Editorial

Cosas que no cambian

En los últimos 8 años ha habido innumerables cambios en la Argentina. Algunos para bien, otros para mal. Incluso se han dado situaciones que sólo se pueden entender conociendo en profundidad las particularidades de un país como este. Por ejemplo, el país ha crecido económicamente de forma sostenida, pero esto no ha significado una mejora sustancial en la calidad de vida de millones de personas.

Según la información publicada recientemente por el INDEC, al 30% de las personas que habitan los centros urbanos del país les llega un ingreso mensual inferior a los $ 750, un monto similar al valor individual de la canasta de bienes y servicios que define la línea de la pobreza, según estimaciones de fuentes privadas (el cálculo de la consultora FIEL, que en los últimos meses fue discontinuado, daba $ 727 en abril).

Según esos mismos datos oficiales, el ingreso promedio per cápita familiar resultó de $ 1.933 para el segundo trimestre de este año, un 32,9% más que el registrado por el INDEC para el mismo período de 2010. La diferencia entre el 10% de la población que más percibe y el 10% menos favorecido, en tanto, resultó de 19,1 veces.

El organismo estadístico, sin embargo, estimó días atrás que la pobreza afecta sólo al 8,3% de la población, en tanto que el 2,4% vive en situación de indigencia. Según esos datos, serían 3,22 millones las personas pobres.

Claro que al “contradictorio” Instituto Nacional de Estadísticas y Censos no le creen ni siquiera las consultoras que tienen más afinidad con el Gobierno, que aseguran que la indigencia y la pobreza son mayores a las que informó el INDEC. Y las diferencias no son menores, ya que duplican el 2,4% de indigencia y casi triplican el 8,3% de pobreza que registraron las estadísticas oficiales.

Un ejemplo es el de la Consultora Equis, que dirige Artemio López. En su sitio web afirma que “los niveles de pobreza e indigencia, medidos con la Canasta Básica de Consultora Equis - 1.800 pesos mensuales para cuatro personas - se mantienen estructuralmente estables y descienden en el margen, para instalarse en torno del 4,8 % la carencia extrema de ingresos y del 20,9 % la pobreza”.

Sin dejar de destacar las mejoras sociales desde 2003 en adelante, López agrega, en base a datos de agosto, que habría “8,4 millones de ciudadanos pobres, de los cuales 2 millones son indigentes, esto es, su nivel de ingresos no garantiza el acceso a una canasta de costo mínimo que garantice la sobrevida” .

En cambio, las cifras del INDEC indican que hay sólo 3.300.000 pobres (8,3%), de los cuales 960.000 serían indigentes (2,4%).

Así, para el consultor oficialista Artemio López habría 5.100.000 pobres y casi 1 millón de indigentes por encima de las cifras oficiales.

Por hay más. Un informe del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA) de la CTA oficialista es muy similar al de Equis. CIFRA señala que, mientras el INDEC registraba una pobreza del 9,9%, “a fines de 2010, la pobreza alcanzaba al 22,9% de la población y la indigencia al 6,1% de la misma, tras 8 años de intenso crecimiento económico”.

Ese mayor porcentaje de pobres e indigentes se debe a que CIFRA valorizó la canasta básica del INDEC “de acuerdo con la evolución del IPC de 7 Provincias”, aclarando que “dado que los precios de los alimentos se incrementaron más que el nivel general de precios , existiría cierto grado de subestimación en la tasa de indigencia”.

El informe de CIFRA, además, señala que “la instrumentación de la Asignación Universal por Hijo no se tradujo en una sensible disminución de la pobreza y la indigencia, proceso que estaría indicando que el aumento en el ritmo de variación de los precios está afectando con intensidad a los sectores de menores recursos”.

Bajo la administración del matrimonio Kirchner, no fueron pocas las cuestiones que cambiaron en la Argentina. Algunas positivas, como el mencionado crecimiento económico. Y algunas negativas, como el desacertado manejo del INDEC, que sigue emitiendo estadísticas tan irreales como contradictorias entre sí. Pero también hubo cosas que supieron mantenerse inalterables, como el esquema de distribución de la riqueza y, por consiguiente, la existencia de millones de pobres y excluidos. Y ante eso, los argumentos que puedan llegar a esbozarse desde el sector oficial tendrán un fuerte aroma a excusa.

Autor: Redacción

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