Soy hijo de médico. Sabía de muy chiquito que iba a ser médico porque comía, respiraba medicina. Mi papá tenía consultorio en mi casa, en Barrio Candioti de la ciudad de Santa Fe. Era jefe de una sala de clínica médica del Hospital Cullen, un hospital público. Y hacía como especialidad cardiología, era un cardiólogo muy inquieto. Había sido discípulo de nombres muy destacados de la cardiología de Santa Fe y de Rosario. Mi ámbito de juego era el Hospital Cullen. Tenía seis, siete años e iba a jugar a una sala donde había enfermos, y ayudaba a barrer, ayudaba a alcanzarle la palita. ¿Por qué? Porque un día de lluvia no iba a la escuela y mi madre me mandaba con mi papá porque no sabía qué hacer con nosotros en casa. Toda la vida dije que iba ser médico. Y mis hermanos lo decían. Después apareció mi hermano Ricardo que siguió mis pasos, somos dos médicos. Me casé con la hija de un médico. Mi hijo también. Mi papá me manda a estudiar a Rosario a pesar de que él era egresado de Córdoba. Fue una época muy difícil del setenta y tres, setenta y cuatro. Estando en la facultad viví el fallecimiento de Perón, el setenta y seis donde mi vida valía poco y nada, me tuve que tirar al piso, me bajaban del auto en el que iba, no podíamos salir, íbamos al comedor universitario y por ahí el ejército nos bloqueaba la salida y teníamos que salir entre gases lacrimógenos, palos, escondidos, rompiendo ventanas. Eramos chicos en esa época. Siempre digo que fuimos la generación que no despareció porque era chica, nos refugiábamos en lo visible y después nada, fue la clandestinidad absoluta.
La orientación a la nefrología
Amaba mi facultad, mis materias, mi estudio, entonces lo hice muy rápido, me recibí muy joven cuando no tenía veinticuatro años. Tengo treinta y seis de médico y sesenta y uno de edad. Estudié muchísimo y me recibí, lo disfrutaba. Cuando me recibo voy a Santa Fe y le digo a mi papá que quería hacer dos cosas: o iba a ser cirujano vascular o quería hacer medio interno. El era muy amigo de Jorge Atilio Tiscornia -a quien algún día habrá que hacerle un homenaje- hijo de un urólogo muy famoso de Santa Fe, él había hecho urología y fue el que trajo la nefrología al norte santafesino. O sea había desarrollo nefrológico en Córdoba por Federico Garzón Maceda que era un médico extraordinario -uno de los fundadores del Hospital Privado de Córdoba- y Flores en el Hospital Público de Córdoba, y tenía un discípulo que era Angel Herrera a quien le enseña hacer hemodiálisis porque para ganarse la vida empieza a ir a las sierras a hacer hemodiálisis y llevaba las máquinas en los lugares turísticos. Por eso digo que eran verdaderos visionarios. Angel Herrera se viene a Santa Fe y se asocia con Jorge Tiscornia que había intentado hacer nefrología con Jaime Lebenson pero no se ponen de acuerdo. Y ponen la Clínica de nefrología y urología que es hoy la clínica que más trasplanta en el interior del país. Mi papá era muy amigo de Jorge Tiscornia y me lleva sugiriéndole que me tome como su hijo. Ingreso al Hospital Cullen ad honorem por supuesto, como residente, y empiezo a andar con ellos ahí. Mi padre en sala de clínica médica y yo en la otra con el doctor Aidilio Fabiano. Me pongo a hacer nefrología con ellos y en esa idea precursora de expandir y de llevar servicio a la gente, Tiscornia empieza a pensar en hacer servicio periférico a la ciudad de Santa Fe. Cuando consolida la clínica de él dice “pero hay mucha gente de San Justo, de Rafaela, entonces vamos a hacer un centro en cada lugar para que la gente no tenga que viajar”. A Rafaela traen al doctor Manuel Costa y empieza acá en los comienzos de los ochenta. Tiene problemas familiares y me pide ayuda, ya no pudo viajar más y yo le pedí venir a Rafaela para quedarme a vivir acá. Porque tenía un dicho “quería ser cabeza de ratón y no cola de león”. Acá iba a ser la cabeza de un ratón. Y por supuesto, Rafaela tierra de oportunidades, nada hecho, con una perspectiva europea de vivir, esto explotó, creció hasta que termina siendo el Centro de Enfermedades Renales. Después lo adquiero cuando ellos ven que crece mucho. Como CER nace a mediados de los noventa.
Cómo estamos en Rafaela en la atención de insuficiencias renales
Bien, excelente. Rafaela tuvo un origen muy sanito, de mucha jerarquía, ligado a centros de muy alta complejidad, entonces nunca tuvo casi distancia con las grandes ciudades. Siempre casi a la vanguardia, con los mismos equipos en el mismo tiempo que Santa Fe. Cuando vinimos podríamos haber dializado con el agua de Rafaela pero era muy dura, entonces compraron un vehículo para acarrear mil litros de agua tratada por la ruta setenta destruida desde Santa Fe. Hay pocas ciudades que tienen las salas que hay en esta ciudad. Siempre todo se hizo con estándares altos. Rafaela hace treinta años era una ciudad para crecer, hoy creo que ya no es así. Socialmente ha cambiado.
La región también está cubierta con el servicio
Esa fue la dimensión. Nos hicimos muy grandes necesariamente porque la zona de influencia era de acá hasta Santiago del Estero, de acá hasta San Francisco. Pero si no tenemos asegurada la demanda no se puede mantener en pie la inversión. La salud está en crisis desde hace treinta años, porque nadie lo ve como una inversión. Es como la educación. Se ven como un gasto. Porque si la población está enferma, es una población que no trabaja, no produce, es una población pobre, pero pobre del cerebro. Pero eso no se ve.
¿Se habla más ahora que antes de insuficiencia renal?
Sí. Porque se entendió más que si tenías hipertensión no era que tenías hipertensión. El peligro era que ibas a perder órganos por dejar que la hipertensión funcione en tu cuerpo. Tenías la presión alta y tomabas la pastilla. Algunos dicen que toman cuando tienen alta la presión y si no, no la toman, eso es un disparate. Usted es un enfermo o no es un enfermo. Usted tiene que controlarla porque silenciosamente, sin que usted lo sepa, hay otros órganos que están sufriendo. Y usted va a ser un cardiópata, un nefrópata, y todo por tener presión alta. Y la población que tiene presión alta es un porcentaje muy alto. Entonces usted tiene un problema grave, si a eso le sumamos que la mitad de la población es diabético, porque está obeso porque tiene sobrepeso y encima tiene carga familiar sobre diabetes que tenemos una alta carga hereditaria. Entonces cuando acordamos tenemos un montón de factores que nos llevan a la enfermedad. Cuando el hombre vivía cincuenta años no se notaba porque se moría antes de desarrollarlo, ahora vive hasta los noventa, cien años.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Jorge Bello