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Cosquín Rock 2022: el desafío de volver a ser

Germán Sánchez. - Como en cualquier aspecto de la vida, retomar cierta normalidad después del cimbronazo que significó la pandemia de Covid-19, no ha sido una tarea sencilla. Las secuelas -más o menos a la vista- están. La industria musical obviamente no pudo escapar a esta realidad. Cuando el fanático de Cosquín Rock se enteró allá por mayo de 2021 que el festival iba a volver después de no hacerse en febrero pasado, obviamente se alegró y se imaginó volver a ver lo que estaba acostumbrado.
Seguramente, los organizadores también pensaron en volver como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, las famosas secuelas estaban ahí merodeando. Ya unos días antes del festival los propios organizadores contaban -con algo de preocupación- que tuvieron que realizar grandes maniobras para conseguir todo el personal necesario para montar el festival. Y también contaban que gente que hasta 2020 eran parte de la logística “ya no estaban”. Esto no tiene que ver con que hayan roto vínculo con el festival, sino que la pandemia hizo que ciertos laburantes de la industria de la música hayan tenido que tomar otro camino.
En ese contexto, José Palazzo y su gente tuvieron que montar un festival con 20 años de vida, como si todo esto fuera insignificante. Era lógico suponer que a la hora de la verdad se pudieran ver algunas cosas que llamen la atención. A simple vista, no quedan dudas que el Cosquín Rock 2022 fue un éxito: 150 bandas, 9 escenarios, un predio utilizado al máximo, más de 85.000 personas presentes en los dos días. A su vez se reveló que se movilizaron más de 1400 millones de pesos entre la inversión de la organización y el gasto de los asistentes. Además, se generaron unos 5600 empleos directos.
Indudablemente, se redoblaron los esfuerzos para tener el mejor festival y que esas secuelas de las que se habló no estén a la vista. Ayudaron mucho también los artistas. Hubo un clima de reencuentro, de alegría, de estar regresando a lo que se conocía como normalidad. Tanto arriba como abajo del escenario. Uno a uno los músicos se encargaron de remarcar esa alegría y de agradecerle a la gente por estar ahí. El despliegue dentro del predio no tuvo nada que envidiarle al de ediciones anteriores.
Ahora bien, a la hora de hablar de lo que faltó indudablemente lo que más llama la atención es que el festival no se pudo ver en vivo y en directo. No hubo transmisión en directo por ningún medio y solamente se dijo que se va a publicar un resumen de los shows, aunque no se dio ningún tipo de precisión al respecto. Otra cuestión llamativa es que no hubo – como ocurrió en las últimas ediciones previas a la pandemia- una aplicación para celulares para seguir al instante la grilla del festival. Como para tratar de reemplazarlo, a través de Telegram se fue informando durante ambas jornadas los horarios en cada escenario. Incluso se vio a gente que directamente se imprimió la grilla en papel.
Pasaron dos años desde la última vez que Santa María de Punilla recibió al Cosquín Rock. Y en el medio una pandemia que “reseteó” al mundo y que de a poco se está tratando de volver a lo que era. Dentro de ese contexto, el festival más grande de la Argentina sobrevivió, está súper vigente y la gente nuevamente le dio un espaldarazo fundamental para seguir adelante. Obviamente, en el detrás de escena hubo cambios, bajas y proyectos que quedaron en el camino. Así y todo, hubo un Cosquín Rock que musicalmente tuvo variedad y calidad en cada uno de sus escenarios. Mostró una vez más que es posible la convivencia entre lo clásico y moderno. Y por sobre todas las cosas, Cosquín Rock se animó al desafío de volver a ser.  

Autor: Germán Sánchez

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