Suplemento Economía

¿Cristina habrá tomado nota de la inflación?

El gobierno parece decidido a lanzar una ofensiva para bajar las

expectativas inflacionarias, operando sobre formadores de precios

y gobernadores e intendentes que quieren subir impuestos, y así

evitar que se siga recalentando el costo de vida en este 2013. 

Un eje de preocupación de la Casa Rosada es descubrir la razón

por la cual, a pesar de que el crecimiento económico se frenó en

el 2012, los precios continuaron subiendo, y reflejaron un pico de

alza este verano, donde los lugares de veraneo se convirtieron en

un calvario para los sufridos bolsillos de los argentinos.


La pregunta no ha podido ser respondida en forma consistente

por las principales espadas que tiene la presidenta, con el cada

vez más poderoso viceministro Axel Kicillof a la cabeza, porque el

funcionario aún no pudo conciliar su teoría blindada con la

realidad que le devuelve la calle.


El gobernador Daniel Scioli fue el primero en reconocer el

problema, cuando le pidió a los comerciantes de la costa "no matar

a la gallina de los huevos de oro", es decir, no tratar de

exprimir a los turistas que elegían veranear aquí, en muchos casos

porque el cepo cambiario les impidió irse al exterior.

Es un viejo problema de la Argentina: se aprovechan medidas

proteccionistas, para mejorar la rentabilidad, abusando del alza

de precios, como viene ocurriendo en sectores como la industria

del calzado y de la indumentaria, entre muchas otras.


El jueves, en su primer discurso del año en la Casa Rosada -y

por cadena nacional-, la presidenta Cristina Fernández repitió con

exactitud la misma frase del gobernador sobre las gallinas y los

huevos de oro, aunque sin citar la fuente, que aplaudía a su lado.

El gobierno, que desconoce la inflación a través de la

manipulación de cifras que hace el INDEC, también es responsable

de la disparada de precios en los centros turísticos, porque le

puso un límite muy claro a la chance de la gente para elegir dónde

irse de vacaciones.


La rotura del termómetro que mide la temperatura, el cierre de

las importaciones, pero también la prohibición de comprar divisas,

trastornó a tal punto la economía que literalmente "cada quien

cobra lo que se le da la gana", y usuarios y consumidores ya no

saben qué es caro y qué es barato en el país.


La razón es que se perdió una de las nociones más importantes

de la economía: tener idea de lo que cuestan los bienes y

servicios para tomar decisiones con información relevante.

La gente ya no puede distinguir con precisión si un producto

está caro o barato, o si vale la pena pagar lo que se pide por un

servicio, porque la economía está a la deriva en materia de

precios.


A tal punto que la Presidenta se vio

obligada a abordar por primera vez un tema que venía obviando

desde hace años en sus discursos, pero que parece decidida a

afrontar con toda su fuerza desde el arranque mismo de este 2013:

el alza desmesurada de precios.

El reconocimiento de la mandataria de que existe la inflación,

aunque ni siquiera mencione por ahora la palabra, representó una

novedad y despertó la expectativa de que su administración podría

decidirse a frenar en serio las expectativas inflacionarias.

Las palabras de Cristina también pegan en la línea de flotación

del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno -uno de sus

funcionarios preferidos-, pero que no parece haber acertado en su

política de tratar de frenar la escalada de precios a grito pelado

y amenazas.


El problema que afronta el discurso presidencial es que, por

ahora, parece percibir todas las culpas de la escalada de precios

en los otros, y no se hace cargo de las propias.

Así, a la hora de buscar culpables, Cristina sugirió que los

gobernadores Daniel Scioli, José Manuel de la Sota y Mauricio

Macri contribuyen a fomentar la inflación a través de la suba de

tasas y tarifas.


Con la misma lógica toreó a los intendentes que, ante la

necesidad de cada vez más fondos por los aumentos en sus costos,

pretenden cobrar una tasa municipal en naftas y GNC, a la vez que ya aumentaron tributos ligados a la prestación de servicios.


Pero antes de ver la paja en el ojo ajeno, Cristina debería

mirar la viga en el propio.

Una de las principales razones de la inflación sería que la

emisión monetaria alcanzó niveles estratosféricos para alimentar

la disparada desmesurada del gasto estatal, que subió 35 por

ciento en noviembre.

En buena medida porque, también el gobierno nacional, sufre las

consecuencias de la inflación en bienes y servicios, que recién

ahora parece animarse a reconocer.

Autor: José Calero

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