Policiales

“Cuando fui a la inmobiliaria y la habían mudado, sentí que esto era una estafa”

Hace menos de dos semanas, el 28 de octubre, en los tribunales penales de Rafaela, el juez de IPP Dr. Gustavo Bumaguín, en el marco de una audiencia de medidas cautelares que se prolongó por el lapso de 15 horas y media, resolvió y fundamentó oralmente medidas cautelares a 8 personas procesadas por los delitos de asociación ilícita y estafas reiteradas, que integraban la sociedad Grupo Spaggiari, ubicada en calle Ayacucho 56 de Rafaela.
Durante la investigación penal preparatoria de la presunta megaestafa -en la modalidad conocida como “sistema Ponzi” o “estafa piramidal”-, que tomaba inversiones de ahorristas en pesos y dólares; el fiscal de la sección Criminalidad Económica y Compleja de la Fiscalía Regional 5, Dr. Guillermo Loyola, solicitó y obtuvo por parte del juez la prisión preventiva de los presuntos líderes de estas maniobras, es decir de los hermanos Matías Germán S. de 45 años y Fernando Luis S. de 48, y de su madre Mirta Ofelia C. de 71 años, esta última domiciliaria.
Las estimaciones brindadas por Fiscalía daban como monto presunto de la megaestafa hasta ese momento, unos $669.000.000 de pesos, discriminados en U$S 1.777.000 (dólares) al cambio oficial de ese momento y $41.000.000 de pesos.
Quien brindó amplio –y estremecedor- testimonio como víctima de los hechos fue una vecina de Sunchales llamada Luciana Arnese, quien durante la audiencia relató el calvario vivido por ella y su familia ya que hasta ahora no pudieron recuperar sus inversiones, siendo que con ese dinero preveían pagar una cirugía a uno de sus hijos que necesitaba una intervención cardiológica.

EN PRIMERA PERSONA
La víctima de la presunta estafa, Luciana Arnese, dialogó con un periodista de LA OPINIÓN para explicar las maniobras y que su caso se conozca, que en su versión completa reproducimos a continuación.

- ¿Vos y tu marido son oriundos de Sunchales?
- Nosotros somos de Barrancas, un pueblo de Santa Fe que está más al sur entre Santa Fe y Rosario. Vinimos a vivir a Sunchales porque mi esposo era futbolista. Hace 11 años que vivimos acá y yo también emprendí un comercio aquí. Con el tiempo y unos ahorros pudimos hacernos nuestra casita y decidimos quedarnos a vivir en Sunchales.

- Yendo al punto, ¿cómo es que llegaron a la inmobiliaria Spaggiari?
- En mi comercio tenemos clientes, y uno de ellos le comentó a mi esposo de esa especie de “financiera”. Le dijo que tenían “espalda”, que los conocía hace muchos años, que eran buena gente… y lo terminó convenciendo a mi esposo.
Fue ahí que él decidió llevar la plata, hizo el primer contrato en pesos, y como teníamos también unos ahorros en dólares [también los colocamos ahí]. Es algo que yo nunca quise, pero él estaba completamente convencido. Yo no, nunca estuve convencida; son decisiones que se toman en una familia que te pueden salir mal también como todo en la vida.

- ¿Confiaron?
- Si, confiamos. Uno cree que todos somos iguales pero terminás encontrándote con gente que te demuestra que no.

- ¿La persona que los convenció está imputada en la causa?
- No. Es un cliente que seguramente lo hizo con buena intención. Con el tiempo, sí nos enteramos que había gente que cuando lograba captar nuevos clientes, nuevas “víctimas”, le daban una comisión del 3%. Cuando vos firmabas el contrato con ellos, vamos a suponer que era por doce meses, a vos te pagaban 11 cuotas y en la cuota 12 te devolvían el capital; no te pagaban la cuota 12 porque se la daban de ganancia al que te recomendaba.

- ¿Ustedes tenían dos contratos?

- Nosotros teníamos un contrato por doce meses y otro por dieciocho meses. Cuando se nos venció el contrato en pesos, quisimos retirarlo y nos dijeron que no, que tendríamos que haber avisado con 60 días de anticipación, y nosotros para no perder esos dos meses terminamos perdiendo mucho más porque nos renovaron automáticamente el contrato y quedamos atados.
Y con el contrato en dólares que teníamos -ese era a dieciocho meses-, cuando yo fui a la inmobiliaria -que de bulevar Roca la habían mudado a calle Ayacucho sin avisarnos- ese día yo sentí que esto era una estafa y les dije a Carolina y a Myriam, “les aviso ahora que cuando finalice el contrato voy a retirar mi dinero para que no me digan que no avisé”. Esto fue en octubre o noviembre.

- ¿Por qué decidieron no renovar?
- Nosotros llamábamos y nadie nos atendía el teléfono. Escribíamos mensajes y no nos contestaban tampoco, ni nos daban turno para cobrar el dinero.
Y cuando llegué ese día a la oficina [de bulevar Roca] y vi que estaba toda desmantelada, ese día llegué a la conclusión que eran unos “chantas” y me di cuenta de la situación, que en realidad siempre tuve como ese sexto sentido desde el día que pusimos la plata ahí, todos los meses yo “alambraba” con que nos paguen. Siempre presentí que iba a pasar algo.
Ese día me terminaron pagando la cuota porque les dije que “no me voy hasta que no me paguen la cuota”, y ellas me habían dicho que “no tenían orden de pagar cuotas hoy”. Pero yo les contesté, “hoy es 28 y mis cuotas se vencieron el 1 y el 8 de este mes. Es más en los próximos días se me vence otra cuota también”. Finalmente me la pagaron y a partir de ahí empezaron a no dar turnos, y esa fue la primera excusa, la primer gran mentira que usaron.

- ¿Y esos eran todos los ahorros que ustedes tenían? ¿Era un monto importante?
- Si. Era todo lo que nosotros teníamos. Considero que era un capital importante.

- Y ahí viene la otra parte de esta historia… ¿ustedes tenían que operar a uno de sus hijos y fueron a buscar plata y no se las dieron?
- Si. Siempre dijimos que esa plata era para usarla para Bauti, porque siempre tenés chances de que la obra social no te la quiera cubrir, y en abril nos enteramos de la fecha de la operación.
Como justo se nos habían vencido los contratos, fuimos a hablar con Matías S. y le dijimos por favor que necesitábamos la plata. Le llevamos el certificado donde el médico solicitaba realizarle el procedimiento a Bauti; él lo leyó y en vez de ofrecernos la plata, nos ofreció ponernos a disposición sus abogados para que ellos luchen con la obra social.
Yo le dije que no le estaba pidiendo un abogado sino mi dinero, era la vida y la salud de mi hijo. En ese momento había que ablacionarlo y nos costaba U$S 4.000.- ese procedimiento. Ahora gracias a Dios Bauti está bien (N. de la R.: Bauti tiene 10 años y una enfermedad cardiológica poco frecuente).
No sé de dónde saco la entereza para luchar contra tantas personas, porque tuve que luchar contra la obra social para que me lo cubra y finalmente se lo pudimos realizar. Al ser una enfermedad poco frecuente la obra social está obligada a cubrirla.
Finalmente logramos que nos autoricen la operación, pero esto fue después de ir a pedirle la plata a la inmobiliaria, y después que mi esposo estuviese con tratamiento psiquiátrico.

- ¿Tu esposo tuvo tratamiento psiquiátrico a partir de toda esta situación?
- Cuando Matías S. nos dijo que no nos daba la plata, mi marido a la semana siguiente empezó con ataques de pánico y ansiedad. Fue terrible porque él sentía que se iba a morir y cosas que nunca creí que iba a vivir.
El era una persona completamente saludable, fue deportista de alto rendimiento y muy sano. Una de las secuelas de todo esto fue terminar con un tratamiento psiquiátrico.
Se que la vida pasa por otro lado, agradezco que hoy mi familia tenga salud, pero esto sigue siendo una pesadilla. Tenés una espina, una bronca adentro.
Nuestro primer “pecado” fue trabajar y ahorrar, que en este país es un montón, pero así pudimos tener unos ahorros y se los confiamos a la persona equivocada.

- ¿Después de todo lo que me contás, nunca recuperaron nada de ese dinero?
- No, nada. Sólo pudimos cobrar unos intereses que cuando pasó todo esto yo me pude reunir con ellos y con su abogado, y les propuse tomar esos intereses que nos pagaron como parte del capital. Como si les hubiese prestado la plata gratis, que nunca me paguen intereses y que me devuelvan el saldo, y asimismo tuvimos una negativa.
Cuando nosotros vimos que ellos no fueron capaces de conmoverse ni siquiera con la salud de nuestro hijo, ya ahí nos demostraron con quien estábamos tratando, que no les importaba nada.
Quiero agregar que el día que le fuimos a pedir el dinero a Matías S., nos dijo que tenía que hablar con el hermano y con la madre. Y después ellos nos denunciaron -yo nunca había ido a una comisaría y tuvimos que pasar por eso-, acusándonos a nosotros de “amenazas con arma blanca”, que mi esposo los había amenazado con un cuchillo. Nosotros como acusados y personas inescrupulosas gozando de sus derechos. Ahí me di cuenta que nos querían hacer tener miedo cuando nosotros fuimos de buena manera y con buena fe. “Este es el reino del revés”, pensé en ese momento.

- ¿A partir de ahora qué esperan que suceda? ¿Piensan que el dinero lo podrán recuperar alguna vez? ¿Qué expectativas tienen?
- Ellos por un lado están embargados y eso nos hace pensar que todas esas medidas -por lo que me explicaron en Fiscalía- si en algún momento se recupera dinero eso se nos devolvería a nosotros, es decir a las víctimas que si denunciamos. Esa es una de las esperanzas que tenemos.
Otra es que reconozcan que tuvieron un problema “administrativo”, que lo solucionaron, que se pongan en contacto con las víctimas y arreglen la situación, pero ellos no demuestran voluntad ni arrepentimiento. La situación es difícil pero yo tengo fe, y creo en Dios.

Autor: REDACCION

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