Editorial

Consecuencias del glifosato

Después de tantos debates acalorados en los últimos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS), máximo espacio internacional en materia sanitaria, acaba de alertar sobre la vinculación del herbicida glifosato (el más utilizado en el mundo) y el cáncer.

Confirmó que existen “pruebas” de que el herbicida puede producir cáncer en humanos y en animales de laboratorio. “También causó daño del ADN y en los cromosomas en las células humanas”, alerta el trabajo científico y detalla que se detectó glifosato en agua, alimentos, y en sangre y orina de humanos. El glifosato se utiliza de manera masiva en soja y maíz transgénicos (entre otros cultivos) y desde hace más de diez años es denunciado por organizaciones sociales, campesinas, médicos y científicos independientes de las empresas.

En este sentido, la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), un ámbito especializado de la OMS, colocó en la categoría 2A como “probable cancerígeno humano” al herbicida glifosato, uno de los más utilizados en la región.

La declaración firmada por 39 galardonados del “Premio Nobel Alternativo” revela los costos ambientales e impactos en la salud para toda la población y las nefastas consecuencias de los cultivos GM (Genéticamente Modificados)

para los pequeños agricultores. También solicita apoyo para los sistemas de agricultura sustentable, la diversidad de cultivos y la soberanía sobre las semillas.

Al respecto, recientemente el ambientalista, docente de la Universidad Nacional de Rosario e integrante del Pensamiento Ambiental Latinoamericano Carlos Galano expresó que "se arrojaron en el ciclo de la campaña pasada casi 800 millones de litros de glifosato, un verdadero veneno para la tierra y también para la salud humana, ya que lo hemos comprobado en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, donde el doctor Andrés Carrasco (murió hace 2 años) era el más importante investigador de la problemática del impacto del glifosato sobre la salud humana, que produce cáncer, infertilidad, acelera los procesos de Alzheimer y cambia la embriología".

En Argentina se aplica glifosato en más de 28 millones de hectáreas, volcando a los suelos más de 300 millones de litros de glifosato cada año. Los campos de soja transgénica, maíz y algodón son rociados con el herbicida para que nada crezca, salvo los transgénicos. También está permitido su uso en cítricos, frutales de pepita (manzana, pera, membrillo), vid, yerba mate, girasol, pasturas, pinos y trigo. A partir del avance transgénico, aumentó geométricamente el uso del glifosato, desarrollado y comercializado inicialmente por Monsanto desde la década del 70, aunque en el 2000 se venció la licencia y en la actualidad lo producen un centenar de empresas.

A medida que crecía la siembra de transgénicos, y mayor era el uso de agrotóxicos, se sumaban las denuncias por daños a la salud. Caso emblemático de Argentina es el de las madres del barrio Ituzaingó anexo en Córdoba, que incluso llegó a juicio penal con condenas para el productor y el fumigador. Y también se sumaron los estudios científicos que daban cuenta de abortos espontáneos, cáncer, malformaciones y afecciones agudas, entre otras consecuencias.

Otra de las voces autorizadas es Víctor Krieger Fabbroni, militante ambientalista de Bandera, provincia de Santiago del Estero. En una entrevista con Raúl Vigini, colaborador de LA OPINION, el 7 de marzo de 2014 había advertido que "los más expuestos, como siempre, son los más pobres y su progenie. Las enfermedades predominantes son las que tienen que ver con los órganos de desintoxicación que posee el ser humano: hígado, riñón, pulmón, linfa y sangre. La corrupción transgénica mata a los pobres rápidamente. Los ricos tienen más oportunidades, pero igual los mata".

En nuestra ciudad, la línea agronómica es de solamente 200 m del ejido urbano y por este motivo la asociación "Amigos de la Vida" presentó en el Concejo Municipal una nota en 2012 sugiriendo que se modifique la ordenanza 3600 para ser extendida a 800 m como hay en otros lugares.

Por lo expuesto, queda más que claro las consecuencias del uso del glifosato que debe ser prohibido porque envenena al medio ambiente. La declaración contundente de la OMS reafirma la lucha de tantas organizaciones y militantes ambientalistas. No está en contra de la soja sino avanzar en una agricultura sustentable, con rotación de cultivos, con controles de los usos de los herbicidas por sus graves consecuencias. El Estado en sus tres niveles debe reaccionar porque está en juego el ecosistema que incluye a la salud de la población. 

Autor: REDACCION

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