Es el tema destacado de la semana en el ámbito latinoamericano y produce múltiples reacciones.
La salida de miles de cubanos a las calles para protestar contra sus precarias condiciones de vida, que a algunos les ha recordado al histórico "Maleconazo" de 1994, trae a colación un viejo debate.
Es una discusión que polariza mucho a quien la enfrenta: ¿Cuba es una dictadura?
Durante los acontecimientos que han sobrevolaron la realidad política de Cuba en las últimas horas se pudo asistir a infinidad de pronunciamientos, no solo en el país caribeño, sino en el ámbito internacional.
A nivel local se registraron manifestaciones contrarias al gobierno de origen castrista, que lleva más de sesenta años en el poder, desde que Fidel Castro asumió como primer ministro en 1959, para luego se presidente desde 1976 hasta el año 2008.
Los distintos partidos se fueron alineando hacia uno y otro lado. A raíz de la crisis que se vive actualmente en la isla, Isabel Rodríguez, la portavoz del Gobierno, se mostró excesivamente dubitativa en la rueda de prensa posterior al reciente Consejo de Ministros.
En ese escenario fue preguntada repetidas veces por la posición de las fuerzas que apoyan el Ejecutivo, pero en ningún momento logró elaborar una respuesta coherente, aunque dejó en claro que existen diferencias marcadas entre los socios de gobierno.
Además, en posteriores entrevistas, las tres vicepresidentas del Gobierno, en ningún momento tildó de dictadura al régimen cubano, a pesar de existir pruebas que ya nadie se atreve a discutir sobre el constante avasallamiento a los derechos humanos, como informaron diferentes organismos internacionales.
Varios países definieron al gobierno cubano, sin ningún tipo de tapujos, como una dictadura, tanto en la Organización de Estados Americanos como en las Naciones Unidas.
"Es evidente que no es una democracia", expresó Pedro Sánchez, el presidente de España, quien, sin embargo, se resistió a emplear el término "dictadura" para definir lo que está ocurriendo en Cuba.
En ese sentido, el jefe de Estado, agregó "la sociedad cubana, sin injerencias, debe encontrar su camino hacia la libertad y la prosperidad, pero es imprescindible que la comunidad internacional se mantenga atenta al curso de los acontecimientos".
De hecho, otros líderes europeos, se expresaron en similares términos, pero fueron más directos al señalar que "el estado de derecho es sistemáticamente ignorado por los gobernantes", como no dudaron en afirmar el francés Emmanuel Macron y su colega italiano Sergio Mattarella.
La condena es realmente significativa y sigue creciendo, aunque todavía varios países siguen avalando a las autoridades, pese a las últimas represiones. Otras naciones, en cambio, se mantienen prescindentes y en un lugar que puede interpretar como decididamente confortable.
De todos modos, los últimos acontecimientos tienen una repercusión que no pasa inadvertida y dejan en claro que el pueblo cubano se rebeló y está decidido a luchar por lo que entienden es lo más importante: su libertad.
La Habana fue el epicentro de las movilizaciones, pero también se replicaron en otras ciudades. En todos los casos, expresando la firme convicción de terminar con los atropellos de un gobierno que empobreció a la mayor parte de la sociedad cubana hasta límites degradantes.
Esta historia promete extenderse, porque no surgirá una definición de un día para el otro. El gobierno ya demostró que está dispuesto a resistir con las fuerzas de seguridad, lo que considera una reacción inaceptable del pueblo, desconociendo que todos los ciudadanos tienen derecho a expresarse, al margen de lo que pueda disponer un régimen como el que hoy encabeza el presidente Miguel Díaz-Canel.
El mandatario, no solamente desconoce la legitimidad de las protestas, sino que además responsabiliza de la situación a un "terrorismo mediático" que pretende "fracturar la unidad del pueblo".
Díaz-Canel, obviamente, apuntó sus cañones a Estados Unidos, pero también a países latinoamericanos que condenaron los hechos que están ocurriendo en Cuba y que prometen no tener un final tan cercano por la dimensión que ya alcanzaron.
Argentina, justo es reconocerlo, sorprendió cuando el presidente Alberto Fernandez dijo: "No conozco exactamente la dimensión del problema en Cuba. No es Argentina ni ningún país del mundo el que tiene que decir qué debe hacer Cuba".
Para ratificar su postura, agregó: "Como dijo Manuel López Obrador (presidente mexicano), si realmente nos preocupa lo que pasa, terminemos con los bloqueos, le están haciendo un daño incalculable y también a Venezuela. Si nos preocupa tanto la vida de los venezolanos, terminemos con los bloqueos. No hay nada más inhumano en una pandemia que bloquear económicamente a un país".