.286 millones significa el 1,5% del PBI cuando el objetivo era alcanzar el 2% del PBI, es decir, 195.000 millones. Sobre este planteo, el ministro Nicolás Dujovne, que fue el informante del detalle comentado, se mostró exultante por haber sobrecumplido con 50.714 millones menos, alentándolo a sostener que la meta del año será alcanzada. Es probable que sea de esa manera, incluso pudiéndose volver a repetir los titulares de los diarios de este primer semestre, destacando el cumplimiento de las metas fijadas por el gobierno e incluso mostrando una reducción en la comparación con lo establecido en el presupuesto, pero claro, dejando de lado el pago de intereses de deuda, para los que de algún lado el dinero debe salir, y finalmente, aunque no quede debidamente asentado, sigue siendo provisto desde las arcas fiscales. No existe otra posibilidad.
En cuanto al aumento del gasto en ese lapso de enero a junio, fue del 31%, muy por encima de la inflación, con un desembolso total de 1 billón 90.114 millones, ejecutándose de tal modo el 47% del total presupuestado, con lo cual quedan 1 billón 200.000 millones para desembolsar hasta fines del mes de diciembre y completar el ejercicio, confiándose además -según lo sostenido por el mismo titular de Economía- que en esta segunda parte del año que estamos transitando los gastos podrán llegar a estar un 5% más bajos que en la mitad anterior del año.
Entre los aumentos de gastos que más sobresalieron en el semestre ejecutado fueron los bienes de capital y transferencias a las provincias, junto a giros a las cajas previsionales, habiendo caído en cambio los subsidios un 5.1% que significó 4.962 millones de pesos, explicando casi la mitad del gasto total lo destinado a las prestaciones sociales, con un incremento del 41% en jubilaciones y pensiones.
Resumiendo este recorrido del gasto público con todos sus vaivenes y la forme de mostrarlo, tomando el pago de intereses de la deuda se llega a 2,5% del Producto Bruto Interno, pero si en cambio se dejan de lado esos servicios y directamente se va al déficit primario -tal como lo mostró el gobierno- entonces el déficit llega a 1,5% del PBI, con lo cual se llega a cumplir la meta prevista.
En lo que resta del año, y más allá de las estimaciones optimistas que se formularon desde el área económica, la posibilidad es que el gasto llegue finalmente al 6% del referido producto bruto, aunque sin incorporar en ese cálculo a las provincias. Es decir, que no habrá muchas diferencias con lo acontecido durante 2016.
El excesivo gasto público requiere de corrección, una decisión que deberá tomarse probablemente después de las elecciones de octubre, existiendo la alternativa del gradualismo o de una aplicación de mayor contundencia, ya que el margen viene achicándose en forma acelerada.