La decisión del Gobierno nacional de recurrir a la emisión de deuda a través de bonos para acceder a dólares frescos que permitan cancelar obligaciones, mantener la venta del dólar ahorro y cubrir las necesidades de los importadores oxigenaron las presiones sobre la política cambiaria. La medida de corte pragmático y utilitario pone de rodillas la tan proclamada bandera del desendeudamiento que agitó la gestión del kirchnerismo, pero son las urgencias las que empujaron al Ministerio de Economía a colocar deuda. Es decir, es un giro que se hace obligado por las circunstancias y no por elección propia.
El ministro Axel Kicillof eligió una lectura optimista sobre los resultados de esta colocación, al sostener que los mercados apuestan por la Argentina y le prestan dinero. Sin embargo, el financiamiento obtenido implica pagar las tasas más altas a nivel global, lo que refleja la mirada que los inversores tienen sobre el país y en particular sobre un Gobierno con fecha de vencimiento.
Por tanto, en términos de resultados, la operación incluye dos derrotas y un triunfo. Pedir dinero cuando se ha predicado el desendeudamiento y pagar intereses elevados constituyen lo negativo. En tanto, lo positivo es que se captaron más fondos de los que inicialmente el Gobierno salió a buscar.
En definitiva, el creciente gasto fiscal y déficit de las cuentas públicas, a lo que se suman los vencimientos de deuda, sustentan la decisión del gobierno de buscar dólares en el mercado. Al menos las colocaciones de deuda del Ministerio de Economía y de YPF elevarán las reservas del Banco Central a casi
34.000 millones de dólares y contribuirán a tranquilizar los
compromisos financieros y la política cambiaria en lo que resta
del año, lo que da mayor tranquilidad para llegar al 10 de diciembre sin sobresaltos.
En los últimos días, diversos economistas estimaron que las reservas de la autoridad
monetaria terminarán el año por encima de los 30.000 millones de
dólares, lo que puede contribuir a la tranquilidad cambiaria y
podría empujar la desaceleración de la inflación, tras las buenas
señales del mercado de la semana pasada. En tal sentido, de acuerdo a estimaciones privadas, el gobierno deberá pagar este año
alrededor de 16.000 millones de dólares, pero el retorno al mercado de deuda y los 7.000 millones esperados por la venta de
granos despejan el panorama financiero del año.
En el primer semestre los vencimientos de deuda rondan los
15.000 millones de dólares, pero la Argentina ya cumplió con el
pago de los 5.900 millones del primer trimestre y entre capital e
intereses restan 9.700 millones del segundo trimestre, parte de
los cuales seguramente serán refinanciados.
En el segundo semestre, el pago más importante es el BODEN 15,
con 6.200 millones de dólares, más otros 1.500 millones en el
último trimestre.
Las colocaciones del gobierno y de YPF trajeron algo de aire
fresco en los frentes externo y fiscal.
El Gobierno aprovechó el viento de cola favorable por parte de
los inversores en tanto que se espera que en el resto del año el gobierno vuelva al mercado
aunque con cifras inferiores y de acuerdo al ritmo de los vencimientos de deuda.
Asimismo, las perspectivas de un buen nivel de reservas ayudarían a consolidar la proyección de que el gobierno llegará a las elecciones con una economía en buen nivel de actividad, con alto
consumo por la recomposición del poder adquisitivo de los salarios
tras las paritarias que están en plena discusión y una mejor contención de los precios.
Pero la coyuntura también entrega alertas en materia económica. El crecimiento del gasto público
nacional creció un 67 por ciento por encima de la economía,
advirtió un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa). Al respeto, detalló que el gasto "es
tan grande, que ya no alcanza con la elevada presión impositiva,
el consumo de reservas del Banco Central y ANSeS y emisión
monetaria" a la vez que consideró que "la estrategia le genera al
Gobierno beneficios electorales, pero implica estirar una agonía
cuyas consecuencias serán asumidas" por la próxima administración.
Mientras en la Casa Rosada buscan cerrar el año con la mayor calma posible postergando la resolución de los problemas para el 2016, con el único objetivo de que Cristina Fernández de Kirchner finalice su segundo mandato sin contratiempos, el sector exportador continúa penando por el retraso en la cotización del dólar que le quita competitividad. Esta situación explica en parte la caída de las ventas al exterior principalmente de las exportaciones industriales, en tanto que la baja en la cotización de las materias primas también ayuda a entender por qué ingresan menos divisas al país.