Editorial

Crisis y agenda industrial

Después de tres años consecutivos de recesión, y con un 2020 para el olvido en el que registró una caída del 10 por ciento, la actividad económica de la Argentina enfrenta el 2021 con perspectivas algo más alentadoras donde abundan las predicciones positivas. Aunque claro está que el punto de partida es el subsuelo por lo que algunos expertos no hablan de crecimiento real sino de recuperación, de volver a un lugar en el que estábamos hace unos años. Basta entender esta diferenciación conceptual al repasar los indicadores sociales: el país exhibe una pobreza estructural que afecta alrededor del 30 por ciento de su población (punto más, punto menos dependiendo de períodos de bonanza o crisis) pero ahora dio un salto cuantitativo excepcional pues uno de cada dos habitantes es pobre. Es necesario una importante recuperación de la economía solo para regresar a una pobreza del 30 por ciento. Ojalá la Argentina descubra en algún momento la fórmula mágica -en realidad requeriría la práctica madura del diálogo político e institucional para sentar las bases de un nuevo pacto social y un modelo de desarrollo sustentable, inclusivo y con equidad- para crecer realmente y dejar de ser el país desordenado y caótico. 

En este marco, el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Sergio Massa, se mostró como político que es al pronosticar una recuperación por encima de 7 puntos durante este año -el Gobierno nacional es más prudente y prevé que será del 5 por ciento- al exponer ante inversores y empresarios argentinos, latinoamericanos y estadounidenses reunidos por el Council of America. También anticipó que el Gobierno encontrará la vuelta para controlar la inflación, algo que no ha podido hasta el momento. 

Lo cierto es que el Producto Interno Bruto (PIB) de nuestro país se desplomó el 10% el año pasado -se trata de la caída más fuerte desde 2002. Así las cosas, la economía argentina fue la tercera que más fuerte cayó el año pasado en América latina, por detrás de Panamá (-17%) y Perú (-11,1%). 

Desde el exterior, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) mejoró las proyecciones para la economía argentina al estimar para 2021 un crecimiento de 4,6%. El organismo elevó de este modo nueve décimas las proyecciones respecto de lo que había previsto en su informe de diciembre del año pasado. No obstante, para 2022 la institución revisó a la baja las previsiones para Argentina, con 2,5 puntos porcentuales menos, hasta el 2,1%. En el caso de Brasil, la proyección de crecimiento de Producto Bruto Interno (PBI) es de 4,5%, con una suba de 1,1 respecto del reporte anterior; y para 2022 un incremento de 2,7%. Lo que pasa en Brasil es vital para la Argentina por el volumen de intercambio comercial, aunque también hay que considerar que el año que viene enfrentará un proceso electoral. Estas nuevas proyecciones se enmarcan en los nuevos pronósticos de la OCDE para la economía mundial que para 2021 espera un crecimiento del 5,6% y para 2022 un incremento del 4%.

Ahora bien, más allá de las estimaciones que se pueden efectuar para anticipar el comportamiento de la economía, los industriales argentinos tienen su propia agenda para plantear en las mesas de vinculación con el Gobierno. Esta semana, la conducción de la Unión Industrial Argentina expresó su "preocupación" por la suba en las tarifas a industrias de alto consumo energético y destacó que una de las prioridades más urgentes para el sector es "la normalización del mercado laboral" en el marco de una agenda de recuperación económica y productiva. Por eso consideró que medidas como la prohibición de despidos y suspensiones o el régimen de doble indemnización no apuntan en esa dirección, impactando de manera negativa sobre la formalización y la necesaria ampliación de las dotaciones de trabajadores con miras a impulsar el crecimiento económico.

Entre la agenda de temas que afectan a las industrias, se mencionaron el incremento de los costos operativos -ligados al traslado de personal a cargo de las empresas y el personal dispensado, entre otros-, el impacto de la carga fiscal sobre el sector formal y el crecimiento de la competencia desleal por parte del sector informal.

Aquí cabe resaltar que en la provincia de Santa Fe, en un contexto de pandemia por coronavirus, el año pasado finalizó con una disminución de la producción industrial de 8,8% en relación al 2019 marcando el tercer cierre negativo consecutivo, según datos de FISFE. Como se dijo, el punto de partida es demasiado bajo. Toda recuperación será bienvenida, pero habrá que encontrar la forma de crecer durante varios años para mejorar la calidad de vida de los argentinos, en especial aquellos que están por debajo de la línea de la pobreza. 

Autor: REDACCION

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