En
homenaje a "Néstor", quien siempre hablaba de llegar al
"fifty-fifty", una redistribución equitativa de ganancias entre el
mundo del trabajo y del capital, quiere terminar su mandato
habiendo logrado ese objetivo, suele repetir la presidenta
Cristina Kirchner a sus interlocutores más cercanos.
Ese "logro", y terminar de normalizar la deuda en default, se
habrían convertido en las grandes metas fijadas por la presidenta
cuyo turno concluirá el 10 de diciembre de 2015, pero intuye que
la pelea por la sucesión le dificultará el camino para aplicar
políticas cuando ingrese en su último año en la Rosada.
Ese objetivo fue relatado por el ministro de Planificación
Federal, Julio De Vido, a un grupo de intendentes bonaerenses a
quienes les pidió apoyar el proyecto de "desarrollo e inclusión
social".
Amigo de Néstor y Cristina de la primera hora, el funcionario
es una voz autorizada en el diminuto núcleo de poder kirchnerista,
y la Presidenta le agradece haber aceptado seguir hasta el final
con el proyecto, aunque en más de una oportunidad admitió estar
cansado y pidió que le permitiera dar un paso al costado.
De Vido sostuvo ante los jefes comunales que cuando "el reparto
de la torta se acerca al 50-50 los sectores concentrados buscan
frenarlo".
Es la obsesión del kirchnerismo, convencido hasta el final de
que grupos económicos buscan liquidar un supuesto proceso
"revolucionario" y volver a un esquema de "desigualdad y
exclusión".
Ni lo uno ni lo otro parecen quedar confirmados ante una
realidad que erosiona el poder adquisitivo, porque el Gobierno no
acierta en políticas para frenar la inflación, principal
"fabricante de pobres".
Más de 10 millones de personas viven en situación de pobreza en
la Argentina, sin empleo formal, educación de calidad ni vivienda
digna, y con un servicio de salud insuficiente, y entre 2004 y
2012 aumentó la "brecha social": la diferencia entre la calidad de
vida del sector medio y la del más vulnerable.
Son algunas de las conclusiones del informe del Observatorio de
la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina
llamado "Heterogeneidades estructurales y desigualdades sociales
persistentes".
Para el Estudio Bein -elogiado por la Presidenta- el salario
real cayó 10,2% desde noviembre, por lo que al poder de compra de
los sueldos la inflación le erosionó una décima parte en sólo
cuatro meses.
Gran parte de esa pérdida de poder adquisitivo fue provocada
por la devaluación, que hizo subir de inmediato precios clave como
los de la harina, fideos, pan y aceite, entre otros, pero también
los de los electrónicos y autos, entre tantos otros bienes con
componentes importados.
Las durísimas paritarias en discusión -incluida la inédita
protesta docente en provincia de Buenos Aires-, y las que están
por venir, constituyen solo un ejemplo de que el camino a recorrer
no será un lecho de rosas.
La jefa de Estado especula también con que los mercados le
harán el futuro cada vez más complicado, y que las corridas
cambiarias soportadas en los últimos meses, que la obligaron a
aplicar la medicina amarga de la devaluación en enero, podrían
acelerarse en la segunda mitad del año, cuando las liquidaciones
de divisas amainen de nuevo.
Por eso quiere liquidar el acuerdo con el Club de París, una
dura negociación que arrancará el 28 de mayo en la capital
francesa y se convirtió en el gran objetivo de corto plazo para
Axel Kicillof, el ministro de Economía "chiquito pero cumplidor",
en quien la Presidenta depositó su confianza para emprender esta
última etapa.
El gobierno considera que sellar un plan de pago por los 9.000
millones de dólares adeudados a ese consorcio de naciones
acreedoras -cuyas obligaciones se contrajeron antes de que
comenzara el kirchnerismo- restará argumentos a los capitales
especulativos para seguir horadando el frente cambiario y puede
contribuir a limitar la evaporación de reservas.
Pero Kicillof afronta a un enemigo que se ocupó de destrozar
políticas y gobiernos en las últimas décadas, y al que siempre ha
sido muy difícil encontrarle la vuelta: la inflación.
El 7,2 por ciento de suba del costo de vida reconocido para el
primer bimestre vuelve a confirmar que las remarcaciones siguen
siendo el Talón de Aquiles de un modelo que buscó redistribuir
riqueza a través del polémico mecanismo de subsidios a manos
llenas, pero no siempre acertó en la estrategia.
En este escenario, el limitado plan de "Precios Cuidados"
tendrá esta semana una prueba de fuego: los fabricantes de los 194
productos que integran la canasta, desde fideos a azúcar, de
desodorante a detergente, reclaman aumentos de hasta 15% a partir
de abril.
Por ahora, el secretario de Comercio, Augusto Costa, no les
atiende el teléfono.