Editorial

Conversión cuaresmal

Con este miércoles de ceniza, comienza hoy la Cuaresma en los calendarios litúrgicos católico, protestante y anglicano, siendo uno de los momentos fuertes del año litúrgico.

Así se celebra cuarenta días antes del Domingo de Ramos -entrada triunfal de Jesús en Jerusalén- que da comienzo a la Semana Santa, cuyo centro es la celebración del misterio pascual del Señor: pasión, muerte y resurrección.

La ceniza, cuya imposición constituye el rito característico de esta celebración litúrgica, se obtiene de la incineración de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año litúrgico anterior.

El miércoles de ceniza es una celebración litúrgica móvil ya que tiene lugar en diferentes fechas cada año, siempre relacionada con la también móvil celebración de la Pascua.

Si hacemos un poco de historia, cuando en el siglo IV se fijó la duración de la Cuaresma en 40 días, esta comenzaba 6 semanas antes de la Pascua. Pero en los siglos VI-VII cobró gran importancia el ayuno como práctica cuaresmal. Y aquí surgió un inconveniente: desde los orígenes nunca se ayunó en día domingo por ser "día de fiesta", la celebración del día del Señor. Entonces, se movió el comienzo de la Cuaresma al miércoles previo al primer sábado del mes.

Este día, que para los católicos es un día de ayuno y abstinencia, igual que el Viernes Santo, se realiza la imposición de la ceniza a los fieles que asisten a misa. Estas cenizas se elaboran a partir de la quema de los ramos del Domingo de Ramos del año anterior, y son bendecidas y colocadas sobre la cabeza de los fieles como signo de la caducidad de la condición humana; como signo penitencial, ya usado desde el Antiguo Testamento; y como signo de conversión, que debe ser la característica dominante durante toda la Cuaresma.

La celebración de este día puede iniciarse con una procesión penitencial desde el exterior del templo, desde una capilla vecina, o por lo menos una entrada procesional del sacerdote celebrante y los ministros. Mientras ocurre esta procesión se cantan las letanías de los santos.

Una vez llegados al altar, omitiendo los ritos iniciales y el rito penitencial, el celebrante reza inmediatamente la oración colecta. Enseguida se proclaman las lecturas que recuerdan el sentido de penitencia, conversión y arrepentimiento de los pecados. El evangelio recuerda cómo debe ser la penitencia, la oración y el ayuno agradable a los ojos de Dios.

Luego de la homilía, se procede a la bendición de la ceniza con una breve oración pronunciada por el sacerdote celebrante. El sacerdote deja caer la ceniza en su cabeza, o bien traza una cruz de ceniza en la frente de quien la recibe, según la costumbre.

En este contexto, en su mensaje cuaresmal el obispo diocesano Luis Fernández afirma que "la Cuaresma nos ayuda a recordar que todos estamos llamados a vivir una vida sencilla, humilde, honesta, que aprecia la belleza y gusta de ser amable y sincera; siendo capaces de perdonar y de estar atentos a las fragilidades y necesidades de los que conviven. La santidad no es cosa del otro mundo o de algunos iluminados sino que, en lo cotidiano, Jesús nos ayuda y construye con cada uno de nosotros la vida en comunión y santidad".

Junto a Cáritas diocesana, “Elegimos ser solidarios” a través de un gesto que contribuirá a testimoniar una Iglesia que comparte sus bienes con los más necesitados y sufrientes, en el marco de la preparación de la asamblea diocesana prevista para el 1 de mayo de 2015.

Para esta Cuaresma que se inicia hoy, el papa Francisco tituló en su mensaje “Fortalezcan sus corazones”, destacando que "el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos".

La Cuaresma es preparación para celebrar con un corazón renovado la Pascua de muerte y resurrección de Jesús, el centro de la fe y de la vida de la Iglesia. Y fuente renovada de vida nueva por la acción del Espíritu Santo.

En este sentido, estamos invitados creyentes y personas de buena voluntad a abrir nuestros corazones para salir del individualismo y egoísmo que nos presenta la actual sociedad materialista, para dar lugar espacio a lo trascendente, con un oído a la voz del Espíritu Santo que quiere iluminar las situaciones más difíciles y, al mismo tiempo, el otro puesto en los problemas individual, familiar, laboral y comunitario.

Autor: REDACCION

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