SUPLEMENTO ESPECIAL

Cristina ya gasta a cuenta del próximo Gobierno

El

debate sobre qué hacer en materia económica el día después del

final del mandato de Cristina Fernández empieza a dominar el

escenario entre especialistas, mientras la mandataria pretende

imponer a su sucesor la continuidad del modelo.

Está dispuesta a impulsarlo aún a costa de que haga falta

comprometer el desembolso de fondos multimillonarios a afrontar

por la próxima administración.


Decidida a mantener la iniciativa política hasta último

momento, la presidenta sigue engordando lo que llama "inversión

social", y reprochando a quienes la acusan de haber provocado un

desmadre en el gasto que puede llevar años corregir.

Cristina cerrará su gestión con un déficit fiscal récord, pero

no le importa, porque las correcciones deberá encararla su

sucesor, que quedará obligado a agudizar el ingenio para ajustar

las variables distorsionadas sin afectar los millonarios recursos

destinados a subsidios sociales que otorgan un fenomenal sostén

político.


La presidenta parece dispuesta a echar mano hasta el último

peso en el Tesoro para robustecer su capital político, e incluso

hasta las últimas reservas acumuladas en el Banco Central, con tal

de que se recuerde a su gobierno como el que más fondos destinó a

acción social.


La estrategia, capaz de permitirle consolidar poder con vistas

a un eventual regreso en el 2019, es riesgosa, como siempre ocurre

con los gobiernos que se juegan el resto como si no hubiese un

mañana.


El tema ya es motivo de discusión en los equipos económicos que

asesoran a los candidatos por ahora con más chances de llegar a la

presidencia.

"Pretenden dejarle el campo minado al próximo presidente", se

quejó el presidente del Banco Ciudad, Rogelio Frigerio, hombre de

consulta de Mauricio Macri, uno de los que está en carrera.

No dijo sólo eso: también lanzó duras críticas al oficialismo,

al sostener que tiene una "capacidad de daño alta".


El macrismo acusa al gobierno de estar pateando la pelota para

adelante hasta el fin del mandato con el único objetivo de que le

alcancen los dólares para no irse devaluando.


Los equipos de consulta de Sergio Massa, entre ellos el

exministro de Economía kirchnerista Miguel Peirano, trazan un

diagnóstico similar.

Creen que de seguir por este camino Cristina le puede terminar

dejando una bomba de tiempo a punto de estallar a la próxima

gestión.


Lo raro es que no sólo están pensando en eso en el campo

opositor, sino también algunos asesores del gobernador Daniel

Scioli, que observan con preocupación que cada vez será necesario

hacer más correcciones si se quiere volver a poner a la Argentina

en el horizonte de las inversiones.


Ese es el problema central: si la Argentina no recibe

inversiones frescas en el 2016 corre riesgo de quedarse sin

reservas.

Es que los fondos atesorados en el Banco Central están en

realidad muy lejos de los más de 30.000 millones de dólares

informados a diario por la autoridad monetaria.

Neteados de la deuda y otras obligaciones que tiene la

autoridad monetaria, reflejan una debilidad que será necesario

corregir a fuerza de atraer inversión extranjera directa.


El problema, como planteó el presidente de la petrolera Shell,

Juan José Aranguren, es que será muy difícil atraer dólares si

persiste el cepo cambiario, considerado uno de los mayores

engendros de la historia económica por especialistas de distintos

sectores.


Macri ya pidió a sus asesores planes para salir lo más rápido

posible de las restricciones cambiarias, si es posible en sus

primeros cien días de gobierno, pero en este escenario parece una

quimera.

No es el único desafío: se estima que un 25 por ciento de la

población argentina depende de distintos planes sociales para

tener una subsistencia decorosa.

Transformar esa situación a través de un amplio plan de

creación de empleo requerirá años.


Mientras tanto, será necesario mantener los subsidios sociales

y tratar de bajar la inflación a un dígito, a través de un plan

inflacionario apalancado en la necesidad de reducir los niveles de

emisión monetaria.

"No sabemos bien con qué nos vamos a encontrar el 10 de

diciembre, el objetivo es unificar lo más rápido posible el

tipo de cambio como tienen la mayoría de los países del mundo y

atacar desde un primero momento la inflación", razona un

economista macrista que parece dar por descontado que la

presidencial está ganada.


Parece demasiado optimismo a esta altura de los

acontecimientos, porque lo peor que puede hacer un candidato es

dar por ganada una elección con tanta anticipación.

En cambio, los mercados parecen empezar a descontar que, sea

quien sea el futuro presidente, cambiará el modelo

intervencionista que el kirchnerismo llevó a su apogeo.


Tal vez porque, como le respondió un periodista del Financial

Times a la presidenta durante la Asamblea Legislativa, los

mercados parecen aumentar su confianza en la Argentina a medida

que a ella le queda menos tiempo en el Gobierno.

Autor: José Calero

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