En la medida que fue creciendo la clase media, pasando a estar compuesta por casi 500 millones de personas -el doble de una década y media atrás-, en China fue creciendo el consumo de manera acelerada, y eso, contribuyendo fuertemente al crecimiento de la economía. A punto tal que, junto a la producción electrónica y el avance tecnológico, son los puntos fuertes de la expansión alcanzada, que continúa a pleno ritmo creciente.
En 2017 el PBI chino creció 6,9%, teniendo el consumo una participación del 58% de ese crecimiento. Estadísticas que dejan en forma absolutamente clara lo que participa el consumo en la activación y expansión de todo el conjunto de la actividad económica. Es así que el PBI nominal medido en dólares constantes llegó a 12,7 billones, lo cual aconteció con una apreciación del 20% de su propia moneda en los dos últimos años, lo cual arroja como resultado que el producto creció 13% en apenas doce meses -alrededor de 1,5 billón, lo cual para dar una idea mucho más precisa, significa la economía de Australia o de Corea del Sur, y reiteramos, que la motorización mayor provino del consumo y no de la inversión.
Tal vez, tales estimaciones deberían ser analizadas en profundidad por los economistas que conducen la Argentina, para de tal modo ver que no toda la solución que se propone se encuentra en las inversiones, sino muy claramente en el consumo. Podría llevar a modificar algunas metas, en especial luego del necesario reordenamiento que necesita el país en sus propias cuentas, y que ahora se está llevando a cabo, aunque con un gradualismo tan lento que a veces se convierte en excesivamente pesado. Es cierto que las ideas de economistas y políticos se entrecruzan en tal sentido, aunque como casi siempre sucede en todas las cosas, el punto de equilibrio nunca suele ubicarse en los extremos, sino en el medio.
Pero volvamos a China, un espejo en el que hay que reflejarse, al menos en algunos aspectos de su economía, ya que en el resto -el político e institucional, donde su presidente acaba de ser consagrado para ocupar el cargo mientras viva- ofrece gruesas grietas. El consumo viene creciendo en el gigante asiático, un calificativo que le sienta de maravillas, a razón de 1 punto por año desde 2010 en adelante, habiendo crecido el ingreso per cápita 8,1% en ese lapso. Dentro de esa tendencia, el ingreso disponible -es decir, la diferencia entre ingreso y consumo- tras satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vivienda, transporte y salud, queda un 15% para el resto de requerimientos de una familia.
En China además, estos años está expandiéndose de manera veloz la urbanización, alcanzando ya al 59% de la población, un proceso que comenzó en 1998, mientras que el consumo en 1998/2017 creció 10% pasando del 20 al 30 del PBI, en tanto que el consumo rural descendió 20 puntos. Una situación que comenzó a profundizarse en mayor magnitud desde 1994, cuando el consumo urbano fue 2,25 veces mayor que el rural.
También crecieron los salarios urbanos, acelerándose desde 2011 en adelante, quedándose los mismos con el 48% del PBI, constituyendo una manifestación más y muy contundente del crecimiento que viene teniendo la clase media, que es parte del motor del crecimiento económico, hoy indispensable para las formas que se instalaron en China.
Otro dato importante es que en la misma medida que crece el consumo van incrementándose los servicios, medidos en porcentaje del PBI, llegando al 51,6% del producto en 2017, casi 10 puntos más que la actividad manufacturera. Es que la clase media, cada vez más numerosa y con crecientes ingresos, es fuertemente demandante en cuanto a los servicios, que cubren absolutamente toda la franja del confort y el sostenimiento tecnológico de los hogares. Tal como se puntualiza, la flexibilidad en la capacidad de compras es cada vez mayor, teniendo actualmente un comportamiento muy similar al de los países más desarrollados del mundo. También han crecido más de tres veces los sistemas de créditos, no existiendo distinción en esto entre habitantes rurales y urbanos, que además se sirven cada vez en mayor porcentaje de la banca digital.
Este crecimiento chino del consumo es un fenómeno que hoy el mundo está observando con detenimiento.