Suplemento Economía

Crisis energética desnudó inconsistencias del modelo

Tal vez como nunca, la crisis energética manifestada en cortes de

energía que llevan hasta 12 días en muchos casos, desnudó

inconsistencias de un sistema económico que venía dando muestras

de fatiga y ahora parece ir rumbo colisión.

Bastó una inédita ola de calor para que colapsara la

distribución eléctrica, dejando a zonas como Flores, Villa Lugano,

Boedo, Mataderos, Liniers y Gerli, entre otras, sin energía

durante dos semanas, y arruinando las Fiestas de fin de año para

un gran número de familias.


Con la presidenta Cristina Fernández en El Calafate, demasiado

lejos del caos, sus funcionarios trataron de arreglárselas para

amenazar con la quita de la concesión a Edesur y Edenor, una

jugada de alto riesgo que podría transformarse en búmeran poniendo

al Estado en el centro de las acusaciones por la falta de suministro.


Por ahora, las advertencias de Jorge Capitanich y Julio De Vido

han quedado en eso, mientras hacen amagues para tirarle por la

cabeza el entuerto a Daniel Scioli y Mauricio Macri.

Los principales problemas que afronta el sistema energético se

explican por la insistencia del gobierno en sobrecalentar el

consumo, lo cual reveló la adquisición de unos 800 mil aire

acondicionado en los últimos meses, pero a su vez sin fomentar las

inversiones en la red de media y baja tensión, para que las fases

no explotaran ante la mayor demanda, como finalmente ocurrió.


El 24 de diciembre por la noche la desazón invadía a los

ejecutivos de las empresas responsables de las concesiones.

"Sin la posibilidad de invertir en mejorar la infraestructura,

como consecuencia del retraso tarifario, el escenario es muy

complicado, no damos abasto para enfrentar la sucesión de fallas",

se sinceró un especialista que sigue el día a día de los cortes.


La irracionalidad de financiar energía barata para el área

metropolitana con el fin de captar votos y adhesiones,

especialmente del conurbano, se reveló como un plan de mirada

corta.

El gobierno hizo en su momento un intento de ir normalizando el

esquema tarifario, pero el impacto era tan fuerte sobre las

facturas -se cuadruplicaban-, que hubo susto presidencial por la

posibilidad de que fuera piantavotos y se dio marcha atrás con las

medidas.


En los últimos tiempos venía repitiéndose el corte del

suministro eléctrico en amplias zonas de la red de distribución de

grandes ciudades –muchas en la propia ciudad de Buenos Aires y

conurbano-, y la tardanza excesiva de las distribuidoras para

restablecer el servicio.


Para el ex secretario de Energía Jorge Lapeña, las fallas de

distribución –cuya forma más típica son los cables que se queman

por sobrecarga y transformadores que no soportan la demanda-

cuando se repiten indican una falta de inversión, no ya en

generación, sino en la ampliación y reemplazo de las propias redes

de distribución.


"El gobierno puede estar cosechando en su año 11 de gestión los

frutos de su política irracional en materia tarifaria", sostuvo

Lapeña.

Aludió a una demanda exacerbada por la baja tarifa con poca

propensión al ahorro y la eficiencia energética e inversión

disminuida en la oferta –subtransmisión y distribución- para

abastecer esa demanda creciente.

Este escenario conflictivo encontró al gobierno en una carrera

contra reloj para intentar encaminar la economía, combinando un

acelerado ajuste del retraso cambiario con medidas destinadas a

alentar la producción y reducir los subsidios.


Pero el problema económico de fondo continúa siendo la

inflación, ya que en lugar de apostar a una estrategia de amplio

espectro, el equipo de Axel Kicillof vuelve a machacar con los

acuerdos de precios fracasados durante la convulsionada gestión de

Guillermo Moreno como secretario de Comercio.

Ahora se buscará que tratando de contener 200 productos -la UIA

ya advirtió incluso que será difícil cumplir con ese objetivo- se

desacelere la inflación.

La disparada de precios, apenas disimulada inicialmente por las

estadísticas poco confiables del INDEC, ya es incontenible.

Según la consultora Melconian y Santángelo, entre 2001 y 2013

el nivel general de precios aumentó 681%.

Además, la carne se disparó 1.226%; los alimentos 1.135%; el

dólar oficial 530%; el dólar paralelo 875%; el salario privado y

formal 902%; el informal 758%; combustibles 744%; pan 824%;

alquileres 350%; medicamentos, 294%; y tarifas, 144%.


En el caso del transporte -colectivo, tren y subte- aumentaron

200% incluyendo el decidido a fin de año, y las de gas, agua y

luz, apenas 120%.

Eso explica, en parte, los continuos cortes de luz o, lo que es

lo mismo, por qué las distribuidoras de electricidad no invierten,

según el Instituto Mosconi.


El espejo de la realidad devuelve que si en la Argentina las

tarifas hubiesen seguido el ritmo de la inflación, en los hogares

de bajo consumo la boleta de luz debería pagarse un 1.650% más; en

los de consumos intermedios pequeños, un 480% más, y en los de

consumos intermedios grandes 190% más.


Los que están pagando la electricidad por lo que se supone que

realmente vale son algunos de los grandes consumidores que sólo

representan el 10% de la demanda.

Pero a juicio de los expertos eso no basta para que las

distribuidoras se decidan a hacer las obras de infraestructura

indispensables para que no se corte la luz.

Autor: José Calero

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