Sociales

Cuaresma: tiempo de verdadera conversión

El miércoles de ceniza marca el inicio de un camino personal de acompañamiento a Cristo, hasta su pasión, que con tanta entrega, con tanto amor, vivió por nuestra salvación. No podemos decir que todos las personas viven igual la cuaresma, ni siquiera que la viven, pero sí creo que los cristianos, debemos intentar que todos, alguna vez tengan la oportunidad de descubrir el valor del sacrificio inmenso de Jesús, que fue voluntario y solo por amor y que hubo un padre que entregó a su propio hijo para que el mundo se salve por Él. La Iglesia en su maternal sabiduría nos propone prestarle especial atención a todo aquello que pueda enfriar y oxidar nuestro corazón creyente -papa Francisco-, en esta frase se encierra una gran realidad…pareciera que en gran parte de la sociedad se enfrió y oxidó el corazón, porque no ponemos el acento en Cristo, su palabra y su obra, nos dejó un legado frondoso y eterno, pero es más fácil alimentar el odio, el desencuentro, que fomentar un acercamiento social que nos invite a un diálogo respetuoso, más allá de pensar distinto, de provenir de clases sociales, razas, religiones diferentes.

Como le gustaba repetir a la Madre Teresa de Calcuta: el fruto de la desconfianza es la apatía y la resignación. Desconfianza, apatía y resignación: esos demonios que cauterizan y paraliza el alma del pueblo creyente -texto extraído de la homilía de su Santidad el miércoles de cenizas-. Esta santa mujer nos legó tanta sabiduría, tanta herencia de amor, que es imposible mantenerse indiferente. Este camino de cuaresma es un tiempo para hacer un alto, detenernos, fotografiar nuestro interior, para poder eliminar nuestras miserias, pulir nuestras asperezas y construir así un corazón digno para recibir a Jesús.

Quiénes estemos dispuestos a seguir a Cristo, apoyados en María y fortalecidos por el Espíritu Santo, no debemos dudar del camino a seguir, ya que el “maligno” se encarga de tratar de obstaculizar todas las “buenas acciones” y las “grandes obras”.

En plena cuaresma veo con tristeza la marcha a favor del aborto…yo les preguntaría a todas esas personas si se preguntaron alguna vez, que hubiese pasado si sus padres hubiesen decidido abortar cuando ellas fueron concebidas, y tengo que escuchar que personas supuestamente racionales, dicen que la vida no comienza al momento de la concepción y me indigna porque entonces no conocen el contenido de nuestra Constitución en primer lugar y después los sentimientos de amor por la vida, dónde están?...¿por qué las personas que son capaces de abortar no reflexionan antes de concebir? Sin preámbulos sostengo que abortar es matar y yo estoy a favor de la vida, Jesús nos regaló una vida nueva muriendo en la cruz y solo por amor. Si hubiere alguna situación muy particular, no es a mí a quién toca juzgar.

Para ser honestos, andar al lado de Cristo en esta cuaresma, es renunciar a todo lo que nos hace indignos y pecadores, sin peros, sin ataos, sin excusas. Dios es amor y todo lo que se contraponga a esto es efímero. Hay una frase que dijo Su Santidad y me impactó: detente, mira y vuelve. Vuelve a la casa de tu Padre.

Vivir un tiempo de cuaresma rico y promisorio es el resultado de la libertad del hombre, que lamentablemente en muchas oportunidades, confundió con libertinaje, que nada tiene que ver.

Finalmente como cristiana no me atrevo a juzgar a su Santidad por acciones y actitudes que no es a mí a quien toca juzgar…si el papa Francisco está adonde está, creo fervientemente que es porque Dios quiere y si allí sigue es porque Dios lo protege, ya que estuvo en riesgo muchas veces, en consecuencia no soy ni yo, ni nadie, quien debe juzgar su misión. Finalmente trato de aprender de sus homilías lo que a mí me puede transformar en una mejor persona y esa debe ser mi mayor preocupación para llegar a Dios.

Transitemos este tiempo con humildad, recogimiento, penitencia, oración y limosna en bien de nuestra conversión genuina, que es la que no hará partícipes de la resurrección de nuestro señor, que fue el único capaz de sufrir como hombre y vencer a la muerte con la resurrección gloriosa.

Creo que en nuestra vida son muchas las cruces, que tal vez debemos soportar, pero es incomparable el premio de poder llegar a Cristo y más aún con el acompañamiento de María y la fortaleza del Espíritu Santo.

La cuaresma si logramos descubrirlo, es el momento perfecto para convertir nuestras vidas, darle un sentido más profundo y poder abrir sin reservas el corazón a Dios, para que Él obre libremente y nos conduzca a la Patria celestial.

Tiempo de cuaresma…tiempo de  reflexión, conversión y transformación profunda…es hoy y ahora…es nuestra libre decisión.


Autor: Alicia Riberi

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